Patria financiera, fondos buitres, FMI, especulación financiera, usura, son todos términos que utilizan los populistas y progres para señalar a los enemigos de la Argentina que, supuestamente, no nos dejan progresar como país.
Todavía lo recuerdo a Alfonsín en los actos de la campaña electoral de 1983, subido a la tribuna y diciendo, con su típico discurso de barricada de fuerte contenido progre pero con escasos conocimientos económicos, que él personalmente iba a ir a las puertas de las fábricas con los gerentes de los bancos a levantar las persianas de las empresas que habían cerrado por culpa de los bancos. El resultado de su gobierno no fue otro que más persianas que bajaron y una fenomenal especulación financiera. Fueron los años del gasto cuasifical descontrolado, del festival de bonos, de las cuevas o mesas de dinero, de la falta de crédito para el sector productivo de la economía.
¿Por qué los progres y populistas terminan haciendo cosas que son exactamente al revés de las que prometen? ¿Por qué los progres y populistas son los que aplican políticas que estimulan la especulación financiera en detrimento del resto de los sectores productivos?
Las respuestas son diferentes respecto a un gobierno y otro. No es lo mismo el estímulo a la especulación financiera de la época de Alfonsín que la que rige ahora. Veamos primero el caso de Alfonsín.
Este dirigente radical, que prácticamente no pagó intereses de la deuda externa durante su gestión, alimentó la patria financiera gracias a que aplicaba políticas que mantenían artificialmente estable el dólar durante un tiempo. Además, los bancos tenían que prestarle obligatoriamente al Banco Central (BCRA) los fondos que recibían de sus pocos ahorristas. Lo que se buscaba era que el mercado ofreciera dólares a cambio de tasas de interés fenomenales. Por lo tanto, gracias al arbitraje especulativo que armaba el gobierno progre, por un tiempo ingresaban dólares para colocarse a pesos a tasas gigantescas, devengaban una utilidad en dólares monumental y luego realizaban la inevitable utilidad con el obvio estallido cambiario y corridas financieras. Era evidente que tasas de interés tan altas calculadas en dólares hacían impagable cualquier crédito para producir, porque esas tasas gigantes se comían la utilidad de las empresas. ¿Cuál era entonces el mejor negocio? Especular financieramente y dejar de producir. ¿O acaso en esos años no eran los gerentes financieros de las empresas los que mejores sueldos tenían, mientras que el gerente de producción y el de comercialización eran cartón pintado? ¿Acaso en esos años la ganancia financiera no superaba a la ganancia operativa de producir y vender?
Fue el endeudamiento del sector público para financiar su déficit el que elevaba las tasas de interés haciendo de la Argentina un paraíso de la especulación financiera, esa misma especulación que los progres se encargan de señalar como la fuente de todas nuestras desgracias. Por supuesto que son una desgracia para el país, pero el monstruo lo crean y lo alimentan los progres y los populistas.
¿Qué pasa hoy en día? El Gobierno mantiene estable el tipo de cambio en forma artificial. Para eso tiene que emitir moneda a ritmo forzado. Para que esa emisión monetaria no derive en una hiperinflación, el BCRA retira pesos de circulación mediante la colocación de bonos. Sí, al igual que en los años de Alfonsín, el progresismo K está haciendo otro festival de bonos tomando fondos de los bancos para absorber liquidez. Hacer un depósito fijo ajustado por CER otorga una rentabilidad en dólares fenomenal. ¿Para qué invertir en producir si el BCRA está ofreciendo una ganancia financiera que promete ser jugosa si uno sabe retirarse a tiempo?
Imaginemos a un señor que tiene 2 millones de dólares y tiene que optar entre invertir en su empresa o especular financieramente. En la segunda alternativa está líquido y tiene rentas fenomenales en dólares. En la primera alternativa tiene que asumir el riesgo propio de su negocio, lidiar con la AFIP, complicarse con una legislación laboral que en la Argentina castiga al que contrata gente, tomar el riesgo crediticio de vender en cuenta corriente, no saber si va a tener energía para enchufar las máquinas para producir y, además, bancarse a los piqueteros si es que le toca.
La Argentina es un paraíso de la especulación porque los progres y populistas aplican políticas que: a) tratan como al enemigo al que invierte en producir un bien o servicio y b) los manejos de tipo de cambio y tasas de interés crean las condiciones para que el señor de los 2 millones de dólares no invierta y apueste a ganancias financieras.
La inseguridad jurídica que producen las políticas pogres y populistas elevan tanto el riesgo país que terminan por impactar en la tasa de interés. Al aumentar la tasa de interés, el financiamiento al sector productivo se hace escaso e impagable, y el poco ahorro que generamos se desvía hacia el arbitraje entre tasa y dólar.
Como de costumbre, los progres y populistas tratan de no hacerse responsables del ataque a la producción, la pobreza y la indigencia, señalando a la patria financiera como la culpable. Pero si uno les saca la careta, enseguida ve que son ellos los verdaderos responsables de la decadencia. Lo que ocurre es que, para zafar, inventan un enemigo con el objeto de que la gente se encolumne detrás de ellos en la lucha “patriótica” por salvar al país. Arman un escenario de falso nacionalismo porque necesitan desviar la atención de la gente y encolumnarla para luchar contra un fantasma que no existe.
En síntesis, como en muchos otros temas, los progres y populistas, que se llenan la boca con palabras como social, solidaridad, producción, etcétera, son los que siempre terminan creando las condiciones para estimular la especulación financiera en detrimento de la producción eficiente, el crecimiento y el bienestar de la población.
Son ellos, los progres y los populistas los que, por aplicar políticas que concentran la riqueza entre sus seguidores y unos pocos sectores amigos, han creado y siguen creando las mayores especulaciones financieras de la historia argentina. © www.economiaparatodos.com.ar |