Conversando con representantes de las Islas Malvinas
Este segundo semestre de 2012 he sido invitado por la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala para ofrecer algunos cursos en la Facultad de Ciencias Económicas. La experiencia es única en muchos sentidos, pero hoy quisiera compartir una conversación que mantuve con dos representantes de las Islas Malvinas -o lo que ellos denominan las islas Falkland-, quienes ofrecieron además una conferencia en esta casa de estudios, junto a la embajadora de Inglaterra en Guatemala.
Seguir a @AdrianRavier Los dos isleños manifestaron cierta preocupación por el apoyo que el “Comité Guatemalteco por las Malvinas” ofreció a la Argentina solicitando una negociación pacífica como solución a un conflicto que lleva ya mucho tiempo. No es que no quieran una solución pacífica, sino que intentan que sus voces, la de los 3000 isleños sean escuchadas, más allá de la solicitud de Argentina de negociar con el Reino Unido.
“No somos una colonia del Reino Unido, sino un territorio británico de ultramar por elección, que es algo completamente diferente. No somos gobernados por Gran Bretaña, tenemos nuestra propia forma de gobernar, exceptuando los asuntos de defensa y relaciones internacionales. Elegimos democráticamente a los miembros de nuestra asamblea –que son electos por las personas de las islas Falkland para que los representen, determinen y administren nuestras políticas y legislación”, exclamaron.
En este artículo no pretendo tomar posición sobre el tema “Malvinas”, sino simplemente resumir lo que entiendo es la óptica de los isleños sobre la historia, la guerra y el debate actual sobre la soberanía de las islas.Esto es relevante, porque hace ya mucho tiempo que el diálogo entre argentinos e isleños se encuentra quebrado.
Construyo este relato a partir de la reunión en la que participé, por algunos documentos que nos entregaron, por algunas respuestas que recibí sobre cuestiones que pude preguntar y de una conversación personal que mantuve con quien dijo ser diputado -o representante- de las islas.
La historia según los isleños
La soberanía sobre las Islas Malvinas se remonta a 1765, alrededor de medio siglo antes de que la República Argentina existiera. Los isleños declararon que en 1833, las fronteras territoriales de la República Argentina no incluían la parte geográfica del sur de su forma actual, ni algún otro territorio en las islas Falkland, la Antártida, o las islas Georgia del Sur y Sándwich del Sur. Es por ello que consideran que el reclamo de la República de Argentina sobre las islas, que se basa en el principio de la interrupción de su integridad territorial, carece de fundamento, ya que las islas nunca han sido legítimamente administradas o han formado parte del territorio soberano de la República Argentina.
“Las islas Falkland no tenían población indígena y el Reino Unido no ha implantado ni expulsado a ninguna población civil, todos los civiles han emigrado voluntariamente o han nacido en las islas Falkland. Ninguna población civil fue expulsada de las islas Falkland el 3 de enero de 1833. Una guarnición militar argentina había sido enviada a las islas tres meses antes de esa fecha. El Reino Unido protestó inmediatamente y más tarde expulsó a la guarnición militar argentina el 3 de enero de 1833. A la población civil, que había solicitado y recibió el permiso británico para residir en las islas, se le animó a permanecer en el atolón. La mayoría eligió voluntariamente hacerlo. Desde 1833 cientos de migrantes civiles voluntariamente vinieron de un gran número de países, como lo hicieron a lo largo de toda la región de las Américas durante el siglo XIX.”
En 1850 la Argentina y Reino Unido ratificaron un acuerdo para la solución de las diferencias existentes. En los 90 años siguientes a la ratificación, la Argentina sólo presentó una protesta diplomática oficial, en 1888. En 1880 las islas Malvinas ya contaban con la segunda generación de isleños nacidos allí y también las islas habían sido aceptadas internacionalmente como territorio soberano británico, con la representación consular de muchos otros países, entre ellos Chile y Estados Unidos. La República Argentina retomó sus protestas regulares sobre la soberanía después del estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939.
