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jueves 8 de septiembre de 2005

Pablo Rojo: “Hoy, la inversión va hacia los sectores menos regulados”

¿Qué está sucediendo en la Argentina en materia de inversión? ¿Cuáles son los sectores dinámicos y cuáles no? ¿Quiénes y cómo son los que invierten y en qué lo hacen? Pablo Rojo, economista y ex presidente del Banco Hipotecario, analiza el panorama actual en nuestro país.

– El fuerte cambio de precios relativos que hubo en la Argentina como consecuencia de la devaluación modificó los flujos de inversión. ¿Cuáles son los polos más dinámicos que usted identifica en estos momentos?

– No hay sorpresas en eso. Está muy dinámico el sector agropecuario. Y también está muy dinámico el sector industrial, ya sea porque exporta o porque tiene precios domésticos que, de alguna u otra manera, están vinculados al mercado mundial. En esos dos sectores hay inversiones significativas: hay compraventa de empresas, hay interés de inversores extranjeros…
Lo que ha cambiado un poco es el tipo de inversor extranjero que hay hoy, eso es cierto. Así como en los 90 había importantes inversores americanos y europeos estratégicos e industriales, ahora hay muchos más inversores brasileños. De hecho, ha habido varias transacciones importantes de empresas argentinas compradas por capitales brasileños.
Otro fenómeno que se observa es que hay mucho más fondos de inversión, cosa que no había tanto en el pasado. Antes era una empresa americana o europea que decidía comprar una empresa dentro del mismo rubro en Argentina. Ahora, se trata de fondos de inversión que buscan oportunidades en distintos sectores.

– ¿Y esas oportunidades dónde las están viendo?

– Hoy, están mirando mucho hacia la producción agropecuaria y al sector industrial exportador.

– Cuando se proyecta una inversión, se realiza previamente una evaluación del proyecto para analizar los flujos, los costos, las ganancias previstas, la rentabilidad prevista, etcétera. Generalmente esta evaluación se realiza a 10 años.

– Sí, 10 ó 15 años es lo que se proyecta en los países normales.

– ¿Cómo se hace esto actualmente en la Argentina?

– Bueno, se hace también con esos plazos pero, por supuesto, con muchas incertidumbres.
En general, se construyen escenarios. Se presentan 2, 3 ó 4 escenarios posibles que incluyen diferentes situaciones futuras. Uno en el que el peso mantiene su tipo de cambio real actual. Otro dentro del cual el peso se reevalúa con respecto al dólar, es decir, recupera parte de lo que perdió con la devaluación. Y otro escenario en el que se producen eventos macroeconómicos complicados que determinan que el tipo de cambio vuelve a subir. Después se le adjudican probabilidades de ocurrencia a esos escenarios y, entonces, sobre esa base se construyen las proyecciones.
Obviamente, es un trabajo difícil y complejo porque evidentemente el mundo también tiene mucha incertidumbre y no es solamente una cuestión exclusiva de la Argentina. Porque en proyecciones a 8 o 10 años también hay que indicar cuál va a ser el precio de las materias primas, del petróleo, cómo van a estar ubicados los precios de los productos industriales. Y en todo eso también hay muchas fluctuaciones.

– Cuando uno hace un proyecto de inversión hay ciertas variables que son endógenas al negocio -como, por ejemplo, que puedan aparecer nuevos competidores o que haya cambios estructurales en los precios- y otras exógenas, que son las que introduce un Estado que cambia las reglas permanentemente…

– Sí, pero hay sectores que están más expuestos al cambio de reglas de juego y hay otros que lo están menos.

– ¿Como por ejemplo? ¿El campo sería un sector que está menos expuesto?

– No, el campo tiene mucha exposición a las reglas de juego por el tema de las retenciones. Ahí hay posibilidades de cambio: pueden bajar, pueden subir, pueden ser móviles. Pero hay otros sectores, como la exportación industrial, que está menos sujeta a cambios de reglas de juego.
En general, hoy, la inversión está yendo fundamentalmente hacia los sectores menos regulados. Es decir, donde un sector está muy regulado y, por lo tanto, muy sujeto a decisiones arbitrarias o imprevisibles del Estado, ahí si alguien invierte es porque seguramente las tasas de ganancia proyectadas son muy altas. Porque la tendencia es contraria.

– ¿Eso sucede, en general, con los servicios públicos?

– Sí, claro. Ahora hay muchos inversores que están mirando a los sectores de baja regulación que son, fundamentalmente, los sectores de transables con base industrial.

– ¿Usted ve argentinos que estén volviendo a comprar las empresas?

– Sí, hay.

– Me refiero a que en los 90 muchos argentinos vendieron todo y se fueron. ¿Han vuelto o están volviendo?

