El embajador de Cuba en la Argentina, de insólito nombre “mosquetero” y dos apellidos, Aramis Fuente Hernández, es un visitante frecuente de los despachos de los actuales funcionarios públicos y del Palacio Legislativo, donde es bienvenido. Para él no hay reclamos por violaciones a los Derechos Humanos, sólo brazos abiertos.

Recientemente visitó, en la propia Cámara de Diputados, al llamado “Grupo Parlamentario de Amistad con Cuba”, para expresar allí su inocultable satisfacción (y la del régimen cubano, al que representa) por dos proyectos que allí tramitan silenciosamene. Fue recibido por el diputado kirchnerista, Francisco “Barba” Gutiérrez, que preside el mencionado grupo parlamentario.

Es necesario advertir cuáles son los dos sospechosos proyectos que motivaron el emocionado “aplauso” del embajador cubano.

El primero está patrocinado por tres legisladoras de “onda zurda”, todas, ciertamente, del “Frente para la Victoria”. De los Kirchner, entonces. Ellas son: Blanca Osuna, Patricia Vaca Narvaja y Stella Maris Córdoba. Su propuesta requiere al gobierno nacional que solicite al Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que interceda ante las autoridades de los Estados Unidos para que se avengan a conceder visas “humanitarias” a familiares de cinco detenidos cubanos que -por haber delinquido- están en las cárceles norteamericanas, para así poder visitarlos. Nada dicen nuestras atareadas niñas parlamentarias acerca de Hilda Molina, quien no está detenida por crimen alguno y desea visitar y conocer a sus familiares en la Argentina, pero no puede hacerlo. Porque don Castro no quiere. Esto, pese a la notoria “cortina de humo” que supone la carta del presidente Kirchner a su colega (y amigo) cubano sobre este tema.

El segundo proyecto es absolutamente increíble. Su autor, como cabía esperar, es el diputado Miguel Bonasso, que quiere agradecer al régimen de Fidel Castro su reconocido apoyo a la guerrilla marxista de los 70.

Bonasso propone una quita del 75% a la deuda que Cuba tiene con la Argentina desde 1973, que jamás devolvió, sin atender tampoco el pago de los intereses correspondientes. Esa monumental deuda ha estado pendiente de pago por espacio de 33 años. Tuvo su origen -recordamos- en la época de Héctor Cámpora, cuando se extendió un imprudente financiamiento de exportaciones a Cuba de cientos de millones de dólares, sólo por razones políticas. El mismo loco “frenesí ideológico” impulsó al inolvidable José Ber Gelbard a financiar exportaciones a varios países europeos del este, entonces satélites de la Unión Soviética.

En momentos en que Cuba acaba de licitar 59 áreas petroleras en su mar continental y adjudicó 16 de ellas a empresas chinas, indias, canadienses y noruega, y cuando se acerca a un flujo importante de ingresos derivados de la participación en la extracción de hidrocarburos, la propuesta de Bonasso no sólo es inoportuna, sino absolutamente contraria a los intereses de la Argentina, nuestra Patria.

Cuba hoy está fuertemente subsidiada por Venezuela, donde el gobierno marxista de Hugo Chávez es o patrón, o aliado estratégico. Y a Chávez no le faltan recursos. Por lo demás, ¿por qué dar a Cuba un tratamiento especial cuando hemos dejado de pagar a muchos de nuestros acreedores externos? No hemos aún cerrado la negociación con el Club de París, hemos impuesto -desaprensivamene- descuentos inéditos, de dimensiones sin precedentes, a quienes, desesperanzados, se avinieron a “negociar” con nosotros. Y no estamos haciendo lo mismo respecto de los países del Este de Europa, a los que también financiamos y, en una u otra medida, nos devolvieron la plata y hoy ya no son satélites soviéticos.

¿No será que Miguel Bonasso -que goza de acceso directo y preferencial al presidente Kirchner y coopera íntimamente con él en la organización de todas sus cumbres, incluyendo las paralelas– está retribuyendo “favores” del pasado? © www.economiaparatodos.com.ar