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lunes 9 de julio de 2007

Argentina: entre la eterna coyuntura y los grandes temas

En lugar de preocuparnos por el largo plazo y las cuestiones de fondo, los argentinos nos entretenemos con los escándalos de último momento y las peleas políticas de turno.

Los tiempos políticos se adelantaron subrepticiamente. Dos derrotas seguidas para el oficialismo, sumadas a algunas que se prevé han de llegar, más las que pasaron tiempo atrás y el fantasma de la crisis energética –sin políticas públicas capaces de solucionarla y no sólo de paliarla a través de parches y aprietes– alteraron el clima en Balcarce 50. Los calendarios se modificaron. De alguna manera había que evitar que se siguiera hablando del fracaso del Gobierno en materia electoral y de la falta de gestión para evitar colapsos.

El peculiar lanzamiento de Cristina Fernández de Kirchner a la presidencia sigue esa regla y obedece a esa necesidad: tapar lo que está mal. Está visto que el jefe del Estado no tiene ya nada nuevo para aportar y los tiempos se acortaron. La candidatura de la primera dama sirvió, precisamente, para el objetivo buscado: Mauricio Macri y Fabiana Ríos dejaron de ocupar las tapas de los diarios. Néstor Kirchner “cumplió” y les dio a los medios la foto sonriente del matrimonio patagónico. En este sentido, el presidente es efectivo. Consigue alcanzar su meta, es decir, mantener al país en una coyuntura eterna, pero con protagonistas que no se perpetúan más de 24 horas en escena. Sin embargo, la Argentina necesita algo más que fotos e improvisaciones capaces de cambiar el rumbo del debate en las mesas de los bares.

En una semana, el enigma del pingüino y la pingüina se develó a los argentinos como si se revelara el desenlace de Harry Potter para los chicos. Nos contaron el final del cuento y, sin embargo, ese dato no logra alterar el resto del argumento. Una ventaja es indiscutible: de resultar el sistema de herencia (ajeno a las características intrínsecas de una democracia y una república medianamente serias), la próxima presidenta no podrá echar la culpa de todos los males a su antecesor en el cargo. Conocemos de antemano el enemigo que habrá de utilizarse en lo sucesivo: los setenta y los noventa seguirán siendo no sólo pasado, sino también presente y futuro de un país con posibilidades reales de cambio, aunque sin políticas ni ejecutores capaces de implementarlo. En rigor de verdad, si seguimos por este camino, el cambio en sí mismo será apenas un eslogan que caracterice a los próximos cuatro años.

Lo cierto es que, de una semana a esta parte, las especulaciones sobre quiénes acompañarán a la primera dama en su eventual nueva etapa se sumaron a los rumores de despidos que alteran el clima en los despachos. Con fecha de vencimiento, algunos ministros y funcionarios ensayan su pase a nuevas artes y oficios, mientras los rumores ganan la calle. Y pareciera que es al rumor a lo que deberá acostumbrarse la ciudadanía si resultar electa en octubre la senadora por Buenos Aires. Cristina Fernández comparte con su esposo la teoría de que los medios de comunicación están para conspirar contra el Ejecutivo. Si se sigue de cerca su gestión como legisladora, se verá que los contactos mantenidos con la prensa han sido ínfimos. Así, los cambios por venir sugeridos por el primer mandatario al referirse a la candidata del oficialismo (léase Néstor Kirchner y su jefe de Gabinete, Alberto Fernández) se parecen más a una promesa que a una posibilidad.

Sin embargo, la noticia de la candidatura cumplió con su objetivo: cambiar el eje del debate político. Asimismo, corrobora que el país es ajeno a las grandes epopeyas de la historia universal. La agenda del Gobierno se limita a 24 horas de pura coyuntura, no hay largo plazo en la Argentina y la gente, lamentablemente, se ha contagiado esa locura. Nadie sabe bien qué está pasando y el exitismo del pasado 24 de marzo se esfuma como el humor de las chimeneas. En un eterno ahora, los temas se esparcen, se reciclan, se evaporan. El escándalo de Skanska apenas se limita a algunas indagatorias con ilustres desconocidos como artífices de las coimas y el caso Greco parece haber pasado a la historia desde el día que apareció la bolsa de Felisa Miceli con sus “ahorros” para el techo propio a falta de crédito para inquilinos. Por otra parte, las presiones suben y bajan a las empresas del ranking de las más malas de la historia. Todas por igual, apenas si ocupan 24 ó 48 horas en las noticias. Hace una semana fue el turno de Repsol YPF por la cancelación del crédito, medida y marcha atrás tras irrupción del secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Luego fue Shell, hoy es Metrogas, mañana le tocará a cualquier otra que permita distraer la atención y relegar de culpas al Gobierno.

Lo grave de todo esto es que los empresarios –así como el pueblo– no encuentran interlocutor en Balcarce 50. Ni unos ni otros son escuchados y ambos están sometidos a la contradicción de un Poder Ejecutivo que quiere, por ejemplo, más inversión, pero con menor garantía en materia jurídica y con un sistema de funcionarios que van y vienen con órdenes distintas. Y a la gente, mientras tanto, se le pide “memoria” y apoyo a una gestión que terminó el pasado 25 de mayo y, sin embargo, nunca ha comenzado. ¿Por qué deberían aumentar la inversión los empresarios? ¿Y qué es lo que debe recordar y avalar el pueblo? Son preguntas a las que responde el silencio. Así, los días se suceden sin que haya ilación siquiera en los problemas.

Entretanto, Brasil se consolida como una de las principales fuentes estratégicas de energía verde para la Unión Europea y le hace un guiño al país del Norte obstaculizando la participación de Hugo Chávez en el MERCOSUR. Esta semana, Henry Paulson, secretario del Tesoro de Estados Unidos, visitará a Lula, luego rumbeará a Chile y Uruguay. Ya se paseó por Guatemala, Perú y México. ¿Argentina? No. La Argentina está en los “grandes temas”: pingüina por un lado; dedo acusador apuntando a empresarios; cumbre de la “nueva política” con Adolfo Rodríguez Saá, Ramón Puerta y Carlos Menem a la cabeza; y, en materia de política exterior, intervenimos para “ayudar” a que no se quede afuera Venezuela… © www.economiaparatodos.com.ar

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