¿Se acuerda cuando Kirchner y Bielsa, eufóricos, nos anunciaron una inminente ola de inversiones chinas? ¿Usted la vio? ¿No? Yo tampoco.
Y eso que, a ellos, los chinos, el autoritarismo no los sorprende. Pero parece que, no obstante, desconfían, y no sin razón, del populismo y de la demagogia. Particularmente cuando son burdos. Pretenden, en cambio, contar con reglas claras, en escenarios en los que la palabra empeñada se cumple. Y, desde luego, también un mínimo de orden y de previsibilidad, con tribunales independientes e imparciales. Y con normas claras, que perduren.
Por esto, quizás, apenas conocida la definición de quien será el próximo presidente peruano, Alan Gabriel García Pérez -que acaba de anunciar (por primera vez en nuestra región) que seguirá el camino del exitoso “modelo chileno”-, empezaron a llegar a Perú los inversores chinos.
El último es “China Fishery Group Ltd”, de Hong Kong, que acaba de adquirir la sexta empresa pesquera peruana: el grupo Alexandra, que exporta pescado y harina de pescado por unos 67 millones de dólares anuales. Y ha crecido ordenada y sostenidamente cada uno de los últimos años.
Ocurre que Perú quiere participar en la economía abierta del mundo, tomando los riesgos consiguientes, con la necesaria autoestima.
Perú es, cabe recordar, el mayor productor de harina de pescado del mundo y tiene un litoral marítimo riquísimo en recursos naturales, de los más productivos del planeta. Además, a diferencia de nosotros, tiene continuidad, con una administración que cierra su ciclo dejando tras de sí a un país ordenado y en crecimiento y acaba de ungir a un gobierno que ha puesto sobre la mesa una serie de propuestas sensatas, que generan confianza externa.
Por esto siguen llegando los inversores chinos a Perú. Porque tiene sentido invertir en un país que no se declama como “serio”, sino que es efectivamente serio. Por su conducta y por el contenido de sus propuestas. Por sus hechos y no por sus dichos. © www.economiaparatodos.com.ar |