Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Scroll to top

Top

jueves 2 de julio de 2009

Conclusiones encontradas

La derrota del kirchnerismo en las urnas no debe llevarnos a un análisis precipitado, sino que obliga a realizar una lectura más analítica.

La derrota de Néstor Kirchner en las elecciones del último domingo es sin duda un hecho político de gran trascendencia para la Argentina por las múltiples aristas involucradas en el evento. Pero al mismo tiempo, y por los mismos motivos, las conclusiones a las que permite arribar son encontradas.

Obviamente que un estilo emparentado con la patota, el camorrerismo barato, que apeló a los más bajos instintos humanos para crecer y perdurar, haya sido vencido constituye un hecho para celebrar. Algún resorte de dignidad debía quedar en la sociedad para que llegara el momento de rechazar tanto mal gusto, tanta mala educación, tanta bajeza, tanto resentimiento, tanta envidia y tanta inmoralidad. En ese sentido la respuesta que recibió el interior bilioso de Kirchner debe haber sido estremecedora: encerrado en el hervor de su propio caldo, consumido por el fuego de valores degradados que terminaron por fin incinerándolo a sí mismo, la figura del ex presidente en funciones, a solas con su esposa, en una suite del hotel Intercontinental, debió haber sido patética. Negando la realidad hasta último momento, dando órdenes a los gritos, lanzando insultos de bilis a los que consideraba traidores, todo el cuadro debió reunir la escenografía propia de la caída de un hombre que creía tener en un puño la voluntad entera de una nación.

Pero, al mismo tiempo, que un país como la Argentina haya entregado 32% de los votos a este hombre es un hecho al mismo tiempo milagroso y preocupante. Es milagroso por lo pronto para el propio Kirchner. Que alguien que ha degradado el estilo del país, que ha envilecido sus modales, que ha hecho gala de ser un pendenciero, que ha enfrentado con la envidia y el rencor a unos contra otros, haya sacado un tercio de los votos no habla bien de la Argentina. No habla bien de sus valores y de los sentimientos humanos que anidan en su espíritu.

Está bien… Hasta ayer ganaba. Hoy perdió. Eso es un avance, un avance importante. Sin embargo, falta mucho aún para extirpar del alma nacional la semilla del odio y la división que están allí desde hace mucho y que este personaje durante su reinado profundizó para su conveniencia.

Kirchner perdió en Santa Cruz. Quizá sea ese el resultado que más le importe. No crean que hay sentimientos telúricos involucrados en esa pena. No, no, no. Kirchner siente por Santa Cruz lo mismo que podría sentir por cualquier cosa. Abandonó la provincia para abrazarse a los votos del conurbano cuando su pago chico no le entregaba nada de los que precisaba. La preocupación por el triunfo de Eduardo Costa, del Acuerdo Cívico, es porque ese resultado puede abrir la primera grieta en la investigación acerca de qué pasó y donde están los fondos de la regalías petroleras que Kirchner se llevó fuera de la Argentina sin darle explicaciones a nadie, como si el dinero fuese suyo.

Así manejó luego el país durante su propia presidencia y la que hoy ejerce su esposa: sin darle explicaciones a nadie. Kirchner privatizó el Estado y él se declaró único ganador de esa licitación. Ya en posesión de su nueva propiedad, usó los recursos de la sociedad para beneficiarse a sí mismo y para enriquecer a un círculo reducido de “amigos” a los que seguramente les cobrará las cuotas que corresponden por la “ayuda”.

Una gran mayoría de la sociedad le dijo “basta” a todo eso el domingo 28. Dos tercios del país conforman hoy la oposición al gobierno de Cristina Kirchner. La tramoya inexcusable de las candidaturas “testimoniales” no alcanzó para evitar la caída. Siguiendo la lógica que el propio Kirchner impuso a la campaña, hoy, Daniel Scioli, por ejemplo debería renunciar a la gobernación de la provincia: si Kirchner sostenía que la presencia de esas personas en la boleta significaba un compromiso con el “modelo”, pues bien, la gente rechazó el “compromiso”. Pero eso sería aplicarle a la política la lógica de alguien que ha venido para destruirla y envilecerla, así que Scioli debe gobernar y resolver los problemas y empezar a ser él mismo, si es que hay un Scioli detrás de la pura obediencia.

Otro tanto debería decirse de la propia presidente. Su esposo la subió al cadalso el mismo día en que juró su puesto. Nunca la dejó gobernar por sí misma. Ella aceptó ese papel y hoy paga el precio de la derrota. En los dos años que le quedan deberá hacer muchos ajustes para arribar al 2011 en calma. Por lo pronto deberá negociar y alcanzar compromisos, algo que no sabe ni le gusta hacer. El Congreso quedó sin dueño y eso impone consensos. Eso es bueno para la Argentina, pero es veneno para los K. La oposición debería rápidamente formular cuatro o cinco bases de acuerdos rápidos: superpoderes, Consejo de la Magistratura, Ley Agropecuaria, Coparticipación. En esa velocidad de reacción también quedará reflejada la verdadera grandeza de la gente que ganó el domingo. Si el “chicanismo” vuelve a asomar habremos cambiado un perro por otro. Quizás más educado y urbano el nuevo, pero, en el fondo, tan mezquino como el que cayó derrotado.

Y una línea final para el desempeño de Pino Solanas en la Capital. Él no forma parte del cambio que parte de la sociedad insinuó el domingo. Al contrario, sus votos podrían anotarse como una victoria, quizás no de Kirchner, pero si de un perfil de país que Kirchner representó. Solanas es un Kirchner profundizado. No en los costados personales probablemente, pero sí en las aplicaciones de economía práctica: el cineasta reivindica una “economía de Estado”, en donde el “Estado” será, casualmente, él. Ya tuvimos eso… ya tenemos eso.

Más allá de la riqueza analítica que el resultado del domingo le entregó al país, no caben dudas de que un ciclo oscuro, más que de la política, del alma argentina, terminó el 28 de junio. Un ciclo dominado por la ira, el resentimiento, el rencor y el desasosiego de la venganza. El país debe celebrar el haber podido hacer catarsis de todo eso; el haber podido evacuar tanta materia tóxica. © www.economiaparatodos.com.ar

\"\"
Se autoriza la reproducción y difusión de todos los artículos siempre y cuando se cite la fuente de los mismos: Economía Para Todos (www.economiaparatodos.com.ar)