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jueves 20 de noviembre de 2008

Chávez, una muestra de falsa modestia y otros vicios

El presidente de Venezuela reúne un sinfín de actitudes que están lejos de ser virtudes: populismo, arrogancia, soberbia, insolencia, intolerancia, desprecio por la verdad, manipulación constante de la opinión pública, ignorancia y corrupción.

En algunos países de América Latina (en lo que ha comenzado a llamarse “Cretinoamérica”), distintos gobiernos nacionales presuntamente “progresistas” -esto es, que dicen vivir preocupados por los demás- han hecho pie en el poder, desde hace rato ya. Con consecuencias nefastas.

Este es, por ejemplo, el caso de la Argentina, de Bolivia (aunque es difícil calificar de “progresista” al líder que procura regresar al más puro atavismo), de Ecuador, de Nicaragua, de Paraguay y, ciertamente, también el de la patológica Venezuela, que lidera orgullosa la marcha hacia el “socialismo bolivariano”.

Sus respectivos Jefes de Gobierno tienen algunos conocidos –aunque poco atractivos– denominadores comunes: un populismo descarnado; una constante arrogancia; una desagradable soberbia personal en los actores centrales; una cuota creciente de insolencia e intemperancia política; una alta agresividad para con los adversarios, a los que demonizan sin parar; total intolerancia con cualquier opinión distinta de la “oficial”; un desprecio feroz a la verdad (los funcionarios de los Kirchner, en la Argentina, han llegado al extremo insólito -y presumiblemente fraudulento- de falsificar las cifras y estadísticas oficiales en materia de actividad económica que publica el INDEC); una manipulación constante de la opinión pública; un “auto-bombo” permanente y burdo; una absoluta ignorancia acerca de cómo funciona el mundo; muy poca educación y mucha vulgaridad; y, peor aún, una fea ola de corrupción que parece infectar todo cuanto está cerca de ellos. Horrible, pero las cosas son así. Y no se puede dejar de advertirlo.

La actitud de los pretendidos “progresistas” no comprende que, como sostiene el Juez sudafricano Albie Sachs, “la civilidad, en un sentido constitucional es más que cortesía y buenos modales”. Porque ella “presupone tolerancia hacia aquellos con los que está en desacuerdo y respeto por la dignidad de aquellos con los que uno discute”. En rigor, sin diálogo civilizado no hay democracia, sino autoritarismo. Así nos sugiere la historia y así lo comprueba la realidad de los totalitarios de turno.

Sus líderes caen, sin embargo, fácilmente en la frivolidad. Aman los podios, los micrófonos, los escenarios, las lluvias de “papelitos”, las candilejas, pero aún más: la adulación y la obsecuencia. Y no pueden vivir sin los aplausos. De allí que “sequen” a todos. A punto tal que -en muchas ciudades- la gente (harta) cambia de inmediato los canales de televisión tan pronto como ellos aparecen “en cadena”.

El cuidado de las imágenes

Los líderes populistas, sin embargo, cuidan sus imágenes personales. Para ello recurren a las técnicas de la cirugía estética, el teñido de sus canas, y se visten a la manera de millonarios (muchos, en rigor, lo son, aunque no puedan admitirlo efectivamente). Pero, como veremos enseguida, no pagan “las cuentas” de estos gastos. Las “trasladan” a los demás. A todos nosotros, mejor dicho.

Algunas mujeres, como doña Kirchner, se cubren con sedas de todo tipo. Lo que no siempre esconde la vulgaridad. Los varones -en cambio- se “uniforman” con atípicos atuendos (no olvidar que se trata de “llamar la atención”, por “diferentes”) aunque algunos, como Morales o Correa, eligen vestimentas pretendidamente telúricas que los “distinguen” como “marca de fábrica”, aunque lo real sea que los disfrazan a la manera clásica de los -algo más sobrios- de Fidel Castro o de Kim Yong-Il, con sus uniformes proverbiales.

