Los que nos conocen bien están razonablemente alarmados con la dramática evolución de nuestro rumbo político, que está virando fuertemente hacia la izquierda. Hay razón, ciertamente, para la alarma. Pese a que los Kirchner están conduciendo una activa campaña de generación de “cortinas de humo” para que no se advierta –temprano– hacia donde vamos como sociedad. Porque temen que la sociedad, que no está con la izquierda radical, haga difícil su objetivo de conducir a la Argentina, paso a paso, hacia el socialismo. Ésta, la de generar humo, y no otra, es la razón de nuestra disputa con Uruguay: distraer, engañar, disimular. La vieja técnica del tero en acción, para que todos miren intensamente para otra parte.
Primero está la presunta disputa (en la reciente Cumbre del MERCOSUR) entre los Kirchner y Fidel Castro, por lo de Hilda Molina, presa en la isla. Lo cierto es que ella sirve como humo y sugiere lo que no es real, esto es, que hay diferencias entre nuestro Néstor y don Fidel. No las hay. Para nada. En Córdoba todo estuvo previamente consensuado entre ellos y mecanizado, a la perfección. El show de la izquierda funcionó como un reloj. Los Kirchner y Fidel (en conjunto con el nuevo líder continental don Hugo Chávez) organizaron el evento con precisión militar (perdón, don Néstor). Sin fallas, ni tropiezos de ninguna índole. La verdadera simulación respecto al caso de doña Hilda es sólo eso: humo. Nada más.
Enseguida el comentario del último número (29 de julio) del prestigioso The Economist que, al describir lo sucedido en la mencionada cumbre, que según ese medio ha “pervertido” al MERCOSUR, transformándolo en un instrumento político al servicio de una ideología y desnaturalizando su esencia, de índole comercial, y arrinconando políticamente al pragmático Brasil, ahora abiertamente desafiado en su liderazgo regional por la catarata de gritos y las proverbiales faltas de respeto de Hugo Chávez.
Pero lo más alarmante llegó desde las columnas del Wall Street Journal, con la pluma de una de sus mejores espadas: Mary O’Grady, quien integra el Consejo Editorial del medio y es una de las periodistas que mejor conoce a América Latina, región sobre la que ella escribe regularmente, cada viernes. Ella sufrió (pero no se amedrentó) las intimidaciones (¡cuándo no!) de nuestro cónsul en Nueva York, Héctor Timerman, hombre del riñón de doña Cristina. Esas intimidaciones salieron por la culata. Ahora, O’Grady sigue mucho más de cerca todavía la evolución de la Argentina.
Veamos algunas de las conclusiones de la periodista, acerca de hacia dónde está yendo efectivamente nuestra Argentina, quizás sin advertirlo todavía.
Para Mary O’Grady:
• Castro decidió viajar recientemente a la Argentina porque, después de Venezuela y de Bolivia, nuestro país es –claramente– el mejor candidato en la región a seguir los pasos de Fidel, que ha estado invirtiendo en el objetivo que ahora trata de alcanzar aquí desde hace ya 50 años. Inquietante, en extremo. Pero a los hechos nos remitimos. • Néstor Kirchner y su gobierno (que incluye a un grupo de antiguos terroristas de izquierda) está, desde hace ya tres años, fomentando y sembrando –en forma constante– el odio en nuestra sociedad, a la mejor manera del propio Castro. Los demócratas de la región hacen bien al estar sumamente preocupados por esto. Para nosotros, O’Grady tiene razón. Llamamos la atención sobre que, en esto, ella coincide abiertamente con los dichos de Roberto Lavagna, quien ha tenido el coraje de denunciarlo públicamente, desafiando las intimidaciones del gobierno de los Kirchner. • Néstor Kirchner ha concentrado todo el poder político en su derredor. Domina ya el Poder Judicial (que no es, entonces, independiente) y ha recibido una inédita delegación de facultades (permanente) por parte de una Legislatura nacional que ha renunciado (vergonzosamente) al deber de cumplir con sus responsabilidades constitucionales específicas, de lo que será responsable. • La inflación argentina está creciendo a la sombra del control de los precios. (Tiene, en esto también, mucha razón: la economía argentina está siendo manejada caprichosamente, con las viejas técnicas del “vudú”.) • Los Kirchner tratan de reabrir y revivir el conflicto de los 70. Para esto demandan judicialmente a quienes lucharon contra los ideales de Castro en esa década y purgan permanentemente a las Fuerzas Armadas de todos aquellos que no coinciden con ellos. (A la mejor manera de los soviéticos.) • Néstor Kirchner está buscando vengarse de todos aquellos que vencieron a la guerrilla en los años 70, la que se inspirara en su momento en los “ideales” de Fidel Castro. • Algunos pueden creer que los Kirchner y Fidel Castro (a los que O’Grady considera íntimamente asociados) quieren paz, justicia y democracia. Pero lo cierto es, a juzgar por su retórica, que eso es difícil de advertir.
Viniendo de quien viene, más vale que no tomemos a la ligera las serias advertencias que se nos hacen. Porque en esto está en juego nada menos que la preservación de lo que queda de nuestra castigada República y, más aún, la defensa de nuestras libertades personales.
No vaya a ser que, de pronto, todos nos despertemos prisioneros, como le sucede a doña Hilda Molina, precisamente. Puede bien darse, si nos descuidamos.
Si no lo cree, piense solamente en cómo se “vive” en el interior de los ahora aliados estratégicos del amigo de don Néstor, me refiero a Chávez: en Bielorrusia, Irán, Corea del Norte y Cuba. Seguramente advertirá fácilmente cómo es el horror de la realidad en esos pretendidos “paraísos” sociales.
Ojo al gol, muchachos, porque vamos en camino a esos tipos de sociedad.
Y algunos aún no se han dado cuenta. Porque, por ahora al menos, piensan con el bolsillo y prefieren silenciar lo que ven, porque no les gusta lo que supone. O tratan de no advertir un futuro que luce negro y que, de pronto, se nos puede venir encima a todos. Ésta es la grave advertencia que subyace al mensaje de Mary O’Grady. No otra. Aunque al fracasado cónsul en Nueva York (de desteñida labor), Héctor Timerman (poderoso individuo, financieramente hablando un auténtico prototipo –en consecuencia– de la gráficamente llamada “izquierda caviar”, quien –en su momento– reiteramos, provocara intimidatoriamente a doña O’Grady, pensando que, como a tantos, se la podía “llevar puesta”), el mensaje de O’Grady seguramente no le gusta nada. Y O’Grady –que tiene no solamente una excelente cabeza, sino asimismo muy buena información y sabe mucho– puede bien estar en lo cierto. Y es de los que se animan a hablar, con las agallas del caso, según está visto. © www.economiaparatodos.com.ar |