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lunes 19 de mayo de 2008

Corrida cambiaria: dónde buscar a los responsables

El temor de los argentinos a un corralito u otro tipo de medidas confiscatorias no es provocado por quienes analizamos la realidad económica, sino por los responsables de la actual crisis.

El viernes a la mañana, leyendo una nota de Marcelo Bonelli en Clarín, me desayuné con que Martín Redrado, el presidente del Banco Central, le habría elevado un informe reservado a Cristina Fernández de Kirchner en el cual se sostendría que yo, junto con otros economistas, había generado temor en la gente y provocado, en consecuencia, una corrida cambiaria.

Mí supuesta “poderosa influencia” sobre el mercado habría surgido de la nota que publiqué en Economía para Todos bajo el título ¿Puede haber otro corralito?. Ahora bien, si efectivamente la información que da Marcelo Bonelli en su artículo es cierta (se trata de un dato que no fue desmentido por Martín Redrado) y en el supuesto de que mi nota en verdad hubiese contribuido a la corrida, la única conclusión que uno puede sacar es que yo soy más creíble que el Gobierno. Obviamente, no me creo tan influyente como para tener el poder de mover el mercado de cambios ni las expectativas de la gente. Es más, si tuviera esa capacidad no tendría que trabajar como lo hago todos los días, sino que estaría en una playa tomando sol, arbitrando en el mercado y ganando fortunas gracias a mi “gran influencia” sobre los agentes económicos.

En rigor, si Martín Redrado se hubiese tomado el trabajo de leer bien mi nota, hubiera advertido que en ningún momento digo que vaya a haber un corralito, sólo señalo que los Kirchner han hecho todo lo necesario para crear incertidumbre y temor en la gente, al punto de generar el terror a otro corralito. Por un lado, todavía está fresca en la memoria de los argentinos la crisis del 2001/2002. Y, por otro lado, los ciudadanos advierten que éste es un gobierno que está dispuesto a adoptar cualquier medida intervencionista, por más confiscatoria que sea, para mantenerse en el poder. El dibujo del Índice de Precios al Consumidor (IPC) por parte de Guillermo Moreno no es otra cosa que una forma de defaultear parte de la deuda pública. El impuesto a la soja es claramente confiscatorio. Las prohibiciones de exportación de carne y de trigo son otros ejemplos. De manera que, como decía la semana pasada, ha sido el gobierno solito el que se ha encargado de generar un marco de inseguridad jurídica.

A pesar de la infundada acusación sobre mi supuesta contribución al temor de la gente, voy a ser generoso con Martín Redrado, a quien conozco desde hace 25 años, aportándole algunos conceptos básicos de economía para que, en todo caso, los incluya en su informe reservado.

En primer lugar, sería bueno recordar que la moneda es una mercadería como cualquier otra. Hay muy buenos libros sobre historia de la moneda que podrían repasar mediante algún seminario en el Banco Central. Los clavos, el bacalao, el cacao y otros productos fueron utilizados en la antigüedad como medio de intercambio hasta que se llegó al oro y la plata como las monedas por excelencia. Sin embargo, cuando Nixon declaró la inconvertibilidad del oro en los 70, todo el sistema monetario quedó limitado a papel moneda. Así, lo que utilizamos hoy en día como moneda son papeles impresos emitidos por algún banco central.

En este contexto, la mayoría de la gente que retiró sus depósitos de los bancos y compró dólares en las últimas semanas lo hizo sin conocer qué hay en los activos de la Reserva Federal respaldando cada dólar en circulación. Pregunta: ¿por qué la gente compra dólares para defender sus ahorros si desconoce qué tiene la Reserva Federal de Estados Unidos en sus activos? Porque desde que se abandonó el patrón oro, las monedas están respaldadas por la calidad institucional de cada país emisor. Dicho en otras palabras, no es que la gente compre dólares en la Argentina porque sabe qué tiene la Reserva Federal en sus activos, sino que compra dólares porque confía en que en los Estados Unidos los gobiernos podrán cometer errores, pero no los disparates que se comenten aquí. Más precisamente, creen más en la seriedad de las instituciones jurídicas, políticas y económicas estadounidenses que en las instituciones argentinas, por eso eligen el dólar como refugio y no el peso.

