Noruega es uno de los países más avanzados del mundo. El único pequeño “drama” de su gente es combatir el intenso frío que llega desde el norte, año a año. Aunque lo cierto es que las bajas temperaturas son sanas y no duran mucho rato.
Un país “de película”
En rigor, según el conocido Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Noruega es el país más desarrollado del mundo.
Con un pueblo sumamente culto y trabajador, pero a la vez generoso hacia los demás, está primero en ese ranking, con un ingreso per cápita promedio de 37.670 dólares anuales, una expectativa de vida al nacer promedio de casi 80 años (79,4) y las más altas tasas del mundo en materia de educación.
Todo esto es ciertamente ayudado por la especial circunstancia de que, desde el fondo del Mar del Norte, les llega una enorme riqueza generada por hidrocarburos, acompañada por la sideral suba de los precios del crudo ocurrida en los últimos meses. Noruega es el tercer exportador de crudo del mundo. De alguna manera, hoy “Noruega” quiere, entonces, decir “bonanza”. Al menos para sus cuatro millones y medio de habitantes.
Los noruegos son “humanos”
Pero aun allí, “donde las dan, las toman”, como veremos enseguida. Porque eso es simplemente humano.
Después de las últimas elecciones, Noruega cambió, una vez más, de orientación política. Esta vez, consagró a una coalición de clara orientación de centroizquierda, conformada por laboristas y socialistas.
La propuesta que llevó a esa coalición al triunfo fue bien sencilla: distribuyamos hoy, entre nosotros, más proporción de la riqueza que nos generan los hidrocarburos, de manera que vivamos -ahora- todavía un poco mejor. Quienes sean nuestro futuro, de alguna manera, “que se arreglen”. Quizás porque están lejos de poder considerarse desprotegidos.
Y esto seguramente se hará, desde que la coalición tiene amplia mayoría en ambas cámaras del Parlamente noruego.
Preparándose para el futuro
Sus antecesores en el gobierno habían preferido mantener una alta tasa de ahorro –de cara al futuro y pensando en las generaciones venideras, luego de que la riqueza conformada por los yacimientos de petróleo y gas se consuma y agote– pero disminuir -en cambio- la presión tributaria.
Desde 1996, Noruega, ejemplarmente, ha ahorrado buena parte de la riqueza generada por el sector de los hidrocarburos en un Fondo Petrolero, que alcanzará, el año próximo, los 250 mil millones de dólares y cuyas inversiones se hacen fundamentalmente en otros sectores de la economía distintos del energético.
La decisión de la gente, que llevó a la coalición al gobierno, recuerda aquello de la preferencia que se describe con lo de: “pan para hoy, hambre para mañana”.
Pero todo es, casi siempre, un problema de grado y la situación de quienes pertenecen al futuro dependerá, en definitiva, de la intensidad con que finalmente Noruega aumente el gasto social actual.
Por sus antecedentes, es difícil predecir que las cosas se manejen fuera del marco de la tradicional prudencia en el actuar y, mucho menos aun, que “se salgan de madre”, lo que ciertamente no existe, siquiera como posibilidad, en la Noruega de hoy.
Pese a su bienestar general, Noruega tiene una tasa de desempleo del 4,5%, considerada como normal.
Interrogantes de política exterior
La coalición de gobierno parece estar dividida en algunos temas centrales de política exterior.
Por ejemplo, por el momento no parece haber demasiado “viento a favor” para acercarse institucionalmente a la Unión Europea. En esto, la Unión, extraviada en cuanto a su visión de futuro, no ayuda. De allí que no parezca que, en el corto plazo, Noruega pueda llegar a acercarse al euro.
La otra gran cuestión es la de la pertenencia a la OTAN. En ésta, las posiciones que se conocen lucen incluso más antagónicas en el interior de la coalición de gobierno, por lo que cabe esperar que poco o nada suceda. Al menos, enseguida.
Lo de Noruega recuerda –con todo respeto y salvando las distancias– a aquello del Premio Nobel británico, John Galsworthy, cuando dijo: “El idealismo aumenta en proporción directa a la distancia que uno tiene con el problema”. Es así. © www.economiaparatodos.com.ar
Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). |