Las cifras sugieren que Uruguay está creciendo (como toda la región) saludablemente a un ritmo del 7,2% en el primer trimestre del año, respecto del similar del año pasado.
No obstante, el índice que a su vez mide la confianza de los empresarios locales está cayendo. Las razones para esto último son el temor a un “rebrote” de la inflación, la pérdida de competitividad por tipo de cambio y el alza constante de la conflictividad laboral.
En el horizonte hay otros nubarrones mucho más serios, por cierto. Los del autoritarismo, a los que los uruguayos han estado, hasta ahora, desacostumbrados. Nosotros, no.
Me refiero a aquellos que, al decir de Francisco Gallinal, suponen un crecimiento de la “indebida ingerencia en la acción del Poder Judicial poniendo en tela de juicio su independencia”, “intentando presionar sobre muchas de sus decisiones, a un punto tal que la mismísima Asociación de Jueces se vio obligada a salir a la cancha a expresar sus diferencias”. El gobierno oriental también va, según dice Gallinal, “por el Cuarto Poder, ahora quieren también someter a la prensa”, con “expresiones de Vázquez que solamente registran algún antecedente de carácter similar en la época de la dictadura militar”, “se la intenta amedrentar obviamente para amortiguar la crítica”.
Grave, como alerta de un futuro que, de pronto, puede –como entre nosotros, desgraciadamente– terminar siendo bastante menos republicano que hoy.
Las inversiones, sin embargo, siguen apareciendo. No sólo en el sector celulósico-papelero. También en algunos otros. Hay, por ejemplo, unos 1.000 millones de dólares en proyectos de infraestructura que están camino a ser invertidos. Entre ellos, varios puertos deportivos sobre el Río de la Plata para promover el turismo, varias carreteras y algunos puentes.
Además, se anuncia una inversión de capitales británicos que se localizará en Durazno, en el sector frigorífico, la que naturalmente nunca se habría materializado si los orientales, como nosotros, hubieran prohibido las exportaciones cárneas por puro populismo y demagogia. Otra, en el rubro lechero y, una tercera, en la producción del llamado biodiesel.
Durazno, recordemos, es la zona donde asimismo se radicará el tercer proyecto pastero, el de la sueco-finlandesa Stora-Enso.
El río Uruguay ya no será solamente un perezoso y cristalino cauce de agua, en cuyas márgenes sólo hay espacio para el ocio y el descanso, sino un río en cuya costa oriental, al menos, habrá actividad industrial que generará ocupación y riqueza para muchos.
Los uruguayos pondrán el show del crecimiento. Nosotros tal vez mañana miraremos el escenario de la actividad desde nuestra propia orilla, lamentando seguramente no sólo el rápido cambio de escenario (de plácido a activo) sino el haber perdido el tren del progreso. Aquel que, cuando arranca, no para y deja atrás a los que prefieren mirar y no hacer. O simplemente protestar ruidosamente, para cubrir con un biombo o con humo otros problemas, muy distintos. © www.economiaparatodos.com.ar
Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). |