"Contra las cuerdas": así se encuentran hoy las inmobiliarias de barrio
Se sienten el sector más afectado por el cepo al dólar. Directivos reconocen que varios negocios bajaron la persiana. Otros apuran suspensiones y despidos. "Me hace acordar al 2001", afirma el titular de LJ Ramos. Hay fuga de vendedores y desplome en facturación. El escenario actual, contado por los afectados."Tengo una empresa que involucra a 100 personas y a este ritmo no sé cuánto vamos a aguantar. Tuvimos que reducir la cantidad de vendedores". Sé de muchas inmobiliarias chicas que ya cerraron. Me hace acordar al 2001".
Así de contundentes y sin anestesia son las palabras de uno de los principales agentes inmobiliarios de Buenos Aires.
Sus expresiones -que no ahorran en dramatismo- son replicadas por buena parte de sus colegas, que muestran su preocupación por el sombrío panorama actual, que hasta llegan a tildar de "catastrófico".
Es que no recuerdan en los últimos años un derrumbe en la cantidad de operaciones de compraventa similar al de hoy día, consecuencia del cepo cambiario y del enfriamiento de la economía.
Las cifras hablan por sí solas: el total de transacciones se derrumbó 25% en abril, no hay perspectivas de que el clima se revierta rápidamente y -tal como diera cuenta iProfesional.com- las consultas por alquileres de locales cayeron un 40% en el año.
Esto último, producto del mayor temor de particulares y de pequeñas empresas, que se muestran escépticas a desembolsar dinero para poner un "negocio a la calle".
Las inmobiliarias sufren lo que acontece. Muchos propietarios sacaron sus inmuebles de la venta, las guardias para visitas de casas y departamentos se redujeron a su mínima expresión, los interesados en comprar prefieren esperar y, en consecuencia, los teléfonos ya no suenan como antes.
Frente a esta situación, surge una pregunta: ¿sigue siendo negocio una inmobiliaria?
Luis Ramos, presidente de la inmobiliaria LJ Ramos -una de las más grandes y representativas de Buenos Aires-, es el primero en responder este interrogante.
"Colegas míos ya están pensando en cómo achicarse. Es lo que se habla hoy en el mercado. Y la realidad es que sé de varias inmobiliarias que ya cerraron.
En su caso, señala que "las operaciones vienen cayendo desde que se instalaron los controles al dólar -a fines de octubre del año pasado- aunque la baja se acentuó en los últimos dos meses, con caídas del 30%".
"El panorama actual me hace recordar la difícil situación que tuvimos que enfrentar en 2001. Cuando empezás a perder durante uno, dos, tres meses, sostener la operatividad se hace carísimo. Si esto no cambia, la realidad es que no sé cuánto más podremos aguantar", alerta.
Diego Migliorisi, socio gerente de Migliorisi Propiedades, va más allá y da cuenta de un parate que hoy toca tanto a las inmobiliarias como a otros sectores vitales de la economía.
"Esta crisis también afecta a los miles de empleados de la construcción y a más de 200 rubros y empresas relacionadas. La ecuación es la siguiente: si un departamento no se puede vender, entonces el inversor no gana. Por lo tanto, deja de construir o, peor aún, frena sus proyectos. Si la situación se extiende no solamente cerrarán inmobiliarias", afirma.
Caen los niveles de facturación
El efecto directo de la merma en la actividad de compraventa de usados -principal fuente de financiamiento de las inmobiliarias porteñas- es, de acuerdo con los agentes, un descenso catastrófico en el nivel de facturación.
Por citar un ejemplo: Rodrigo Saldaña Toselli, de JT Inmobiliaria, hace referencia a que la firma se encuentra "facturando la mitad respecto al mismo mes del año pasado".
Gustavo Ortolá, titular de Like Propiedades, coincide con sus dichos: "En lo que va del año, hicimos menos de un 50% de caja respecto al 2011".
