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sábado 17 de mayo de 2014

Carta desde el ciberespacio 298, del 15 de mayo de 2014

Carta desde el ciberespacio 298, del 15 de mayo de 2014

¿El mundo fue y será una porquería, ya lo sé?, ¿O se equivocó Discépolo?

Hola amigos y no tan amigos. La de hoy es una carta breve, cuyo objetivo es desafiarlos a pensar diferente. Ya lo sé, eso es políticamente incorrecto, y más en la Argentina, pero qué voy a hacer, me gusta provocarlos, es mi trabajo, creo que si no comenzamos a pensar por nosotros mismos respecto a cómo somos y cómo vivimos, si no nos atrevemos a mirarnos al espejo, seguiremos viviendo en una versión triste y decadente de Macondo. O peor, en un país adolescente, incapaz de crecer, de cambiar, estancado en el tiempo mientras los años pasan y nos vamos poniendo viejos, amargados, resentidos, divididos, anestesiados, y siempre con esa equívoca sensación que la culpa no es nuestra, sino del mundo, que nos ha hecho mal. O «que se nos cayó encima», como suele decir CFK parafraseando a Discépolo, en una de esas tardes de Cadena Nacional en las que suele encender el ventilador para que sus aplaudidores seriales, cada vez menos, se sonrían un poco y hagan eso, que parece ser lo único que saben hacer, que es sonreír y aplaudir no se sabe qué. Entre nosotros, a veces queda la sensación que ya ni escuchan, que sólo hacen como que escuchan… Les pueden decir que son idiotas y ellos aplauden igual, sólo por estar allí, en esa versión berreta de una red carpet del subdesarrollo.»Flaquitogordito -me dijo recién Patricia Paltrow cuando hablamos por Skype, desde su oficina de la calle de la Pared, allí en Niúiork Niuiork-, las personas subdesarrolladas no pueden construir una nación desarrollada. Así de simple, beibi. Para consumir, primero hay que producir…Y para eso hay que educarse, esforzarse, estudiar, capacitarse, aprender». Yo por supuesto le miraba los ojos de colores. Tenía una camisita blanca con dos o tres botones desabrochados, casualmente o no tanto, sólo para seducir y confundir a quien se le cruce, y el pelo suelto, despeinado por la vida, ya saben que es una mujer que parece estar siempre peleada con el viento. Obviamente lucía una pollerita algo por encima de las rodillas, no mucho, lo suficiente para no dejar de ser una Lady (se levantó a buscar un café a propósito, para mostrarse, mujer al fin con deseos de ser deseada. Es es lo siempre me hace como parte del juego que jugamos hace años, pero lo hace tan bien….
Y por supuesto que la extrañé, obvio, porque hace semanas que yo no le tomo la mano con fuerza ni ella me besa en cualquier lugar que me ponga tranquilo. (aunque pronto tenemos una Date en Ilhabela, Brasil, menos mal).
Y entonces me dijo algo más: flaquito, poné youtube, y yo lo hice. Ahora escribí Cambalache, y yo lo hice. Ahora buscá la versión de Julio Sosa, y yo lo hice. Y ahora escuchá con atención esa canción y adiviná adonde hay una feroz inconsistencia en esa letra de Enrique Santos Discépolo que ya tiene exactamente 80 años desde su creación, allá por 1934. Y me cortó, claro, si el Don Jones vuelve a querer acercarse, otra vez, a los 17.000 puntos y el S&P a superar los 1900, y su trabajo es comprar y vender bonitos y stocks. De eso vive, muy bien, en WS.
Pero recuerden la letra de Cambalache, pasen y vean…
Que el mundo fue y será una porquería,  
 ya lo sé... 
 En el quinientos diez,  
 y en el dos mil también.  
 Que siempre ha habido chorros,  
 maquiavelos y estafaos,  
 contentos y amargaos,  
 valores y doblés.  
 Pero que el siglo veinte, 
 es un despliegue,  
 de maldad insolente,  
 ya no hay quien lo niegue.  
 Vivimos revolcaos en un merengue,  
 y en el mismo lodo, 
 todos manoseaos.

 Hoy resulta que es lo mismo,  
 ser derecho que traidor.  
 Ignorante, sabio, chorro,  
 pretensioso estafador.  
 Todo es igual... Nada es mejor!  
 Lo mismo un burro, 
 que un gran profesor.  
 No hay aplazados, ni escalafón,  
 los inmorales nos han igualado.  
 Si uno vive en la impostura,  
 y otro afana en su ambición,  
 da lo mismo que sea cura,  
 colchonero, rey de bastos,  
 caradura o polizón.  

