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viernes 30 de mayo de 2014

Algo más sobre la depresión de Cristina

Algo más sobre la depresión de Cristina

Algunos médicos que han tratado a Cristina, están convencidos de que sufre una depresión endógena, que es la que suele producirse en las personas “de adentro hacia fuera” por una vulnerabilidad de su propia psiquis.

Como consecuencia, aparecen en ella fases

espontáneas e inesperadas de bipolaridad, sin que quienes la tratan puedan controlarla totalmente ya que éstas modifican sus estados de ánimo de un momento al otro según la importancia que ella le asigne a los acontecimientos que la rodean.

Por lo mismo, es muy probable que esté sintiendo, en estos días, los efectos de una descarnada y dura sentencia de Scott Fitzgerald: “la vida es, de alguna manera, un camino hacia la demolición”.

El enfermo depresivo suele sufrir con frecuencia una disminución temporal de las llamadas “funciones integradoras superiores”, dice el prestigioso psiquiatra español Francisco Sabanes, quien ha conducido terapias relativas a esta enfermedad en la clínica Quirón de Barcelona y el Hospital de Terrassa.

Dice Sabanes que el enfermo de este mal resulta ser a menudo víctima de confusiones y comete errores en su orientación temporal, al punto de perder la noción del lugar en el que se encuentra por falta de orientación, al mismo tiempo que se equivoca en cuestiones muy elementales provocadas por fallas de su memoria, relacionadas fundamentalmente con hechos recientes.

Al mismo tiempo, se ve afectada en esos momentos su capacidad de lectura, de cálculo y de expresión.

Todos recordamos lo árido que le está resultando a la Presidente repetir en voz alta algunos términos lingüísticamente más exigentes cuando ha debido referirse a ellos en público, lo que la ha forzado a decir en medio de una alocución: “bueno, esto no me va a salir” luego de vanos intentos en los que la lengua parecía no responderle, mientras miraba desesperadamente a algún ministro que le entregó una descripción técnica determinada.

Fue patética la escena ocurrida hace poco tiempo cuando quiso referirse al anillo del que está rodeada la clorofila (porfirina), se trabó y

avanzó como una tromba hacia delante describiendo (a falta de precisiones), el color de la misma, confundiendo cuáles tonalidades del arco iris mezcladas producen lo que ella llamó “color verde”, para añadir ya un poco desesperada (pero altiva siempre) “como todos sabemos”, rematando sus dichos con un encogimiento de hombros sorprendente para dar por terminado el episodio.

Son casualmente el histrionismo, la ansiedad y una peculiar resistencia a responder positivamente a los tratamientos antidepresivos algunas de las características de estos enfermos, sostiene Sabanes, lo que termina de configurarlos como personas muy difíciles de tratar.

El individuo depresivo endógeno tiene además dificultades para conciliar el sueño y una vez que lo consigue puede decirse que duerme de manera inquieta y superficial, sufriendo pesadillas que versan casi siempre sobre temas catastróficos. Todo esto lo obsesiona especialmente, empeñado en volver a dormirse durante las muchas horas de insomnio que suele sufrir.

En Cristina se sabe que suele comenzar con su trabajo muy tarde por la mañana y hay días en que puede observarse su rostro “abotagado” (que intenta disimular con mucho “make up”), como consecuencia probable de haber tenido una mala noche.

Podríamos extendernos sobre el tema, pero no es el objetivo de estas reflexiones, que solo pretenden alertar sobre ciertas características invalidantes que estarían perturbando desde hace mucho a la primera mandataria, lo que vuelve totalmente inútil “tomarla totalmente en serio”.

Hoy, tanto la política como la economía están en “piloto automático”, y los encargados de vigilar el funcionamiento de la “plaqueta central” que oficia de computadora no aciertan a atender correctamente las emergencias que van aumentando día a día. Por eso atravesamos las actuales dificultades. Esa es la verdad y habrá que afrontarla, sobre todo, cuando el kirchnerismo no sea más que un mal recuerdo.

En cuanto a Cristina, solo el temor a sus exabruptos por parte de quienes la rodean, permite sostener la apariencia de que “está al mando”, cuando en realidad “navega” sobre los pocos temas que le llevan, sin ideas claras y sometida casi siempre a caprichos y preferencias de “fascinación personal”. Dos ejemplos (hay muchos): la designación de Boudou y Kiciloff, en su momento.

Lo mejor que podría pasarnos en lo inmediato es que finalizara su mandato lo más rápidamente posible para que pudiéramos lograr que quien nos represente en el Poder Ejecutivo en el futuro sea, al menos,

una persona más equilibrada y con mayor estabilidad psíquica y emocional. Y a partir de allí volver a convertirnos en una sociedad más pacífica, racional y previsible.

Lo que aquí hemos expuesto, pretende contribuir a que evitemos “contagiarnos” de ella hundiéndonos en la desesperanza. Al fin y al cabo, estos casos de mesianismo “psíquico” aparecen solo de tanto en tanto en la historia de un país.

carlosberro24@gmail.com