"Los precios se mantienen sin cambios y la actividad se paralizó. Los propietarios no quieren vender, porque no saben en qué moneda van a cobrar y qué es lo que pueden comprar con lo que obtienen. A su vez, los que tienen dólares para adquirir una vivienda quieren hacer valer su dinero", señala.
Migliriosi, de la inmobiliaria homónima, también se refiere a la incertidumbre y al círculo especulativo que envuelve al sector.
"En este impase, la gente no compra ni vende, porque quien tiene los dólares especula con que las propiedades van a bajar y espera", expresa.
"Y el que tiene pesos se toma su tiempo antes de comprar ‘blue’, porque piensa que su cotización puede bajar.
Por lo tanto -aparte del cepo cambiario ya conocido- también estamos en una suerte de estancamiento especulativo", añade.
Este círculo vicioso derivó en que -según datos del Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires- sólo durante abril el nivel de escrituraciones haya descendido 25% respecto de igual mes del año anterior.
Dicha retracción en Capital Federal fue la quinta interanual consecutiva, hecho que no se verificaba desde noviembre de 2009 cuando el mercado local se viera afectado por la crisis económica internacional.
Suben los costos
"A la par de la baja rentabilidad, un inconveniente que pesa sobremanera es la suba en los costos. En nuestro caso, el principal gasto que tenemos es la publicidad promocional, que representa cerca de un 40%. Luego afrontamos un 30% de costos fijos y a eso hay que adicionarle sueldos, alquileres, etc.", detalla Luis Ramos.
Las mayores erogaciones chocan de frente que una facturación que se desplomó.
El experto da cuenta de la situación: "Si la venta baja un 30%, entonces tu rentabilidad cae al 15%. Siempre funciona en esa relación: un 50 por ciento".
Ortolá, de Like Propiedades, también se refiere a este "mix" complicado para las inmobiliarias: "Ha aumentado todo: los alquileres, los servicios, las cargas sociales, los abonos de publicidad y para peor han desaparecido las ventas. Esto es un combo explosivo", indicó.
Suspensiones y despidos
La incidencia de todos los factores mencionados es lo que ya está derivando en los primeros cierres de inmobiliarias en la Ciudad de Buenos Aires. Y, por consiguiente, también está dando lugar a despidos y a suspensiones de personal.
En esa dirección, Ramos reconoce que dentro de su compañía también se está dando tal situación.
"Nuestra cantidad de vendedores se redujo. Era gente con experiencia, formada. Pero al no poder concretarse negocios, a ellos tampoco les cierra lo que ganan. Porque reciben un fijo más comisiones y esto último se cayó", expresa con suma preocupación.
"Si esto no cambia, también nos veremos obligados a cerrar locales. Y esto no le pasa sólo a las inmobiliarias: también lo sufren los empresarios que tienen negocios en general, locales, etcétera. Realmente, nunca vi tanta cantidad de locales que hayan cerrado como este año, porque están trabadas las importaciones", enfatiza.
Por su parte, Ortolá también reconoce que evalúa efectuar recortes en su compañía.
"Estamos analizando qué ajuste a la estructura deberíamos realizar. Sobre todo, considerando que la dotación está dimensionada por la bonanza de los últimos años, que fueron de muy buen nivel de actividad".
De cara a lo que viene, Miguel Altgelt, titular de Altgelt Negocios Inmobiliarios, expone un panorama cuanto menos preocupante.
"Mucha gente del rubro dejará de trabajar. Desde titulares de pequeñas firmas, pasando por empleados y vendedores. Así sucedió siempre que hubo una crisis", asevera.
En tanto, Daniel Salaya, presidente de Salaya Romera SA, trata de permanecer en calma y esperar a ver si la situación se revierte.
"Estimo que la crisis inmobiliaria no es estructural sino transitoria y de confianza. El año no está terminado. Confiemos en que todo esto pueda cambiar en los próximos meses", concluye.