“Lo único que es necesario para que la maldad triunfe es que la gente buena no haga nada.”
Edmund Burke Aunque queramos cerrar los ojos ante la realidad, la realidad no deja de estar frente a nosotros, por más que no estemos dispuestos a verla o a reconocerla tal como es. ¿Cuál es la realidad que muchos no quieren ver o pretenden ignorar? Es una realidad en la que la fuerza bruta impera sobre el Estado de Derecho. Una realidad en la cual el monopolio de la fuerza que le delegamos al Estado para defender nuestros derechos es utilizado para violarlos. Una realidad donde el que piensa distinto y se anima a decirlo en voz alta es tratado de traidor a la patria, mercenario de los intereses de las corporaciones internacionales o de conspirador contra el pueblo.
La realidad que tenemos enfrente es que a paso constante el país es manejado utilizando el miedo como instrumento, y quiero recordar que el paso siguiente a la utilización del miedo es el terror.
Viendo la indiferencia y la tolerancia de mucha gente frente a lo que está ocurriendo, recurro nuevamente a Edmund Burke: “hay un límite en que la tolerancia deja de ser virtud”.
Cuando ante la pasividad del Estado un grupo de piqueteros decide coartar la libertad de ejercer toda industria lícita, como ocurrió en estos días con la toma de las estaciones de servicio de Shell, muchos se sorprendieron e indignaron. ¿Acaso no sabían que esto podía ocurrir en cualquier momento si el Estado permanentemente permitía y permite que la libertad de circular sea conculcada constantemente por las fuerzas piqueteras? ¿Por qué, si violan un derecho y no tienen sanción, no van a escalar en su accionar prepotente, violando otros derechos? Si los piqueteros pro gobierno que violan la Constitución no permitiendo la libre circulación tienen cargos públicos y son recibidos por las máximas autoridades del país, ¿por qué no van a sentirse con total libertad para actuar con impunidad? Tomar una comisaría sin sufrir ninguna sanción es un antecedente lo suficientemente importante como para darse cuenta de que algún día podía pasar lo que pasó con Shell. Finalmente, tomar una empresa es un hecho menor frente a la toma de una comisaría. Y a no sorprenderse si un día de estos toman un cuartel militar.
Frente a la reacción que tuvo el Gobierno por el aumento de los precios de los combustibles que decidió aplicar la empresa Shell, yo les pregunto a los accionistas de esa compañía y a sus directivos: ¿realmente creen que son dueños de su empresa? ¿Creen que existe la propiedad privada o existe una propiedad limitada a lo que la fuerza bruta considere que cada uno puede hacer con su propiedad? Porque bueno es recordar que, hasta donde yo sé, la empresa Shell no violó ninguna ley. Simplemente ejerció el derecho a establecer su estrategia comercial. Sin embargo, por ejercer ese derecho sufrió el escarnio público del Gobierno y de los piqueteros.
Puedo citar otro ejemplo de los últimos días. Hugo Moyano tomó una planta distribuidora de Coto para, por la fuerza, obligar a una parte de los empleados de esa empresa a pasarse a su sindicato. Pregunto: ¿se sienten personas libres esos empleados que tienen que obedecer bajo la presión de la fuerza a qué sindicato afiliarse? ¿Alguien les preguntó si querían estar en el sindicato de los comerciantes, de los camioneros o en ningún sindicato? Si alguien les arrebata parte de sus ingresos con el respaldo del Estado, ¿creen que su salario es de su propiedad? ¿Creen en serio que el fruto de su trabajo es de ellos?
¿Por qué causa la gente acepta con total pasividad esta escalada en el uso del miedo como forma de imponer las ideas? Tal vez la respuesta esté en otra frase de Edmund Burke: “el pueblo no renuncia a sus libertades sino bajo engaño de una ilusión”. ¿Cuál es esa ilusión? La de una economía que está drogada con emisión monetaria, retrasos tarifarios y una dosis de buena suerte en el contexto internacional. Pero, más grave que todo lo anterior, es que hoy en día en la Argentina se pueden cometer todo tipo de tropelías y arbitrariedades gracias a que mucha gente valiosa tiene miedo de intervenir expresando sus ideas.
Yo le pregunto a los empresarios argentinos y extranjeros: ¿ustedes realmente creen que son dueños de sus empresas, o en realidad son dueños bajo libertad condicional? ¿Vale la pena maximizar las utilidades de corto plazo sabiendo que el país en el que van a vivir puede transformase en un lugar irrespirable? ¿Cómo van a mirar a los ojos de sus hijos cuando éstos les pregunten: “papá, que hiciste para evitar este desastre”? ¿Van a estar felices de verlos irse a vivir al extranjero porque aquí no tendrán futuro?
Les pregunto también a los dueños de los medios de comunicación que aplauden todo lo que hace el Gobierno o no cuentan todo lo que pasa en la Argentina: ¿realmente se creen que son los dueños de sus medios de comunicación al tener ese comportamiento o son dueños en los papeles pero no en la práctica de los periódicos que imprimen, las radios que salen al aire y los canales de televisión que emiten programas que ofrecen el pan y el circo que hay que darle a la gente?
A veces me pregunto si algunas de las empresas que han sido víctimas de la prepotencia no estarán pagando el precio de haberse desentendido de defender los valores de la libertad. Algunos habrán pensando que podían ser free riders del trabajo de otros y seguir ganando plata, mientras otros se encargaban de luchar por limitar el poder del Estado y defender el reestablecimiento del orden público. Tal vez lo que estuvo sucediendo en los últimos días sea un severo llamado de atención para comprender que involucrarse en la defensa de una sociedad libre termina siendo rentable y, por el contrario, desentenderse de la defensa de los valores de la libertad acaba siendo un pésimo negocio porque las empresas empiezan a tener un valor cercano a cero.
Si por miedo la gente de bien no sale a defender los valores fundamentales de una sociedad libre, la existencia de un gobierno limitado y sujeto a la ley, si por miedo o comodidad no luchan por esos valores, entonces la frase de Edmund Burke con que comienza esta nota será realidad. © www.economiaparatodos.com.ar |