Ángela Merkel, ejemplo de austeridad y buen gobierno
El gobierno de Alemania, dirigido por Ángela Dorothea Merkel, se ha constituido en ejemplo demostrativo de que el bienestar de los pueblos sólo se alcanza allí donde la virtud y la austeridad confluyen en la conducta de sus gobernantes
1. PILARES DEL BUEN GOBIERNO
Ángela Merkel es quizás el gobernante actual con mayor preparación científica y más aguda perspectiva histórica. Está graduada “magna cum-laude” como especialista en física cuántica, ciencia compleja que estudia los fenómenos desde el punto de vista de la totalidad de sus posibilidades. Y sus oficinas están adornadas sólo con el retrato de Catalina la Grande, princesa de origen prusiano, que gobernó Rusia durante 34 años (1762-1796) al ser depuesto su esposo el zar Pedro III.
Ángela Merkel tiene una visión muy clara acerca de las cuestiones fundamentales que permiten sustentar un sistema económico- social apoyado en mercados libres con respeto a la iniciativa privada y el orden de la competencia dentro de reglas morales.
Por eso en su gestión de gobierno ha auspiciado estas cinco columnas básicas:
1° Sistema de Salud, basado en una red de excelentes hospitales y médicos -públicos o privados- que cubren hasta los pueblitos más remotos y donde nada es gratis porque las emergencias, asistencias y medicinas deben ser pagadas personalmente o a través de un seguro sanitario optativo.
2° Desarrollo Energético que asegure la autonomía respecto del petróleo y el gas, fortificando las fuentes alternativas de energía incluyendo la nuclear.
3° Política Inmigratoria que permite el ingreso irrestricto de extranjeros calificados con estudios terciarios o superiores, bajo condición de que consigan trabajo dentro de seis meses después del aprendizaje del idioma y la cultura alemana.
4° Sistema Laboral basado en la libertad de contratación y despido, convenios colectivos por empresa y eliminación de los impuestos al trabajo.
5° Política Anti-inflacionaria vigente a través de una moneda estable y convertible, caracterizada por su permanente advertencia: “Si el Euro fracasa, también lo hacen Alemania y Europa”.
Sobre este último pilar “merkeliano” piénsese en el traslado de esa idea a nuestro país:
“Si el peso pierde valor, también se hunde la Argentina” .
II. ALEMANIA IMPIDE LAS COIMAS Y SOBREPRECIOS.
Ángela Merkel tiene un inefable ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, decidido partidario de simplificar y reformar el sistema impositivo mediante el Flat-Tax.
Hace varios años -con Schaüble- Ángela Merkel decidió organizar y transparentar el sistema de contratación de obras públicas con un modelo para financiarlas.
Consistió en que el Gobierno sólo paga “llave en mano” es decir después de terminados y aprobados los trabajos licitados.
El Sistema Alemán denominado “de abono total del precio”, permite la imputación contable del gasto público fraccionándolo durante los años en que se prolongue la ejecución del proyecto, aunque el desembolso sólo se produzca al final, en el momento en el que la Administración licitante recepciona la obra acabada.
El financiamiento estatal debe cumplir estas cuatro inmodificables condiciones:
(a) para no malgastar dinero público, el rendimiento futuro de la obra en funcionamiento (Tasa interna de retorno de la inversión) debe ser superior al costo financiero (Tasa de corte);
(b) para justificar su correcta evaluación, en el cómputo de futuros rendimientos no deben incluirse criterios fantasiosos o ilusorios (políticos o sociológicos);
(c) para evitar que la obra se siga pagando después de su obsolescencia, el período de recuperación de la inversión tiene que ser inferior al horizonte temporal de vida útil;
(d) para impedir la corrupción de los funcionarios, el costo del proyecto debe ser equivalente a obras de idéntica calidad estructural, realizadas en países comparables y por el mismo período de ejecución.
III. ALEMANIA NO EMITE MAS DEUDA PUBLICA.
Pero ahora últimamente, el gobierno de Ángela Merkel, ha decidido forzar la marcha: el presupuesto de 2015 será el primero con déficit plano y ‘sin deuda’ añadida.
O sea, que los alemanes han decidido no gastar más de lo que se ingresa, ni dar un paso más largo que sus piernas. Se terminaron los bonos y los créditos de todo tipo al 2 o 3%. Es decir que el Estado alemán no emitirá más deuda pública.
Los maniáticos del endeudamiento público y de las bicicletas financieras, sostienen que si la inflación supera al tipo de rendimiento, uno gana dinero endeudándose… Es decir, que si se tiene una inflación del 5 %, podría emitirse al 3,5 % y entonces el endeudamiento saldría gratis.
Pero eso es falso: son contados con los dedos de la mano, los que ganan dinero endeudándose. Si la gente paga más de lo que recibe, es decir, si contrae deuda tiene una pérdida. Endeudarse es como vender el auto para comprar la nafta.
Uno no se endeuda para ganar ni para perder. Se endeuda cuando no puede evitarlo y sólo entonces. La primera ley económica no es poseer bienes, sino sobrevivir. Es decir cubrir las necesidades básicas para poder seguir viviendo, dado que el objetivo del ser racional es mantenerse en la existencia. Es el ser, no el poseer. Casi todos los endeudamientos basados en apalancamientos terminan beneficiando al prestamista, porque aumentan los riesgos de la operación, provocan menor flexibilidad y mayor exposición a la insolvencia o incapacidad de atender los pagos.
Pero los maniáticos del endeudamiento siguen diciendo que si el Estado se endeuda podría arreglar las carreteras que están deterioradas; gastar fondos para transmitir el futbol para todos por televisión; otorgar subsidios para que los barras viajen a los mundiales; subsidiar viajes con aerolíneas deficitarias; mejorar la educación primaria y secundaria que va de mal en peor y, sostener universidades politizadas que no compiten adecuadamente con las tradicionales.
Ellos creen que el endeudamiento sembrará paz y felicidad. Y si al final, para pagar esas deudas el Estado necesita endeudarse más, no hay que preocuparse, porque para eso está el mercado financiero y su pertinente bicicleta de bonos y cupones CER o PBI.
La actual crisis financiera mundial ha despejado todas las dudas. La señal inequívoca de nuestra decadencia, consiste en una emisión, permanente y acelerada de deuda pública, no para construir preciosas escuelas para niños pobres, sino para pagar los intereses de la deuda anterior, hasta configurar un círculo vicioso, un universo esclavo de sus deudas, que camina directamente hacia el abismo. Y ya sabemos que la única forma de satisfacer una deuda impagable es la violencia que podría significar el fin de la civilización occidental.
La asombrosa decisión de los alemanes por no emitir más deuda pública, junto con su odio genético a la inflación tiene toda la razón del mundo. El ama de casa de Suabia, de la Selva Negra, de Baviera o de Friburgo de Brisgovia, son mejores ministros de economía que los nombrados por políticos populistas. Porque saben actuar con sentido común y respetan la sentencia que Charles Dickens ponía en boca del personaje de David Copperfield: “el secreto de la FELICIDAD consiste en ganar 20 libras esterlinas y gastar 19 con 6 peniques; el secreto de la MISERIA consiste en ganar 20 libras esterlinas y gastar 20 con 6 peniques”.
¡Esto… para que los argentinos pensemos seriamente!