Si los técnicos del Banco Central refrescaran algunos conceptos básicos sobre moneda, podrían advertir, asimismo, otro problema que ellos mismos han generado. Como la moneda es una mercadería como cualquier otra, su demanda no es infinita. Si el Banco Central produce mucha moneda y la gente no aumenta la demanda al mismo ritmo, el precio de la moneda baja, es decir, se produce lo que popularmente se conoce como inflación. Y cuando la inflación aumenta, se genera una huída de la moneda, ya que la gente compra bienes y dólares antes de que los precios vuelvan a subir.

Como el único que puede emitir moneda en la Argentina es el Banco Central, resulta ser que el responsable de la inflación es esa misma entidad. Sin embargo, Redrado mira para el costado y dice no ser responsable de la inflación. Entonces, entra en acción Moreno, quien empieza a regular los precios, prohibir las exportaciones y controlar los márgenes de ganancia, mientras la fábrica de emitir billetes bate récords de producción. Digamos que Redrado genera la inflación y Moreno se encarga de agravar el problema con sus medidas primitivas de controles de precios.

Así como hay muy buenos libros sobre historia monetaria y moneda, también hay otros excelentes que explican la relación entre el crecimiento y la calidad institucional de los países. Le sugiero a Redrado repasar “La acción humana” de Ludwig von Mises, “Derecho, legislación y libertad” de Friederich von Hayek o los textos de Mancur Olson: “Poder y prosperidad”, “La lógica de la acción colectiva” y “Auge y decadencia de las naciones”. Tal vez, repasando estos libros podría incluir algunos párrafos en su informe para ilustrar sobre este problema crucial que, además de los autores mencionados, ha sido tratado por infinidad de economistas.

¿Para qué les serviría repasar estos conceptos tan importantes? Para frenar la corrida y, de paso, poner al país en una senda de crecimiento sostenido.

Es preciso comprender que la gente retiró la plata de los bancos no por temor al sistema bancario, sino por miedo a lo que puede hacer un Ejecutivo que, en los últimos cinco años, se ha caracterizado por pasarle por encima a todo el orden jurídico e institucional. Como no hay calidad institucional, los argentinos huyen de los pesos que emite el Banco Central y, al mismo tiempo, ponen sus ahorros fuera del alcance de las manos del Gobierno.

En definitiva, la Carta Orgánica del Banco Central obliga a sus autoridades a defender el valor de la moneda. El problema es que sus autoridades se equivocaron y creyeron que la moneda que tenían que proteger era el dólar. En todos estos años de gestión kirchnerista, depreciaron el peso emitiendo y endeudándose para sostener el eufemismo del “tipo de cambio competitivo”. Así, defendieron el valor del dólar en detrimento del peso. Tanto depreciaron el peso que, como resultado, la gente huye de los papeles pintados que emite el Banco Central y compra dólares para defenderse de la inflación que genera el mismo Central y por miedo a las medidas que vio tomar al Gobierno cada vez que la situación se complicó.

A todo esto le agregaría el flaco favor que le hacen al Gobierno los economistas “pro modelo” cuando dicen que hay que subir el tipo de cambio. Y no fui yo quien dijo que había que devaluar, lo dijeron públicamente los economistas amigos del Gobierno que ven deteriorarse el “tipo de cambio competitivo”.

En síntesis, lo que estamos viendo es el resultado de años de emisión monetaria y ausencia de respeto por los derechos de propiedad. Las crisis no ocurren porque sí. Son la acumulación de errores que finalmente estallan. Ellos desaciertos son la madre del borrego y yo, como no fui ni soy parte de este gobierno, no tengo nada que ver con la emisión monetaria ni la violación de los derechos de propiedad. En todo caso, para explicar la corrida busquen a los responsables por Balcarce 50, Puerto Madero, Olivos o Reconquista 266. © www.economiaparatodos.com.ar

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