Hugo Chávez, por ejemplo, cuando no está arropadito de colorado subido, se compra trajes de seis mil dólares cada uno y gasta en ellos -cada año- unos ciento sesenta mil dólares de su presupuesto protocolar; en zapatos, pobrecito, gasta otros setenta mil dólares por año; se queda en hoteles por los que paga tres mil quinientos dólares la noche; y lleva gastados -en lo que va del año- unos seis millones en dólares en toda suerte viajecitos al exterior. No se priva de nada el hombre. ¿Se acuerda de aquello tan gráfico de “tirar margaritas a los chanchos”? Parece mentira. Pero así parecen ser las cosas. En Venezuela y más allá.

Para poder mantener todo este desvarío, el caribeño gasta además unos 27 millones de dólares en avisos publicitarios por año, unos 4,2 millones de dólares en vehículos y casi 2 millones de dólares en encuestas. Aparentemente quiere estar seguro de que no lo “sorprendan” circunstancias imprevistas.

Malas compañías

Sus amigos, por cierto, no “ganan” mucho menos. El Presidente de PDVSA, la empresa que tiene que ver con el envío de “valijas” con petrodólares al exterior para comprar votos (a los “compañeros de ruta”, como los Kirchner que así han perdido legitimidad) tiene un Presidente que cobra 37.000 dólares al mes como sueldo, y además bonos y bonificaciones por 777.000 dólares anuales.

Después de ver lo que gasta el ínclito caribeño en vestirse, cuando uno mira la forma que se trajea la Sra. de Kirchner; los resonantes abrigos blancos para visitar a Sarkozy; los cinturones que procuran “destacar” caderas, etc… piensa, ¿todo esto, los pagaremos nosotros, más allá de las valijas de los Antonini Wilson? ¿O alcanza con los petrodólres?

Ocurre que hasta las “kafiyas” palestinas con las que, insólitamente, Cristina se envuelve el cuello, podrían estar pagadas por el “presupuesto”, si de pronto lo de Chávez tiene imitadores rioplatenses.

El nepotismo de siempre

Así actúan los “progresistas” que, además, promueven escandalosos niveles de nepotismo. Como el que la periodista peruana Susan Abad, del conocido diario “El Comercio”, de Lima, llama la “robolución”, cuando describe lo que sucede en el estado de Barinas, en Venezuela.

Esto es, en la propia “cuna de la revolución bolivariana”, la “Belén” del Dios Hugo, donde está emplazado el pueblo de Sabaneta, en el que naciera -en 1954- Don Hugo Chávez Frías, porque en rigor el caribeño porta “dos apellidos”. Como los hombres “de alcurnia”

Allí el Gobernador del Estado es nada menos que el propio papá de don Chávez. El Secretario del Estado es, por su parte, Argenis Chávez, un hermano del caribeño. Narciso, otro hermano, es el embajador en La Habana, luego de haberlo sido ya en Canadá. Adán era, hasta no hace mucho, Ministro de Educación y ahora aspira a reemplazar a su papá en la gobernación de Barinas. ¿Por qué no? Piensa entusiasmado.

Aníbal, para no ser mucho menos, es el Alcalde de Sabaneta. El primo Asdrúbal es el Vice-presidente de PEDEVESA. El sobrino Cléber, tiene a su cargo el manejo de los programas sociales del estado de Barinas. El sobrino Enzo administra la refinería cubana de Cienfuegos. La mamá, doña Elena, de carácter fuerte, dirige la Fundación del Niño, denunciada ya por irregularidades. Y hay más.

Por todo esto, en la propia Barinas, los Chávez son apodados, no sin razón, “la familia real”. Clara reacción al fenómeno referido, el del nepotismo. Los Kirchner son “un poroto”, en esto. Pero también tienen “acomodados” a hermanos, cuñadas y familiares.

Para algunos la cosa en Barinas es realmente tan desvergonzada que hay posibilidades concretas de que los Chávez, de pronto, pierdan el control de Barinas en las elecciones del próximo 23 de noviembre que se aproximan. Veremos. Para ellos ese sería un “terremoto político”. Pero el fraude es una realidad en Venezuela, que siempre podría “salvarlos”.

Habrá que esperar para saber como termina esta triste historia de los colmos del abuso, cometidos, como tantos, en nombre del “progresismo”. Sin pudor alguno.