 Que falta de respeto,  
 que atropello a la razón,  
 cualquiera es un señor,  
 cualquiera es un ladrón.  
 Mezclado con Toscanini va Scarface y Napoleón, 
 Yatasto y Lavignon,  
 Gatica y San Martin...  
 Igual que en la vidriera irrespetuosa  
 de los cambalaches,  
 se ha mezclado la vida,  
 y herida por un sable sin remaches,  
 ves llorar la Biblia, 
 junto a un calefón.  

 Siglo veinte, cambalache,  
 problemático y febril.  
 El que no llora, no mama,  
 y el que no afana es un gil.  
 Dale nomás! Dale que va!  
 Que allá en el horno 
 nos vamos a encontrar!  
 No pienses más, 
 hacete a un lado.  
 Que a nadie importa 
 si naciste honrado.  
 Si es lo mismo el que labura  
 noche y dia, como un buey,  
 que el que vive de los otros, 
 que el que mata, que el que cura,  
 o esta fuera de la ley.
Yo escuché la letra de la canción, mientras lo veía a Julio Sosa, un típico macho argentino de esos que se mueren en su ley, y tuve que volver a escucharla dos veces más para entender la adivinanza. En el medio se me cruzó la imagen de mi amigo Willie Kohan, quien ya hace años viene sosteniendo, con razón, que no le echemos la culpa de lo que nos pasa al mundo, que «Somos Nosotros» (en su programa de radio, por ejemplo). Y poco a poco comprendí de qué se trataba la adivinanza. Sencillito, como diría Paltrow, Discépolo era un híper pesimista, tanguero y melanco (como muchos argentinos…), que veía al mundo gris, a todo el mundo, claro, aunque no sé si habrá salido de la General Paz, con todo respeto. Pero esa es la clave que vieron Paltrow, y antes Willie Kohan, casi un acto fallido, casi una coartada para evadir culpas y responsabilidades: no es que el mundo sea gris, es la Argentina, somos nosotros, un país gris pese a sus enormes riquezas naturales, un país pendular, grouchomarxista, transgresor, que se hace el solidario y el progresista, que viene decayendo hace décadas y pasó desde el 7 lugar en el mundo hasta el lugar 27, si lo medimos por el tamaño de su economía, o en el puesto 60, aproximadamente, si lo medimos en función del producto bruto por habitante. Eso es retroceso, eso es volver al pasado. Eso es negarse a ver la realidad…
Pero la clave es que tanto Discépolo, como Cristina Kirchner, creían que «el mundo fue y será una porquería, ya lo sé». Lo que les era y sigue siendo muy «conveniente» para evadir culpas y responsabilidades, casi como si fuera una coartada perfecta.
Como suele decir la Presidente para justificar las diversas crisis argentinas: «el mundo se nos cayó encima«, qué le vamos a hacer, agente, yo pasaba por aquí, tenía el cinturón de seguridad bien puesto, no había bebido y tenía los papeles en regla, pero el mundo se me cayó encima y por eso ocurrió el accidente, ¿me entiende? La culpa es del mundo, que fue y será una porquería, ya lo dijo Discépolo hace 80 años, no sé si lo tiene visto…
Queridos amigos y no tan amigos, Sra. Presidenta y Sr. Discépolo, si se fijan bien las estadísticas (las serias, claro, no las del Indec), o si miran muchos otros indicadores cualitativos de diversos países,  no todo el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, ni el 510 ni mucho menos en el 2000. No todo el mundo es un cambalache, tampoco, como lo sostenía Discépolo en un tango bien argentino, derrotista, demasiado argentino, casi un himno nacional que pretende hablar del mundo (casi una «transferencia», como diría algún psico de Villa Freud) pero termina describiendo a la Argentina y a los argentinos, pero cuidado, ni siquiera a todos los argentinos, muchos de los cuales sobreviven a este cambalache que no es global a fuerza de principios, dignidad y mucho pero mucho esfuerzo, estudio, madrugar, pelearla todos los días para encontrarle la vuelta y hasta trabajar, sí trabajar, a quién se le ocurre, eso que por aquí no está de moda porque a muchos argentinos les gustan los curros, los planes no trabajar, hacerse el barrabrava, entrar por una puerta y salir por la otra (y luego ampararse en que la sociedad ha sido injusta con ellos), o más, jugar a que son políticos e intendentes durante 10, 20 años…
Cambalache, la canción, nuestro himno no oficial, es casi una justificación para ampararnos y justificar que nosotros no somos solo los malos, los únicos, los peores, sino que todos, en todo el mundo, lo son, los de aquí y los allá, los de arriba y los de abajo, los de izquierda y los de derecha, la excusa perfecta para no seguir currando.
Qué bien que les viene esto a los cínicos, a los que mienten, esconden, roban, echan la culpa a los demás, se justifican y siguen adelante con frivolidad, sin mirarse nunca al espejo. ¿Quedó claro, muchachos del tablón?
