Cinco ministerios, ninguna solución
Implícitamente o no, lo cierto es que la campaña electoral está copando el escenario político nacional. Sin embargo, falta más de un año, y en ese lapso nadie sabe a ciencia cierta lo que puede pasar. Argentina es el país de los imponderables.
Se acuesta con un secretario de Cultura, y se despierta con un Ministerio con una cantante folklórica dirigiéndolo. No pasa en ninguna parte del mundo. No debería pasar tampoco acá. En primer lugar porque los ministerios no se crean por decretos de necesidad y urgencia – al menos que no estemos bajo régimen democrático claro , y en segundo término porque los mismos están regulados por la Constitución y en ella se lee sin eufemismos cómo y cuántos son.
La Constitución de 1853 estableció cinco ministerios mencionándolos uno por uno. La reforma de 1898 amplió el numero a ocho, dejando su estructuración a la ley ordinaria. Posteriormente, la reforma de 1994 dejó la regulación del numero de ministros a lo que disponga la ley respectiva e incorporó al jefe de Gabinete de ministros.
A su vez, los Ministerios hallan su naturaleza jurídica en el Art.100 de la Carta Magna, del Capitulo IV, referido al Jefe de Gabinete y demás Ministros del Poder Ejecutivo; y en la llamada “Ley de Ministros”, que en realidad hoy es el Decreto 977/95. Ya empezamos mal: una norma sancionada en el Legislativo no es una mera firma presidencial.
Es decir que desde el vamos se ha violado la letra de la norma fundacional de la República. La “Ley de Ministros” no es una ley, es un decreto. Y un decreto con Cristina Kirchner a cargo del Ejecutivo equivale ni más ni menos que a un capricho pues el mismísimo Decreto dice claramente que los ministerios deben ser sólo diez.
A saber: Del Interior; De Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto; De Defensa; De Economía e Infraestructura, Planificación y Obras Públicas; De la Producción; De Justicia y Derechos Humanos; De Trabajo, Empleo y Seguridad Social; De Desarrollo Social; De Salud; De Educación.
Sin embargo, desde la asunción de Cristina Kirchner se crearon cinco carteras más por necesidad y urgencia de los caprichos de la Presidente. ya que nada se ha solucionado por el hecho de haber sido creados. Apenas asumió le dio carácter de Ministerio a la Secretaria de Ciencia y Tecnología.
Luego fue el turno del Ministerio de Agricultura creado en el 2009 cuando surgió la crisis con el campo. Hoy la crisis sigue igual o peor, y encima el pueblo paga con sus impuestos un montón de nuevos sueldos y pagará , en su momento, las respectivas jubilaciones de privilegio. ¿Por qué no iba a ser así si el silencio de los demás poderes democráticos le habilitan el antojo a la jefe de Estado?
Un año después, amanecimos con un nuevo decreto estableciendo el Ministerio de Turismo. Seguramente la cantidad de feriados y puentes inventados será la justificación que se le diera a esta inventiva donde se gastan millones sin que se sepa a conciencia cómo, cuánto y de qué manera.
En diciembre de ese mismo año, cuando ya la inseguridad hacia mella en los ciudadanos, se creó el Ministerio de Seguridad, área que dependía de la cartera de Justicia. Al frente se nombró a Nilda Garré cuyo fracaso fue magnánimo. Hoy se supone que lo dirige Cecilia Rodríguez aunque la de Sergio Berni es la única cara visible. Así estamos.
Cuatro años después, tras la tragedia de Once, Cristina transformó la secretaria de Transporte dependiente de Planificación, en Ministerio. Medida que tampoco logró efectividad pues al tiempo sucedió la tragedia de Castelar.
Sintetizando, Cristina Kirchner ha creado cinco ministerios que en rigor deberían llamarse “misterios” pues no hay política de Estado concreta emanada de alguno de ellos capaz de solucionar o paliar al menos uno de problemas perentorios del pueblo.
La burocracia ganó y la herencia kirchnerista será una caterva de empleados públicos y estructuras donde se ha enquistado la corrupción. No son siquiera despachos. Son kioscos privados donde llevan a cabo sus negocios los funcionarios.
Aún no se sabe con certeza a qué obedece la aparición de Teresa Parodi, pero se puede prever las políticas de Estado que ha de implementar en lo sucesivo: recitales a troche y moche que venderán como “gratis” cuando, en verdad, los pagamos todos, espectáculos al por mayor para la distracción, viajes a eventos que no aportan un ápice y a los cuales sólo asisten los “culturales” afines al pensamiento dominante.
Asimismo, se puede ver que la inseguridad no ha cesado porque tenga un Ministerio, el turismo se limita a viajar por la ruta 2 un fin de semana largo, la agricultura sobrevive gracias a la soja y no a una cartera que incentiva la siembra; el transporte digno sigue siendo promesa, y la ciencia es como si no existiera.
Grandes erogaciones para escasas soluciones.
Por otra parte hay despachos que existen desde el comienzo cuyas funciones tampoco aportan demasiado. A saber, el Ministerio de Desarrollo no parece tener razón de ser si cuando ha habido alguna catástrofe – como las inundaciones en La Plata -, tuvo que ser la sociedad quien la atenuara con donaciones privadas. El ministerio no pudo ofrecer ni colchones, ni sábanas, ni nada. Aunque no se privó de ponerle pecheras a La Cámpora…
De Educación mejor no hablar porque todo lo justifican con el aumento en el presupuesto, cosa que nada tiene que ver con la calidad. Basta ver el resultado de las pruebas PISA y demás.
La salud pública está colapsada. Los médicos deben llevarse los guantes profilácticos, el alcohol, las gasas y los internados las frazadas, pero eso son apenas “detalles” sin importancia.. Con Planeamiento e infraestructura no me meto. Carece de sentido dedicarle tiempo y espacio a un negocio privado de Julio De Vido.
Y Economía…, Economía, en verdad, no existió jamás.
Corolario: lo creado por la Presidente terminó siendo un nuevo conflicto y problema para la gente. Esa es la dialéctica del kirchnerismo: sumar para restar, porque la suma es de decadencia y la resta es de calidad.