El conflicto bélico de 1982
De 1967 a principio de 1982, habían tenido lugar negociaciones entre los gobiernos argentino y británico sobre la posible transferencia de soberanía a la Argentina. Se exploraron varias ideas, pero ninguna se concretó, sea porque no eran prácticas, no tenían el apoyo de los isleños o fueron rechazadas por Argentina. Pero desde diciembre de 1981, el nuevo gobierno argentino del general Galtieri adoptó un enfoque más agresivo. Explicaron los isleños que el gobierno británico estaba comprometido a intentar proseguir con el diálogo, sin embargo la actitud más dura de los argentinos iba disminuyendo las opciones.
La historia cuenta que a mediados de marzo de 1982, las conversaciones se estancaron. El 19 de marzo de 1982, 60 argentinos llegaron a la Isla Georgia del Sur en un buque de la Armada argentina e izaron la bandera de su país. Los isleños explicaron que las fuerzas argentinas invadieron ilegalmente las islas Malvinas el 2 de abril de 1982, invadiendo también, al día siguiente, la isla Georgia del Sur.
Las relaciones diplomáticas se rompieron y un grupo de tareas británico fue enviado al Atlántico Sur el 5 de abril. Ante la imposibilidad de encontrar una solución diplomática, y la negativa de Argentina de cumplir con dos resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) para retirarse de las islas, el grupo militar de tarea terminó por liberar la isla Goergia del Sur el 25 de abril de 1982 y las islas Malvinas el 14 de junio de 1982. Muy apenados, los isleños explicaron que las hostilidades militares resultaron en la muerte de 255 soldados británicos, tres isleños y cerca de 350 militares argentinos.
La autodeterminación
“La Carta de las Naciones Unidas enaltece el derecho de todas las personas para determinar su propio futuro, un principio conocido como auto-determinación. Es en el ejercicio de este derecho que hemos decidido mantener nuestros vínculos con el Reino Unido. Este es un precepto fundamental ignorado por el gobierno argentino, que niega nuestra existencia como un pueblo, y nos veda el derecho a vivir en nuestro hogar.”
Los isleños explicaron que no son una colonia del Reino Unido, sino un territorio de ultramar por elección, que es algo completamente diferente.
“No somos gobernados por Gran Bretaña, tenemos nuestra propia forma de gobernar, exceptuando los asuntos de defensa y relaciones internacionales. Elegimos democráticamente a los miembros de nuestra asamblea –que son electos por personas de las islas Malvinas para que los representen, determinen y administren nuestras políticas y legislación.”
Los isleños son independientes y auto-suficientes. No dependen de transferencias de dinero del Reino Unido, y administran la isla con sus propias normas. Eligen periódicamente a 8 diputados, quienes toman las decisiones de administración general bajo una democracia casi directa.
Lo que sí admitieron es que sostienen sus relaciones internacionales sobre la estructura de embajadas del Reino Unido, dado que no tienen suficiente gente o capital para estar representados en todos los países.
El debate actual sobre la soberanía
Los isleños explicaron que desean mantener una relación amistosa con Argentina y sus otros vecinos latinoamericanos, pero desde hace una década, el gobierno argentino ha sancionado económicamente a las islas Malvinas, y ahoga a su pueblo que no puede extender libremente sus vínculos comerciales.
En los últimos años el gobierno argentino de Cristina Fernández de Kirchner retomó las negociaciones pacíficas, y ha recibido apoyo de varios gobiernos de la región. Pero los isleños explican que desde la Argentina no se desea tomar en cuenta la voluntad de quienes hoy residen en las islas.
Insistieron en numerosas ocasiones que “no puede haber negociaciones sobre la soberanía de las islas Malvinas mientras sus pobladores decidan permanecer británicos.” “El Reino Unido ha administrado las islas pacífica y efectivamente por cerca de 180 años. Algunos pobladores pueden rastrear a sus ancestros en las islas por nueve generaciones, más allá de lo que algunos sudamericanos pueden decir de sus raíces familiares en sus propios países.”
Incluso en la presentación de la embajadora del Reino Unido en Guatemala, ésta tuvo que reconocer que en cierto sentido, los isleños parecen ser más británicos que los propios ingleses. No sólo hablan inglés, sino que también mantienen costumbres que en el Reino Unido se fueron perdiendo.
