Últimamente, escuché varias veces el argumento de que luego de las elecciones de octubre, si le va bien en el plebiscito de su gestión, Kirchner va a iniciar un proceso de cambios en los dos años de gestión que le faltan. La pregunta que me surge es: ¿por qué ahora sí?
Me formulo esta pregunta porque en 2003, cuando ya había asumido la presidencia, circulaba el mismo argumento: después de que termine el endemoniado calendario electoral que dejó Duhalde, Kirchner, habiendo acumulado poder, va a ser pragmático y va cambiar, afirmaban algunos. Sin embargo, en estos dos años siguió confrontando con todo el mundo sin formular una sola señal que permita pensar que comenzará a transitar el camino que nos pueda llevar a un crecimiento sostenido. Por el contrario, su discurso sigue siendo confuso. Ejemplo reciente: un día dice que no se puede seguir con esto de los cortes de las calles, puentes y rutas porque perjudica a la gente, afirmación que me hace pensar que, probablemente, haya visto alguna encuesta que refleje el grado de hartazgo que tiene la gente frente a los piquetes. Como las encuestas de opinión suelen ser tenidas en cuenta por quienes miran solamente las próximas elecciones, la afirmación de Kirchner me hace pensar que la misma tuvo que ver más con su necesidad de captar votos que con su convicción. Pero inmediatamente después de afirmar que los cortes piqueteros son perjudiciales, salió con otra declaración, afirmando que es bueno que la gente salga a la calle a reclamar por aumentos de salarios. Dicho en palabras del presidente, es bueno que la gente fluya (¿?).
Como economista, me permito recordarle al señor presidente que lo que él ve como algo positivo, desde el punto de vista del crecimiento es altamente negativo. Y la razón es muy sencilla. Si los dirigentes de SMATA cortan la autopista para conseguir un aumento de salarios, quiere decir que estamos en presencia de una lucha por el ingreso, donde diferentes sectores quieren apoderarse del ingreso de los otros. El Estado se apodera de parte del ingreso de los productores agrícolas, los que sustituyen importaciones se apropian de parte del ingreso de los consumidores, los piqueteros de los ingresos de los contribuyentes y así sucesivamente.
En un país que progresa en serio, la distribución del ingreso no se disputa en la calle, sino que se genera pacíficamente en un proceso más largo, pero más seguro. Primero, tiene que haber reglas de juego eficientes, luego vienen las inversiones, las inversiones permiten bajar la tasa de desocupación y, finalmente, los empresarios no tienen más alternativa que pagarle mejor a sus empleados porque si no el tipo se va a trabajar a otro lado donde le paguen mejor y le den mejores condiciones laborales.
Bajo el esquema que tanto le entusiasma a Kirchner, lo que rige es un sistema de saqueo mediante el uso de la extorsión y la fuerza. En cambio, bajo de un sistema capitalista rige un sistema pacífico y voluntario donde todos los sectores pueden mejorar sin perjudicar a otros.
En base a estas dos declaraciones de Kirchner, surge la siguiente pregunta: ¿finalmente, a Kirchner le parece bien o mal que se viole el derecho de la gente a transitar libremente? ¿Es tan flexible su visión de lo que debe ser el Estado de Derecho?
Para que el país pueda cambiar se necesita un presidente que esté dispuesto a asumir ciertos costos políticos para eliminar la tonelada de privilegios que hoy nos impiden soñar con un país de 20.000 dólares por habitante por año, dados los permanentes conflictos sociales que se producen fruto de esa política que pone el acento en la redistribución compulsiva del ingreso en vez de esforzarse por atraer miles de millones de dólares de inversión.
¿Ha demostrado Kirchner ser un hombre que enfrenta con coraje las adversidades políticas? Repasando algunos de sus comportamientos, yo diría que ha mostrado una clara inclinación a desaparecer en los momentos críticos. Ejemplo 1: se refugió en el sur cuando se produjo la tragedia de Cromagnon. Ejemplo 2: de cara a las próximas elecciones, el gobierno nacional parece tratar a Ibarra como si fuera la peste personificada. Todos salen corriendo de su lado, luego de haberlo apoyado incondicionalmente en las elecciones contra Macri. Ejemplo 3: alguno de sus funcionarios tuvo la “brillante” idea de publicar una solicitada el día del periodista diciendo que el apriete de ese día a los periodistas era “un fuerte abrazo”. Enseguida, Kirchner salió a decir que no estaba de acuerdo con esa solicitada. ¿Aprietes y sobres en la Argentina al periodismo? ¡Qué disparate! ¡Jamás!
Seamos claros y dejemos las ilusiones. En estos dos años, Kirchner tuvo la oportunidad, no ya de implementar reformas estructurales, sino, por lo menos, de mostrar un camino que despeje dudas sobre cuál es el rumbo de la economía argentina. ¿Por qué ahora sí? Es más, si son ciertas las encuestas que le dan un alto porcentaje de aprobación, ¿por qué cambiar si me va bien? Si le va bien en las elecciones, ¿para qué cambiar? Y si le va mal, no me sorprendería que aparezca alguna conspiración internacional y de la “derecha” para que el pueblo argentino no pueda sacar la cabeza del agua.
Por favor, seamos serios y terminemos con esta historia que he escuchado varias veces de algunos periodistas de que en privado la gente del gobierno muestra un alto grado de racionalidad y que, por lo tanto, no hay que prestarle atención al discurso que hace para la tribuna. Un país no se construye con dobles discursos, contradicciones y jueguitos para la tribuna. Se construye con una dirigencia política que, en vez de estar mirando todo el tiempo las encuestas para saber cómo le va ir en las próximas elecciones, piensa el país mirando 15 o 20 años para adelante.
Para terminar, pregunto: ¿alguien puede demostrar que el país va a ser tan diferente a lo que es hoy en día dependiendo de si es Duhalde o Kirchner quien termina controlando la provincia de Buenos Aires? © www.economiaparatodos.com.ar |