Una de las cuestiones que saltó al ruedo luego de la toma de varias escuelas por parte del alumnado (y en algunos casos por personas ajenas a las respectivas instituciones, con clarísimas intencionalidades políticas) es el tema “disciplinario” dentro de cada colegio.
Actualmente, la palabra “disciplina” suena fea: tiene connotaciones autoritarias, fascistas, etcétera, porque en vez de hablar de “Normas disciplinarias” se habla de “Normativa de Convivencia”. El tema es que, graciosamente, tanta “Normativa de Convivencia” ha llevado lenta e inexorablemente a una falta absoluta de orden, para no utilizar la palabra disciplina. Prueba de ello son las “Instrucciones para el caso de toma de escuelas” recogidas por Economía Para Todos la semana pasada, donde básicamente lo que se pedía no era que los chicos no tomaran las escuelas, sino que tuvieran la autorización de sus padres para hacerlo (al principio creí que se trataba de una broma)
Tenemos ante nuestros ojos la experiencia por la que ya han pasado muchos países (muchas veces plasmadas en películas) que han tomado ideológicamente la “contención” como fin en sí mismo, sin poner los medios adecuados para que esta se pueda llevar a cabo, y han terminado en el extremo opuesto en poco tiempo.
En el plano ideológico, quizá todos estamos de acuerdo en que la escuela debe ser contenedora (lamentablemente se entiende por “escuela contenedora” a que la misma no pueda expulsar a ningún alumno haya hecho lo que haya hecho). Pero en el aspecto puramente práctico, si la escuela no está preparada para “contener” determinadas situaciones (y rara vez lo está), los perjudicados son los alumnos y los docentes. Quizá recordamos aquél alumno que le partió un banco en la cabeza a su docente y al día siguiente estaba sentando en el aula como si nada hubiera pasado, o la profesora de Psicología que fue pateada en el piso por otro alumno, sin ninguna consecuencia, ya que son casos que aparecieron en los medios de comunicación. Imaginemos los que no aparecen.
A medida que los recursos que las escuelas en general y los docentes en particular tienen para poder cumplir su tarea ordenadamente van desapareciendo, cada vez se complica más mantener ese orden, por lo que unos pocos consiguen dañar a todo el alumnado, impidiendo crear un ambiente de trabajo en las escuelas.
Las amonestaciones han desaparecido, ya que el “castigo acumulativo” es injusto. Uno no puede hacer que un alumno se quede después de hora porque “la escuela no es un lugar de castigo” y “no se pude entrometer en el tiempo libre de los alumnos”. Tampoco se puede suspender a nadie porque “la educación es obligatoria”. Y de expulsar ni hablemos, porque “apoyamos el concepto de escuela contenedora”. El año pasado las autoridades educativas de una jurisdicción se planteaban prohibir a las escuelas dejar a los alumnos sin recreo como castigo.
A pesar de todo ello, dentro de las escuelas, por el enorme trabajo de los docentes en este sentido, se sigue manteniendo un relativo orden, si lo comparamos con lo que sucedía en otros países antes de que se llegara a un punto intolerable. Así, ¿pensaba usted que el concepto de “tolerancia cero” lo había inventado el alcalde Giuliani en Nueva York? Pues no: unos 6 años antes fue una propuesta del sindicato de docentes de los Estados Unidos para poder dar clase a aquellos alumnos que querían aprender. En Francia hace unos 12 años comenzó a funcionar un 0800 (0800–violence) para auxiliar a los docentes agredidos física o psicológicamente. En muchos países hay detectores de armas en las entradas de las escuelas (aquí solo lo hubo en alguna provincia, “pionera” en las reformas en cuanto a la Normativa de Convivencia).
Si no queremos llegar a lo mismo, si queremos realmente tener una escuela “contenedora”, no sigamos por el camino que vamos, que con mirar hacia fuera vemos a dónde conduce. Devolvámosle a los docentes y a las escuelas los medios para poder manejar el orden dentro de cada institución. En su defecto, en pocos años tendremos que aplicar los remedios extremos que debieron aplicar otros países, porque será imposible dar clases. © www.economiaparatodos.com.ar
Federico Johansen es docente, director general del Colegio Los Robles Pilar y profesor de Política Educativa en la Escuela de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UCA (Universidad Católica Argentina). |