“En lo que a nosotros respecta, la soberanía no es materia de negociación. ¿Por qué habría de serlo, si habitamos, cultivamos y desarrollamos estas islas desde hace nueve generaciones?”
“Nuestra comunidad se formó a través de la inmigración y radicación voluntaria a lo largo de casi 200 años. Somos una comunidad global; gente de todas partes del mundo ha hecho de las islas su hogar. Nuestro último censo registró representantes de más de 60 naciones en las Islas. Los isleños conforman un pueblo pacífico, trabajador, fuerte ante la adversidad. La nuestra es una sociedad pujante, con visión de futuro. Somos económicamente autosuficientes, autónomos en todas las áreas salvo defensa, y muy dueños de nuestro propio futuro. Todo lo que pedimos es que se nos deje en paz para elegir nuestro propio futuro y desarrollar responsablemente nuestro hogar para nuestros hijos y las generaciones venideras.”
El futuro de las islas
En la fase de preguntas, y luego en una conversación personal con los isleños pregunté acerca del futuro de las islas. La respuesta indicó la voluntad de los isleños de considerar en el futuro ser un país independiente, para lo cual necesitan primero alcanzar un mayor desarrollo de su economía y extender su población.
De hecho, comentaron que el proceso se aceleró tras el conflicto bélico. “Durante los últimos 30 años, muchas cosas han cambiado. A pesar de las dificultades derivadas de su relativo aislamiento geográfico, las islas Malvinas crecieron y prosperaron. La población prácticamente se duplicó hasta alcanzar hoy los 3000 habitantes. El PBI aumentó de 5 millones de libras en 1980 a más de 100 millones en los últimos años. Y contra el sostenido intento argentino de impedirlo, los isleños lograron desarrollar una economía local pujante, con una industria pesquera responsablemente administrada, un turismo en expansión basado en un ambiente natural único por sus características, y una incipiente industria de hidrocarburos.”
También pregunté por el turismo de argentinos en las islas, y respondieron que está completamente abierto. Cualquier argentino puede viajar a Chile, y de allí tomar un avión hacia las islas Malvinas; o bien, ir a Río Gallegos, y desde allí a las islas. Aclararon que el viaje sólo es posible con reserva previa, ya que no disponen de una industria hotelera capaz de recibir grandes números de turistas.
Además, explicaron que cualquier argentino o inmigrante de todo el mundo puede ir a vivir a la isla. Sólo tiene que construir su propia casa y tener los medios económicos necesarios para auto-financiarse.
Uno de los asistentes a la reunión consultó sobre la posibilidad de convertir a las islas Malvinas en una free city o ciudad libre, algo que en los últimos meses también propuso Martín Krause. Si bien me quedó cierta duda de que conozcan tal modelo, los representantes de los isleños se mostraron abiertos. Explicaron que siempre que las conversaciones con los isleños sean pacíficas, y se los tome en cuenta como un pueblo soberano, las alternativas deben ser consideradas.
Aproveché entonces para preguntar por la solución de mercado de Steve Hanke en la que habría que indemnizar a los isleños para retirarse de la isla. Pero la respuesta fue negativa, puesto que el objetivo de los isleños es mantener la soberanía, y en el futuro ser un país independiente. Incluso hay que decir que el crecimiento económico de la isla de los últimos treinta años, sumado al nuevo descubrimiento de petróleo, hace cada vez más inviable tal propuesta. Por ejemplo, el comercio con Brasil, México y Colombia, se duplicaría de aquí a 2015.
A modo de conclusión, si bien el gobierno británico no negociará la soberanía de las islas a menos que y hasta que el pueblo que las habita así lo desee, son muchos los temas que los tres -las islas Malvinas, el Reino Unido y la Argentina- pueden abordar en conjunto: Pesca, hidrocarburos, comunicaciones, comercio y medidas de desarrollo de confianza han sido todos objeto de acuerdos en el pasado, aunque la Argentina posteriormente haya dado por terminados dichos acuerdos.”
Quizás el camino más rentable que debiera buscar hoy el gobierno argentino es tomar en cuenta a los isleños e iniciar conversaciones con ellos. De ese modo, muchos argentinos podrían habitar las islas, iniciar vuelos directos hacia ellas a través del turismo y, sólo en el futuro, decidir su soberanía.