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jueves 19 de abril de 2007

Jureré, el Caribe cercano

La punta norte de la isla de Santa Catarina, en el estado del mismo nombre, ofrece una versión brasileña del Caribe a sólo dos horas de Buenos Aires.

La playa es pequeña y blanca como la sal. El mar azul parece abrazado por los morros en una bahía calma y transparente.

Jureré es un lugar para el descanso y para olvidarse de todo. Tiene esa reminiscencia brasileña del Caribe, porque la arena de la playa es fina como la harina, en sus aguas se puede nadar mientras se ve claramente el fondo y la infraestructura del lugar está pensada para el turismo.

Un complejo pequeño, pero con todo lo que debe tener, brinda cabañas cómodas a 40 metros del mar. Todas tienen su parilla para asar un típico rodizio brasileño mientras la familia termina de ducharse y de acceder a ese alivio que el agua plácida le trae al cuerpo después de tanto sol, tanta arena y tanto deporte.

En Jureré uno puede no parar nunca si el físico le da. Hay deportes de agua, motos, bananas gigantescas, vóley de playa, tenis y, claro está, fútbol. Los partidos son interminables si uno armó un buen equipo de ocho jugadores (la cancha tiene esas dimensiones) porque se juega a ganador. Si hay buen material, uno puede pasarse una tarde completa jugando por la medalla que dice “Vitoria”. Los argentinos hacen la pata ancha porque son muchos, aunque los brasileños son locales y el clásico mundial revive su pasión con trajes de baño y remeras desparejas, en lugar de la celeste y blanca y la verde amarelha.

Los chicos están de lo mejor, porque un equipo profesional los cuida y los entretiene para que sus padres también puedan disfrutar. Hay actividades y juegos para ellos durante todo el día: en la pileta, en el salón de juegos y en la playa.

Antes de la arena, una franja verde de pasto mullido aloja a la piscina, el bar de la playa, el restaurante y los lugares para alquilar los equipos de agua (snorkel, motos, reposeras flotantes). Allí se puede almorzar o tomar una cerveza al atardecer, mientras se conversa con el aullido tenue del mar como fondo.

A la noche llega la diversión para los adultos. Se puede bailar, hacer karaoke, jugar a “dígalo con mímica” o anotarse en eternos torneos de truco gobernados, obviamente, por argentinos.

La opción del restaurante formal (no el del área de piscina) es buena para una noche porque se puede elegir de un menú buffet muy cumplido, con mayoría de especialidades brasileñas y buenas opciones internacionales y de pasta.

Florianópolis está muy cerca y se puede dedicar algún día a las tradicionales compras. Por supuesto, habrá que elegir algún día nublado, para no perder ni un segundo de tanta naturaleza. Por detrás del morro derecho, si uno toma como referencia el mar, hay otro pueblito, Canasvieiras, que aparece con un poco más de actividad comercial y de restaurantes para elegir y cambiar de hábitat un par de días.

Jureré es insuperable cuando de mar y playa se trata. Habrá que ir hacia el norte hasta Bombas y Bombinhas, hasta Itapema o hasta Praia Do Sylveira, para encontrar algo distinto, pero igual de bueno. © www.economiaparatodos.com.ar

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