Como en el 2009, el triunfo opositor del 27 O se diluyó rápidamente
A dos meses de la derrota del oficialismo en las urnas, los efectos políticos de la misma se están diluyendo aceleradamente, en forma similar a lo ocurrido luego de que en el 2009 Unión PRO venciera a la lista del FpV encabezada por Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa
En aquel entonces, las expectativas de que la oposición hiciera valer su mayoría en el Congreso y le impusiera condiciones al gobierno se diluyeron rápidamente. Ni siquiera hubo acuerdo, gracias a la oposición de Elisa Carrió, para defenestrar a Eduardo Fellner de la presidencia de la Cámara de Diputados. Mauricio Macri, Francisco de Narváez y Felipe Solá se fueron distanciando y el kirchnerismo, en minoría, manejó el Congreso a su antojo.
Ahora pasaron cosas distintas pero concordantes en sus efectos. El gran ganador resultó ser un outsider del club opositor, así que ningún dirigente opositor festejó demasiado el triunfo para no darle aire al tigrense. Fue determinante el fallo de la Corte Suprema a favor de la constitucionalidad de cuatro artículos de la ley de medios, que obligó al Grupo Clarín a sentarse en una mesa de negociaciones que funciona todos los días para analizar la propuesta del grupo para dividirse en seis. La oposición percibió que esta situación debilitaba el apoyo que le daba Clarín y se sintió aún más insegura.
Otro factor que desconcertó a la oposición fue el nuevo marketing presidencial. Luego de su operación craneana, la presidente reapareció con un lookmonárquico, hablando menos y dejando que los golpes los reciban sus colaboradores. Ella aparece más bien para sonreír y no decide ante las cámaras, lo que hace más difícil atacarla.
En el Congreso, en la distribución de cargos, el avance opositor casi no se advirtió, porque, como estaba previsto, el oficialismo conserva, pese a la derrota, una ajustada mayoría.
Pero hubo otro factor que terminó por desarticular cualquier intento de sacar provecho del 27-O. Mauricio Macri explicitó sus gestos anteriores y avanzó hacia un pacto de gobernabilidad con la Casa Rosada, lo que dejó en soledad al peronismo disidente, que marchó nuevamente, con Hugo Moyano y José Manuel de la Sota, al despacho de Daniel Scioli.
Prudentes radicales
De este conjunto de hechos surge un balance: el resultado del 27-O sólo sirvió para encumbrar a Massa, que demuestra ahora que no es un político de definiciones sino de posicionamientos. Su objetivo, un poco utópico, es sumar los votos del kirchnerismo y del antikirchnerismo. O sea, Alberto Fernández más el anticristinismo. Lejos de estos sueños, los radicales y socialistas no apuran ninguna embestida contra CFK porque quieren que, con muletas aunque sea, llegue a diciembre del 2015. Les preocupa sobremanera una segunda ola de avance del massismo llevándose todo por delante y con un peronismo en trance de renovación.
Es obvio que, con este cuadro, el gobierno tiene oxígeno político, no así social ni financiero, para atravesar el primer semestre del año que comienza. Los accionistas del poder, los gobernadores e intendentes del PJ, están muy lejos de rebelarse y sólo hacen cálculos que les dan bastante mal. Pero todavía hay tiempo, con Scioli, con Massa o con alguna fórmula nueva. El crecimiento radical en algunas provincias es inquietante para el peronismo. Pero el encumbramiento de Ernesto Sanz en el partido habla de la escasez de figuras presidenciales, luego de que el propio partido le cerró a Julio Cobos el camino a la presidencia del bloque de diputados nacionales. Hoy por hoy, los herederos de Alem parecen Binner-dependientes.
Fuente: www.site.informadorpublico.com