Amigos, en el mundo hay de todo, pero el tango Cambalache no describió al mundo, sino a la Argentina. Discépolo prefirió creer que todo el mundo fue y será una porquería, pero no es así, aunque este himno argentino nos viene muy bien para quedarnos tranquilos, para recostarnos en la cómoda mediocridad de considerarnos una parte de un mundo lleno de corruptos y ladronesy tipos fuera de la ley, en donde conviven la biblia con el calefón. Y por lo tanto, señor Juez, somos inocentes, ya se sabe, en un mundo de ciegos, el tuerto es rey.
Pero las cosas no son así, insisto, amigos y no tan amigos. En el mundo siglo XX, o más actual, en el siglo XXI, hay países que crecen, que progresan, que avanzan, que se desarrollan, en donde no se premia a los chantas ni a los mediocres, ni a los corruptos, ni a los que se callan, ni a los quienes no enseñan a aprender ni aprenden a enseñar. En ese mundo, un mundo que Cambalache no muestra, hay millones de personas que crecen, aprenden, trabajan, se queman las pestañas estudiando, pensando, tratando de inventar, de innovar, de mejorar lo que hay. Hay millones de personas que se esfuerzan, sueñan, tratan de hacer las cosas dentro de la ley y de cumplir con sus convicciones, sus principios.
En ese mundo los chinos y los Hindúes están agregando todos los años a millones de personas al mundo del trabajo y del consumo. En ese mundo no es lo mismo el que labura noche y día como un buey que el que vive de los otros, el que mata, que el que cura o esta fuera de la ley.
En ese mundo que los pronosticadores del Apocalípsis describen como un cambalache, hace apenas 200 años la población era de 1000 millones de personas, y hoy nos acercamos a los 7.000 millones, pese a que otro pesimista, Malthus, dijo que el mundo no iba a poder alimentar más gente.
En ese mundo hay problemas graves, pero millones de personas se despiertan a la mañana, toman su desayuno y salen a trabajar para ver qué pueden hacer para estar mejor, para crecer, para aprender, para resolver sus problemas y los de sus seres queridos. Y hasta les queda tiempo para preocuparse del Cambio Climático, de penar en sus nietos, de hacer planes, de enamorarse una y otra vez hasta que encuentren lo que los haga más felices. Y no mienten, no incumplen las leyes, no se escapan, no se inventan una realidad a su medida, no se creen los mejores ni los peores, no andan dando lástima ni pidiendo limosna, sino un trabajo digno. Y algunos, quizá, hasta se preguntan porqué el mundo están tan mal repartido, que hay un país tan extenso y rico como la Argentina en donde se fabrican nuevos pobres pese a las enormes riquezas naturales con las que cuentan y que sólo esperan que las pongan a producir.
Porque en el mundo civilizado, en el mundo del siglo XX y en el 2000 también, los que están fuera de la ley van presos. Así de sencillo. Las instituciones funcionan. Las democracias funcionan. La Justicia funciona. Y la gente quiere progresar, no regresar, piensa en el futuro, no en el pasado. Y no le echan la culpa a los demás de sus propios problemas. Ni se justifican, si total el mundo es, según Discépolo y hasta CFK, un gran Cambalache.
Basta, creo que se entendió.
Hace un rato volví a hablar con Paltrow, de muy buen humor y jugando con las palabras para seducirme alegremente por teléfono, por skype, por webbcam o personalmente, los mercados de EEUU ya habían cerrado en una excelente jornada, pese a que el nostálgico señor Putin y algunos de sus conciudadanos y vecinos siguen sin enterarse que al muro de Berlín no lo tiró  ninguna bomba atómica, ni convencional, ni nada, sino el simple y rotundo fracaso del proyecto económico comunista de la URSS y sus países satélites, acumulado por décadas de populismo disfrazado de buenas intenciones. Seguramente ellos también, los rusos, tienen una canción melancólica llamada Cambalodka, para echarle la culpa de sus propias ineficacias a ese gran país del que todos hablan y pocos conocen llamado «Resto del Mundo».
Pero Paltrow hizo algo más: me dijo «ahora flaquito metete otra vez en Youtube, apreta Lois Armstrong, luego buscá «What a Wonderful World» y cuando lo encuentres, escuchá esa bella canción con mucha atención a la letra y también al título. Y fijate cuál es la clave. Te va a gustar.
Yo hice lo que me dijo, y cuando lo estaba haciendo me ocurrió que la canción me sugería WWW, como la maravillosa red que nos hoy nos une a todos, para crecer, comunicarnos, achicar el planeta y unirnos un poco más. Una idea, más. Claro que me emocioné hasta las lágrimas con aquel bello y simple cantó al optimismo global del querido negro Armstrong, seguramente un antepasado de Barack Obama.
Eso es todo, amigos, les mando un abrazo y hasta la próxima carta desde el ciberespacio.
Eso es todo por hoy, les mando un abrazo y hasta la Victoria Secret.
El Hombre Electrónico
Políticamente Incorrecto