– ¿Qué opina usted de los anuncios que ha formulado el ministro Lavagna el martes 1º de junio? ¿Le parece que la propuesta del gobierno es viable?
– Yo creo que, inicialmente, lo que sucedió es que había una propuesta muy, muy agresiva de parte del gobierno y una contra-propuesta, también, muy agresiva. Por lo cual, había una diferencia enorme entre los extremos –entre lo que proponía el deudor y lo que proponía determinado grupo de acreedores–. Eso por lo menos ya no es tan así. Ahora habrá que ir revisando esta nueva propuesta en detalle porque hay una mejora y, por lo tanto, un punto más intermedio, que puede llevar a algún contacto. De todas formas, no se trata de un punto, necesariamente, en el medio de lo que fue la propuesta inicial y la contrapropuesta. A mí entender lo anunciado va a resultar positivo y me parece es muy importante porque ahora seguramente va a aumentar el porcentaje de aceptación por parte de los acreedores. No sólo porque anteriormente ese porcentaje había sido cero, sino porque la propuesta es algo más tentadora. Por eso, creo que va a aumentar de manera importante la aceptación y esto, a su vez, incrementa la probabilidad de que la relación entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) siga siendo buena. Este es el primer punto favorable que yo veo en lo que anunció el martes Lavagna para la economía argentina. El segundo tema es más incierto. Se trata de saber si la reestructuración se define o no. Porque ahí habrá que ver cuál es el porcentaje de aceptación que se considera como reestructuración definitiva. Me parece que ese punto va a llevar algo más de tiempo. Pero tenemos un primer avance y esto nos va a permitir, aun después de la tercera revisión y con una alta probabilidad de ocurrencia, mantener una buena relación con el FMI. Entonces, después sí habrá que trabajar para la reestructuración.
– ¿Como economista a usted le parece que con esto ya estamos o la renegociación de la deuda es condición necesaria pero en absoluto es condición suficiente para empezar a crecer?
– No. Nos falta mucho todavía. La renegociación de la deuda es condición necesaria pero no suficiente para el crecimiento sostenido. Para lograr avanzar es necesario tener solvencia fiscal intertemporal.
– Hasta ahora, si uno toma lo que se viene hablando en los medios, pareciera que esto era lo único que precisábamos. Se le viene vendiendo a la gente la ilusión de que si hacemos el arreglo con los acreedores y aceptan esta quita del 75 por ciento, salimos eyectados al crecimiento.
– Coincido plenamente con lo que está diciendo. Pero, de todos modos, es verdad que vamos avanzando y eso, acá, no es poco. En la medida en que haya una política monetaria y fiscal prudente –y yo creo que la hay– eso alcanza sólo a una parte de la reactivación económica. Y ya consumimos esa parte. Esto se está desacelerando y está terminando. Para que la economía, que hoy está aterrizando, pueda volver a despegar, el tema de la reestructuración de la deuda pública es, sin duda, muy importante. Sin embargo, es importante pero no es suficiente. Lo primero que debíamos hacer es tratar de mantener una buena relación con el Fondo, y creo que con esta medida vamos en ese camino. Esto va a permitir que ellos no nos “pongan palos en la rueda”. Pero, cuidado, porque a nosotros esto hoy no nos alcanza. La Argentina necesitaría que, de algún modo, el Fondo y el G7, así como le ejercieron presión a nuestro país para que mejorara la propuesta, le empezaran a ejercer presión a los acreedores para que acepten la reestructuración. Entonces, si logramos que ellos actúen como organismos de presión, esto también va a resultar beneficioso para nosotros. Por eso, es un segundo paso. Pero insisto no es suficiente. Es conveniente un Fondo que apoye, un Fondo que ayude, un Fondo que presione a nuestro favor, pero es necesario tener solvencia fiscal intertemporal. Porque bienvenido que se mejoren las relaciones, aun después de una tercera revisión. Y bienvenida la reestructuración. Pero todavía nos queda mucho por andar. Necesitamos que la reestructuración sea aceptada y además que sea única. Necesitamos que no se dé lugar a nuevas reestructuraciones. Y para eso hay que garantizar solvencia fiscal intertemporal.
– Para tener solvencia fiscal intertemporal y reglas de juego claras, o por lo menos estables a lo largo del tiempo, ¿no es necesario tomar otro tipo de medidas que empiecen a abrir camino a reformas estructurales serias?
– Claro que sí. Por supuesto que, independientemente de la deuda. hay otros temas de suma importancia y que hay que solucionar cuanto antes. Está el asunto de la coparticipación, el tema laboral, la cuestión de los contratos, el sistema impositivo, la reforma tributaria… Hay muchos puntos pendientes.
– Entonces, no sirve reestructurar pero después no hacer nada.
– Por supuesto que no. Todo está asociado, si queremos salir.
– Porque si no después van a decir -como sucedió y sucede siempre en la Argentina-: “vieron que esto de la deuda, finalmente, no era lo que esperaban, era todo un verso”. Así ocurrió con el debate de la convertibilidad y tantos otros debates que acá se han hecho de manera parcializada. ¿Este estilo de hacer las cosas a medias no lleva a ir “quemando” instrumentos y políticas?
– Es así. Por eso yo insisto en que se precisa solvencia fiscal intertemporal. Porque la solvencia fiscal intertemporal iría resolviendo muchas de las reformas que mencionamos. Estos temas seguro que se tienen que tratar para lograr la solvencia fiscal. Pero, también es cierto que algunos de estos asuntos están como muy demorados. El problema de la coparticipación, por ejemplo, lleva diez años de demora. Desde la reforma del ‘94 le dieron dos años como máximo para que se la realizara… Y ya nos pasamos ocho años del plazo acordado en un principio. Ese es un tema urgente pero muy difícil. Es complicado repartir la misma torta. Si se incrementara la torta, resultaría un poco más fácil. Pero que se incremente la distribución primaria, de todas formas, tiene un costo fiscal. Además, con cualquier criterio racional que se tome -sea redistributivo o no- está claro que las provincias grandes son las que tendrían que tener una distribución secundaria mayor. Sin embargo, cuando esto pasa al Senado, políticamente no se logra.
– Cambiando de tema y volviendo a la actividad económica, ¿no le parece que el nivel de actividad en el segundo semestre se va a desacelerar en forma notable? No solamente en nuestro país con la crisis energética, la ausencia de inversión y una mayor inflación, sino también en el sector externo: Brasil devaluando, China creciendo a menor ritmo, Estados Unidos subiendo la tasa de interés. Hay un contexto bastante desfavorable…
– Hay un ajuste en el Relevamiento de Expectativa de Mercado, que se llama REM, que es el consenso de 60 consultoras, fundaciones, centros de estudios económicos y universidades argentinas que le pasan sus estimaciones al Banco Central. En el REM de la segunda quincena de mayo, se ve un ajuste a la baja en la proyección promedio. Se trata de un ajuste modesto, pero es lógico cuando son 60 instituciones: no todas cambian de entrada, el cambio va siendo moderado. Pero, claramente, sí, en los datos de construcción y en los de producción industrial, se ha anticipado la desaceleración. Esperemos que anticipe, pronto, el despegue. Digo, esperemos que la reestructuración de la deuda y todos los temas que precisa con urgencia la Argentina se anticipen para que si se anticipó la desaceleración y se está produciendo el aterrizaje, rápidamente, esto venga a compensar y se dé el nuevo despegue. © www.economiaparatodos.com.ar
Carlos Pérez es economista de la Fundación Capital. |