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jueves 3 de marzo de 2005

Al maestro con cariño

La muerte del almirante Carlos Alberto Sánchez Sañudo es una pérdida grande para los que luchan por las ideas de la libertad y el gobierno limitado. Se fue un maestro, pero sus pensamientos y ejemplos nos seguirán acompañando.

“¡Che, estos tipos no entienden nada!”. Esta era la típica frase con que mi querido amigo, el “Bebe” Sánchez Sañudo, solía comenzar una de las tantas conversaciones telefónicas que solíamos tener. Y la verdad es que tenía razón. Estos tipos no entienden nada. Y cuando digo estos tipos me refiero a varios de los gobiernos que supimos conseguir.

La gran obsesión del almirante, como muchos lo llamaban, era el límite. ¿A qué límite se refería? Al poder de los gobiernos. El Bebe Sánchez quería gobiernos sujetos a la ley. Gobiernos que no pudieran hacer lo que se les daba la gana con el monopolio de la fuerza. El eterno dilema de limitar el poder de los gobernantes.

Para quienes lo conocimos bien, Carlos Alberto Sánchez Sañudo era un verdadero demócrata. ¿Pero si participó en la Revolución Libertadora? Claro, porque tanto él como muchos de los que participaron de la Revolución tenían como único objetivo restaurar las libertades individuales y los derechos civiles y políticos que Perón había conculcado. Aquellos militares no llegaron para perpetuarse en el poder.

Perón, que había llegado al poder por el voto, se transformó en un dictador que encarceló a sus opositores, anuló la libertad de prensa, manejó el poder en beneficio propio y destruyó económicamente a la Argentina. Los que lucharon contra Perón, jugándose la vida, lo hicieron para restablecer la democracia, como finalmente ocurrió a los dos años de la Revolución.

A diferencia de muchos de los políticos que hoy se llenan la boca con palabras como solidaridad social, progresismo, democracia, derechos humanos, etcétera, pero que llevan un nivel de vida propio de Bill Gates, el Bebe Sánchez vivía modestamente en su departamento de la calle Santa Fe, el que apenas podía mantener con la magra jubilación de marino retirado que tenía.

Sus escritos los tipeaba en una vieja máquina de escribir mecánica y hacía las correcciones al costado con lapicera. A pesar de su avanzada edad, seguía estudiando, escribiendo y luchando por sus ideas de la libertad.

Los que conocimos a Sánchez Sañudo lo recordamos, entre otras cosas, dirigiendo la Escuela de Educación Económica y Filosofía de la Libertad, que funcionaba en Hipólito Irigoyen 710, en el edificio de Rodolfo Vinelli, que generosamente siempre colaboraba para difundir las ideas de la libertad.

Con su grabador a cuesta y pasados largamente los 70 años, ahí estaba el Bebe organizando seminarios, conferencias y debates, que después se encargaba de desgrabar y publicar. Por supuesto, siempre laburando gratis para difundir las ideas. En la Escuela de Educación Económica, en el Instituto Alberdi, en la Academia de Ciencias Morales y en todo lugar que pudiera expresar sus pensamientos.

Si mal no recuerdo, Sánchez Sañudo se hizo cargo de la Escuela de Educación Económica y Filosofía de la Libertad en 1974 o 1975, años en que el peronismo estaba de nuevo en el gobierno y los terroristas ponían bombas y mataban gente con total impunidad. Así que la Escuela comenzó con sus tareas en medio de un caos generalizado y en un momento en que las ideas liberales eran una mala palabra. Tal vez peor que hoy. Sin embargo, nadie arrugó. Ni Sánchez Sañudo ni todos los que lo acompañaron en ese momento, como Billy Polledo, Ponciano Vivanco, Saturnino Huici, Jorge Bottazzi, el inolvidable Enrique Loncán y tantos otros a quienes les pido perdón por no recordar todos los nombres. Después de todo, hace más de 30 años que comenzó la Escuela.

Me consta que hasta casi sus últimos días siguió luchando por sus ideales al punto que, hacia fines del año pasado, un día me llamó porque estaba escribiendo alguno de sus tantos trabajos sobre la democracia y me pidió si le podía pasar algunos datos. A los 90 años seguía estudiando y trabajando. ¡Todo un ejemplo para los más jóvenes que rápidamente se desaniman frente a la titánica tarea de cambiar el rumbo decadente de la Argentina!

Estimado almirante, usted hizo esfuerzos sobrehumanos por lograr una Argentina mejor. Si todavía no lo logramos es porque, como usted siempre decía, “estos tipos no entienden nada”. Nos queda a los que lo conocimos y compartimos sus ideales, lograr que algún día podamos decir: “al fin estos tipos entendieron algo”.

¡¡¡Gracias por todo, almirante!!! © www.economiaparatodos.com.ar




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