– Hay un movimiento de retorno que es notable. Sin embargo, no necesariamente los capitales retornan en cabeza de sus propietarios. A veces vuelven por la vía de los fondos de inversión que están comprando activos argentinos. Y los inversores de esos fondos pueden haber sido, en algunos casos, aquellos que vendieron a muy altos precios y hoy están volviendo por esta vía indirecta.

– ¿Usted cree que hoy hay un ambiente o clima de negocios que atraiga inversiones en cantidad?

– No, hoy está todo muy fragmentado. Digamos que cada sector tiene situaciones que son muy particulares. Así, hay sectores en los que tal vez no sé si se puede hablar de clima de inversión, pero sí hay una corriente favorable, al menos. Se trata de sectores que tienen un tipo de cambio real muy alto, una fuerte demanda internacional, están muy poco regulados y tienen una o dos incertidumbres, como cuál va a ser el precio de la energía y cómo va a evolucionar la regulación laboral. Pero en los que, poniendo en la balanza estos factores negativos y los factores positivos, dan un resultado positivo.
Por supuesto que existen sectores en los que todavía los factores de incertidumbre son mayores y en los que es muy difícil, por lo tanto, tomar una decisión de inversión como, por ejemplo, en gran parte de los servicios públicos.
En el campo hay una gran voluntad inversora por el chacarero argentino, al que le gusta comprar tierra y modernizarse. Pero todavía subsiste una carga tributaria realmente muy fuerte que hace que muchos se den cuenta de que hay que invertir, y de hecho lo hacen, pero que la rentabilidad que obtienen está muy condicionada a niveles internacionales, porque con el actual nivel de retenciones cualquier variación significativa en los precios internacionales les da vuelta la ecuación económica con mucha rapidez.
Entonces, yo diría que el clima de inversión es muy distinto de un sector a otro. Hay algunos que están en pleno boom, como lo es la construcción de viviendas suntuarias, en particular. En este momento está viviendo un período que no ha tenido parangón en los últimos 30 años.

– Usted ha ejercido una función pública y ha hecho cambios importantes desregulando el mercado de transacciones inmobiliarias. ¿Contra qué choca uno cuando quiere hacer cambios profundos en el país?

– Como en todos los países que encaran cambios, su viabilidad depende del momento político. Depende del liderazgo del presidente o del ministro que lidera esos cambios y, en gran medida, del estado de la opinión pública.
En la Argentina se hicieron cambios muy significativos en tiempos relativamente breves, en términos históricos, porque la opinión pública apoyaba muy fuertemente esos cambios. Entonces, la resistencia era reducida en comparación a la importancia de los apoyos y, sobre todo, al liderazgo que en ese momento había para producir esos cambios. En otros casos, donde la opinión pública no acuerda, no apoya o tiene muchas dudas sobre lo que se busca llevar a cabo, o los liderazgos son más débiles, yo creo que es imposible hacer cambios, independientemente de que un ministro o un funcionario los quiera hacer.
Con el paso del tiempo yo he aprendido a valuar mucho más el estado de ánimo de la opinión pública y el liderazgo de los presidentes que los ímpetus o las ganas que tengan los funcionarios de segunda o tercera línea para realizar cambios. Porque cualquier obstáculo que aparezca, si la opinión pública no apoya la medida, bloquea el proceso de cambio.

– Es decir, usted le da más chances a un cambio que, independientemente de su contenido, se haga en un contexto de opinión pública a favor que en uno que tenga a la gente en contra.

– Totalmente.

– ¿Qué nivel de incidencia tienen los medios en la opinión pública?

– Los medios reflejan en cada época el estado de la opinión pública. Y también, a su vez, la van condicionando, formando y modelando. Pero yo creo que hay épocas en que los países están más abiertos a grandes cambios, estructurales y profundos, y hay otras en las que no, en las que la opinión pública es más conservadora o vuelve a ideas del pasado. La Argentina tiene mucho de estos vaivenes. Ahora, sin ir más lejos, es un momento en que la gente es más reacia a aceptar cambios económicos y que, incluso, si alguien quisiera hacerlo, seguramente se chocaría con fuertes resistencias. Este clima no se vivía en lo primera mitad de los 90, entre otras cosas, porque el sistema económico anterior había colapsado.

– Veníamos de la famosa “década perdida”.

– Justamente. Entonces eso condujo a que la opinión pública adoptara una posición de fuerte apoyo a las medidas de cambio estructurales, porque todos nos habíamos dado cuenta de que el modelo anterior de país no era viable y que estaba conduciendo a la destrucción de la sociedad. © www.economiaparatodos.com.ar




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