Mala situación

Mientras tanto, en lo que va del año se “fugaron” de Venezuela (con razón) unos 20 mil millones de dólares, que se suman a los 19 mil millones que escaparon el año pasado y a los 7,3 mil millones de dólares que salieron en el 2006. La deuda externa venezolana supera los 50 mil millones de dólares, lo que no sorprende.

En paralelo, el barril de crudo venezolano cotiza a solo 46 dólares el barril. Esto es, 20% por debajo del precio de referencia de 60 dólares el barril usado para el presupuesto nacional de este año. Si las cotizaciones no suben a niveles por encima de los 80 dólares el barril, Venezuela no podrá atender sus gastos domésticos. Duro e inesperado “giro” de las circunstancias.

En los comicios del próximo 23 de noviembre Chávez (salvo fraude de “a la nicaragüense”) debiera sufrir una clara derrota en los ocho principales estados del país, si las proyecciones que se conocen se cumplen.

No sorprende, por todo esto, que de pronto la Fiscalía española solicite la captura de cinco “etarras” que supone están en Cuba y en Venezuela. En el “paraíso” entonces. Su “paraíso”, es obvio. Ellos habían entrenado a las FARC en el manejo de explosivos. Como en su momento los “Montoneros” argentinos hicieran en el Líbano, para los predecesores de “Hezbollah”.

Pese a todo, Hugo Chávez habla sin parar, cual paranoico. Por esto, el Colegio Nacional de Periodistas de Venezuela adhirió a un recurso de amparo que pretende poner límites a las permanentes “cadenas presidenciales” que, siguiendo los consejos de Antonio Gramsci “acaparan” el aire. Porque, sostiene, vulneran el derecho a la información y cercenan el trabajo que realizan los comunicadores sociales. Increíble, pero cierto.

“Palazo” de Hugo Chávez para Cristina Kirchner

Cuando el caribeño Hugo Chávez Frías (el hombre, pese a la facha, tiene ciertamente dos apellidos) leyó la declaración final resultante de la reciente reunión del G-20, en Washington, seguramente se le puso la piel “de gallina”.

Porque en esa declaración final se abraza, sin retaceos, a la economía de mercado como máquina de hacer crecer al mundo (lo que obviamente se tiene por anatema por parte de cualquier comunista, y más aún si es “sanguíneo”, como don Chávez), se condena el proteccionismo y se decide impulsar el libre comercio a través de la reanudación de las negociaciones en la estancada “Rueda de Doha”.

“¡Todo mal!”, grita el caribeño. Un resultado, agrega, “decepcionante”. Esta afirmación debe leerse como un fuerte “palazo” para nuestra Presidente Cristina, una de las firmantes (sin reservas) del documento aludido. Según su marido, Néstor, ella fue la “representante del mundo emergente” en el G-20 (¿habrá leído el cónyuge la lista de asistentes antes de salir con esta exageración?).

Chávez no está contento. Ni con los resultados de la reunión, ni con la fuerte caída del precio del crudo, que es como “meterle la mano en el bolsillo” o poner fin a la “multiplicación de los panes” que le permitía financiar fácilmente toda suerte de tropelías, dentro y fuera de Venezuela. Para peor, en momentos de elecciones en su país.

Pero Chávez es siempre profético. O cree serlo. “Nosotros, agregó, no teníamos ninguna esperanza de que de esa reunión saliera algo positivo para el mundo”. Sabía que si pensaba que, como consecuencia de ella, el precio del crudo iba a trepar, se iba a equivocar. Ahora tratará de que se cierren las canillas del oro negro. Perderá así aún más ingresos…

Incómoda posición la de nuestra Cristina, al recibir la crítica dura de un amigo y “compañero de ruta”. Pero la fama tiene su precio y ella no puede escucharlo, está “de gira” (con su séquito y cámaras de todo tipo, por supuesto) por países que tienen un denominador común: enfrentar enormes problemas en materia de respeto por los derechos humanos y las libertades civiles y políticas de sus pueblos. Toda una señal acerca de lo que, desde el gobierno argentino, se interpreta como coherencia. No sorprende, después de todo, del dicho al hecho, hay mucho trecho. Y poderoso caballero es Don Dinero. © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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