Algunos colegios privados han comenzado ya con las evaluaciones complementarias del mes de marzo.
Como comentaba en artículos anteriores en este mismo medio, la cantidad de alumnos que no promocionan los cursos y deben rendir exámenes en los turnos de diciembre y marzo viene aumentando escandalosamente, como así también la cantidad de materias que debe rendir cada uno de esos estudiantes.
Así, uno descubre que en cada curso hay un 10% o 15% de los alumnos que -entre asignaturas previas y del ciclo lectivo en curso- deben rendir más de seis materias.
Lo primero que habría que preguntarse es si es lógico que un alumno que debe rendir diez o doce materias en diciembre deba pasar de curso aunque las apruebe. Se supone que el proceso educativo, además de buscar la incorporación de una serie de objetivos en cuanto a procedimientos intelectuales y contenidos, persigue la adquisición de un conjunto de hábitos volitivos que, como todo hábito, se adquieren por la repetición de actos durante un tiempo razonable. Así, prestar atención en clase, presentar las tareas en tiempo y forma, participar en las actividades del aula y ser responsable por las tareas que a uno se le encomiendan no parecen ser objetivos del área volitiva que los alumnos que dejan para diciembre y marzo muchas materias hayan conseguido.
Por otra parte, en esta época, uno puede ver cantidades respetables de padres buscando vacantes para sus hijos en diversos colegios ya que han repetido el curso. ¿No era estadísticamente esperable que repitieran si debía rendir seis o siete materias? ¿No sería más lógico que si un alumno debiera rendir en el turno de exámenes de marzo un número determinado de materias (digamos seis o siete) tenga que repetir directamente?
Además, uno también se encuentra con cuestiones ilógicas con respecto a las materias que el alumno puede dejar como “previas”. Materias como matemáticas o lengua cuentan con un número significativo de horas de clase, pues se supone que son más importantes que otras que cuentan con un menor número de horas. Pero un alumno promueve el curso quedándose como “previas” matemáticas y lengua, pero no lo promueve si es reprobado en música, actividades prácticas y educación física, sin ánimo de menospreciar a estas asignaturas. La realidad es que si yo soy docente del año siguiente de cualquier asignatura, preferiría tener sentado delante al que repite y no al que promueve en las circunstancias mencionadas. Quizá la manera de solucionar esto es reglamentar que repita aquel alumno que deja previas materias que suman entre ellas siete horas de clase semanales, por ejemplo.
Esperemos que dados los resultados cada vez más alarmantes se tomen medidas para que los alumnos puedan aprender, y no sólo pasar al curso siguiente. © www.economiaparatodos.com.ar
Federico Johansen es Licenciado en Ciencias de la Educación (UBA). |