En la era de la tecnología, mientras las redes sociales se expanden día a día poblando el ciberespacio, las posibilidades de verdaderos encuentros, personales y reales, parecen reducirse y limitarse cada vez más.

La moda es estar conectados, pero no verdaderamente vinculados; lo que importa es la cantidad, y no la calidad y profundidad de las relaciones establecidas.

Nos encontramos ante un cambio de paradigma. Existe otra manera de ser y hacer en el mundo de lo virtual, donde las nociones de tiempo y espacio se transforman y dan lugar a otras vivencias, caracterizadas por la simultaneidad, universalidad e inmediatez. El mundo ya no sólo es el que nos rodea y circunscribe, sino también aquel al que accedemos a través de una pantalla y un teclado. Los contactos se amplían y diversifican, más allá de todo límite geográfico, cultural e ideológico.

Pero, en este nuevo mundo de posibilidades infinitas, lo privado se hace público con la rapidez de un doble clic y las relaciones se hacen y deshacen en un abrir y cerrar de sesión. En la era de la informática y la tecnología prima el contacto, siempre breve, intenso, etéreo, y permite la fugacidad del momento. Pasamos de la charla de amigos al mensaje instantáneo, cambiamos la reunión informal por el chat y blog personal. Aunque estamos cada vez más conectados, nos sentimos des-encontrados.

Lo que sucede es que sin verdadero encuentro personal, no hay posibilidad de descubrir al otro en su intimidad, no hay compromiso ni comunicación auténtica y real.

Ayudemos a nuestros hijos a cultivar, en lugar de sustituir, relaciones de encuentro, transmitiéndoles la confianza y seguridad de querer mostrarse tal como son, sin pantallas, teclados o cámaras que medien o desvirtúen la veracidad del vínculo personal. Pues es sólo a través del encuentro con los otros que llegamos a descubrirnos a nosotros mismos. © www.economiaparatodos.com.ar

La licenciada Lucrecia Grandolini es miembro del equipo de profesionales de la Fundación Proyecto Padres.