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lunes 30 de abril de 2007

Banco Central: una reforma para acelerar la crisis

El proyecto de ley de reforma de la Carta Orgánica del Banco Central no es más que una modificación legislativa que blanquea la actual subordinación de las autoridades monetarias al poder político.

Realmente, no me sorprendió el proyecto de ley de reforma de la Carta Orgánica del Banco Central (BCRA) que preparó el oficialismo en la Cámara de Diputados. Y no me sorprendió porque lo que pretende dicho proyecto es respaldar con una modificación legislativa lo que ya es un hecho: la subordinación de las autoridades del BCRA al poder político. En definitiva, es un intento por blanquear la subordinación del BCRA a las necesidades políticas del gobierno de turno.

Cuando los autores del proyecto de ley dicen que el BCRA no debe limitarse a preservar el valor de la moneda, lo que pretenden es utilizar el sistema monetario para sustituir reformas estructurales en las que no creen. Piensan que con la política monetaria se puede hacer la magia de transformar una economía no competitiva en competitiva.

Tal es el grado de confusión mental que tienen los autores, que en los fundamentos del proyecto sostienen literalmente: “En combinación con un régimen de cambio flotante y apertura plena de la cuenta capital, podría alimentar una tendencia a la apreciación cambiaria con efectos negativos sobre el crecimiento y el empleo”. Lo que nos están diciendo es que un país que aprecia su moneda por generar confianza e ingreso de capitales es un país destinado al fracaso. En cambio, según ellos, un país que tiene un tipo de cambio propio de los que fugan sus capitales por desconfianza, es una nación condenada al éxito. ¡Curiosa forma de razonar!

Vayamos al fondo de la cuestión y, dado lo elemental del razonamiento de estos diputados, veamos qué es la moneda y cómo funciona actualmente el sistema monetario internacional.

La moneda es una mercadería como cualquier otra. En sus orígenes, se utilizaron como moneda el cacao, los clavos, el cobre, el bacalao e infinidad de otros productos. El oro y la plata fueron los que finalmente tuvieron mayor aceptación y, finalmente, el oro se impuso como moneda aceptada a nivel mundial, por más que Keynes lo haya llamado “vetusta reliquia”.

Abreviando la historia monetaria, en un momento los bancos centrales emitían moneda contra las reservas que tenían en oro. Los papeles llamados billetes no eran otra cosa que un recibo por el oro que tenían los bancos, hasta que vino Richard Nixon y decidió declarar la inconvertibilidad del dólar al oro.

El sistema monetario internacional ya no se basa en respaldo en oro sino en papeles. ¿Cuál es la diferencia entre un sistema y otro? Producir oro tiene un costo. Hay que invertir recursos humanos y capital en explorar vetas, luego extraer el oro y procesarlo. Es este costo lo que limita la producción de oro y lo hace un bien escaso. No se puede emitir oro tan fácilmente.

En cambio, cuando los sistemas monetarios están basados en papeles, los bancos centrales pueden emitir moneda en cantidades industriales. Solamente hay que invertir en imprentas, papel y tinta, y cada banco central puede agregarle a los billetes cuantos ceros quiera a la derecha. El costo de producir un billete de 2 pesos no varía demasiado si el gobierno decide producir billetes de 2.000 pesos. Justamente, tengo guardado un billete de 1.000.000 de pesos de la época en que el BCRA estaba totalmente subordinado al poder político, como pretende el proyecto de ley que estoy comentando. Hoy, ese billete de 1.000.000 de pesos no compra ni un caramelo.

Ahora bien, si el sistema monetario ya no se basa en el patrón oro y los billetes que circulan –dólar, euro, yen o pesos, entre otros– no tiene respaldo en oro, ¿qué es lo que respalda a esos billetes? ¿Qué es lo que hace que la gente los acepte como medio de intercambio y reserva de valor dado que los bancos centrales no tienen restricciones de producción de moneda? La respuesta es muy obvia: la reputación que tengan cada banco central y la confianza que tenga la gente en las instituciones jurídicas, políticas y económicas de cada país.

Es decir que el respaldo de los billetes está dado, en la actualidad, por la calidad de las instituciones, la credibilidad de la dirigencia política y la transparencia en los actos de gobierno.

Y aquí llegamos a otro punto, ¿por qué la gente que tiene capacidad de ahorro elige al dólar o al euro como monedas de refugio? ¿Por qué eligen esas monedas si la inmensa mayoría de esas personas desconocen los balances de la Reserva Federal o del Banco Central Europeo? La respuesta es muy sencilla. Dado que tanto el dólar como el euro son simples papeles, los eligen porque confían en la calidad de las instituciones de esos países. Saben que sus instituciones ponen un límite a las locuras que pueden llegar a hacer sus bancos centrales, y, al mismo tiempo, saben de las locuras que son capaces de hacer nuestros políticos.

¿Por qué en 1991 se estableció la convertibilidad? Porque la gente no aceptaba los billetes que emitía el BCRA Central. Huía de los australes y se refugiaba en el dólar. Por eso, la convertibilidad la tuvieron que establecer porque la gente exigía algún respaldo confiable en la moneda que emitía el BCRA (en ese momento, los australes). Puede discutirse si el tipo de cambio que se eligió para entrar en la convertibilidad era el correcto o no. Sin embargo, no hay discusión posible acerca de que el BCRA estaba totalmente desacreditado para emitir moneda.

En este momento, queda bien hablar en contra de la convertibilidad. A pesar de ello, la realidad es que en 1991 fue la gente la que le indicó al gobierno de Carlos Menem que creía en los dólares y no en el austral. Los mismos que hoy se llenan la boca denostando la convertibilidad son los que salían corriendo a las casas de cambio a comprar dólares. De la misma forma que son los mismos quienes en la crisis de 2001-2002 gritaban que les devolvieran los dólares mientras despotricaban contra el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los Estados Unidos. Odian a los Estados Unidos, pero usan al dólar para refugiarse de las locuras del gobierno argentino. Denuncian a los europeos, pero venden pesos para comprar euros porque saben que el peso no tiene respaldo institucional.

En definitiva, lo que nos pretenden “vender” con el nuevo proyecto de ley de reforma de la Carta Orgánica del BCRA es que la Argentina tiene una dirigencia política confiable, que la justicia funciona y que los derechos de propiedad están afianzados. Creen que el BCRA puede emitir pesos y depender abiertamente del poder político porque nuestros dirigentes políticos son verdaderos estadistas que pueden ofrecer suficiente respaldo para los pesos que están en circulación.

Mal que le pese a Kirchner, Moreno y compañía, el mercado es implacable, y cuando digo el mercado digo la gente común. Podrán reformar la Carta Orgánica del BCRA y blanquear la subordinación de éste al poder político de turno. Lo que no van a conseguir con eso es que la gente demande la mercadería denominada “pesos” que emite el BCRA. Lla creciente inflación refleja que la calidad de la moneda que emite el BCRA se diluyó tanto que la gente no la quiere retener. No la demanda como reserva de valor. Los pesos son simples vales para realizar transacciones de corto plazo. No son moneda en el estricto sentido de la palabra.

Hoy en día, la calidad de las instituciones en la Argentina es deplorable. Y esa deplorable calidad de las instituciones es lo que pretenden mostrarnos como activo para emitir moneda y hacer que el BCRA dependa del Ejecutivo.

Si terminan de blanquear este disparate económico, estarán apretando el acelerador para llegar más rápido a la crisis que han incubado y, como razonan muy precariamente, me temo que van a apretarlo a fondo y aumentarán los daños del choque. Así razonan, y así nos va. © www.economiaparatodos.com.ar

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