– ¿Cuál es la visión de los españoles sobre la Argentina? ¿Qué piensan cuando llega una comitiva argentina a pedirles ayuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI)?
– Tanto el gobierno como los empresarios tienen la misma reacción que nosotros tenemos ante nuestros hechos: perplejidad constante ante la discontinuidad, la sorpresa, las invenciones políticas que no se hacen a través de la diplomacia. Somos un país que produce desconcierto. Hoy, hay como dos bandos: los que tienen paciencia y los que la tienden a perder. Eso está pasando en todo el mundo. Éste es un país que no alcanzó, pese a las declaraciones del presidente en su primer viaje a España, aquello que dijo de “queremos ser un país serio, un país normal”. Bueno, eso no se ha alcanzado.
– ¿A su criterio cuál es la razón?
– Es que nuestra gestión no es buena, ése es el problema. Por ejemplo, a este viaje, evidentemente, todos lo apoyamos en el sentido de que todos queremos que les vaya bien, por la Argentina. Pero la forma en que realizamos las cosas desconcierta a todo el mundo. Nos pasó ya con China, donde realmente fue muy grave, porque eran cosas muy importantes las que se jugaban ahí. Y el tema no sólo fue manejado desde un bunker, sino que en el mismo búnker había separaciones. Hay una especie de grupo que va viendo, va probando, inventan cosas en una suerte de repentismo. Hay una voluntad de comunicar y comunicar cosas y eso deja mal parados a todos. En España también perciben eso. Por ejemplo, ahora, ¿qué espacio le queda, qué rol le cabe al presidente de España de decir que no, si ya todos o varios funcionarios argentinos dijeron lo que le van a pedir? ¿Cómo se les dice que no?
– Yo creo que los funcionarios chinos cuando se enteraron de toda la información que se había publicado acá en la Argentina acerca de que iban a invertir 20.000 millones de dólares deben haber pensado “¿y ahora qué hacemos con esta gente?”.
– Desconcertados. Como todos los que tratan con los argentinos. Y así nos vamos haciendo poco a poco, país por país, la fama de que no somos gente seria. No se puede ir por el mundo sin respetar nada. No respetamos la palabra, no respetamos las formas, hacemos política sin la diplomacia debida.
– ¿Es posible que el gobierno español de Zapatero llame a Rodrigo de Rato y le diga “a ver, fijate el tema de la deuda de la Argentina porque esta gente quiere cancelarla”? ¿O que el presidente del gobierno español le diga a los contribuyentes “bueno, vamos a poner 15.000 millones de dólares para que la Argentina cancele su deuda”? ¿Hay algún tipo de posibilidad de algo así?
– Hay algo metido en nosotros y que tiene que ver con una enfermedad nuestra sobre cómo nos manejamos. Cuando usted me estaba haciendo la pregunta, yo me acordaba del cuadro de Peter Broigel que dice “un ciego conduce a otro ciego”. Zapatero tiene un problema enorme. Rodrigo de Rato es uno de los hombres más fuertes del partido de Aznar en contra de toda la línea socialista. Entonces, en nuestro juego iluso nos imaginamos una carambola mágica por la cual lo que ya se hizo, se puede cambiar. Porque incluso yo participé de las gestiones y el rey de España tenía dos ideas muy claras. Primero, que ellos tenían 45.000 millones de dólares, siendo la primera gran inversión de España en el exterior y empataban a Estados Unidos. Ellos sabían que tienen que defender eso de todas maneras. Segundo, tenían que ver si íbamos a poder entender que ellos ya estaban asociados con la Argentina pero que las futuras inversiones que harían acá vendrían de una concordancia y no del continuo conflicto.
– Claro.
– Pero, ahora, los reyes de España se van a encontrar con este nuevo pedido. Ojalá salga bien y que sea útil. La Argentina durante el gobierno de Duhalde tuvo que recurrir a España y Aznar se jugó, lo llamó a Bush. Pero la situación cambió.
– ¿Para usted qué es lo que cambió?
– En primer lugar, Rato es uno de los hombres más duros de la economía. Es un ortodoxo total. Le molesta que se confunda el idioma o la amistad con el rigor económico. Es casi un hombre de visión geométrica. Es del tipo de gente que piensa que si se afloja en ese orden, el mundo se desordena.
– Hay dos duros. Rato y Anne Krueger.
– Pero Rato es un hombre muy fuerte que yo creo que puede mover las cosas en el sentido que se quiere. Lo que no se entiende es qué es lo que van a pedir. Las gestiones que está haciendo la Argentina no son claras, no se sabe bien la voluntad que hay detrás, nunca se sabe bien. Entonces, lo que ocurre es que se presenta una situación afectiva y en España recibimos a los argentinos otra vez. Pero se repiten cosas y no quedan aclaradas siquiera las situaciones pasadas. Con lo cual, evidentemente, España hoy en día en la primera de cambio ya está en la línea de que si no se arreglan los temas fundamentales de los contratos y las tarifas en el caso de los servicios, por ejemplo, es muy poco lo que puede sonreír. Y sobre todo hay algo acá que hay que entender: es un error creer que porque es un gobierno socialista es un gobierno débil económicamente, de eso ya se tendrían que haber dado cuenta.
– ¿Es posible que si seguimos cometiendo este tipo de torpezas llegue una represalia de carácter comercial?
– No, no creo que sea así. Pero hay que cuidar más el tema de las desprolijidades. Por ejemplo, un hombre como Hu Jintao que vio la diferencia que hay entre Brasil y Chile en seriedad, en tratamiento, viene y tiene la sorpresa de ser manejado por tres personas que tienen que pasarse papelitos para enterarse porque sólo ellos están al tanto. Resulta lógico que nos tomen como poco serios, porque somos poco serios. Así nadie nos puede favorecer. No se crea esa corriente de simpatía que se genera cuando se está dialogando con un país serio. No se puede mantener una sonrisa con la Argentina. Siempre tiene que pasar algo, algún imprevisto o algo falla. Siempre hay algo que desconcierta o que sale mal y que, indefectiblemente, daña la relación. © www.economiaparatodos.com.ar |