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jueves 27 de enero de 2005

¿Crisis de valores o cambio de escala?

Las sociedades siguen reclamando los mismos valores que reclamaban hace, al menos, cientos de años. El problema es que ha variado la posición relativa que ocupan unos valores respecto de otros.

Desde hace mucho tiempo se suele decir que el problema que atraviesa el mundo en general y la Argentina en particular es un problema de crisis de valores.

Reconozco que inicialmente apoyaba esta teoría, hasta que comencé a descubrir que en realidad ningún valor había cambiado, y que todas las sociedades siguen reclamando los mismos valores que reclamaban hace, al menos, cientos de años.

Así, por ejemplo, no es que ser deshonesto ha pasado a ser un valor, y que en los programas de educación se postula que se estudie cómo ser deshonesto, o que se publican libros de “autoayuda” con el título “Cómo ser deshonesto en 5 lecciones”. Parece ser que la honestidad sigue siendo un valor que no se discute. A todas las sociedades e incluso a todas las personas la honestidad les parece un valor. El tema no es ese: el tema es que posición relativa ocupa un valor (en nuestro caso la “honestidad”) dentro de la escala de valores de una determinada sociedad, grupo o persona.

Yo no dudo en absoluto que el “poder económico” era un valor para mis abuelos, y también para la sociedad en la que vivieron, pero estoy seguro de que ese valor estaba por debajo de “honestidad”. Es decir: el poder económico era apetecible pero no a costa de la honestidad. Hoy parece que ambos valores han cambiado su lugar en la escala y que poder económico se ha instalado por encima de honestidad.

Quiero señalar que, independientemente de los “ascensos” y “descensos” por la escala de valores de los distintos valores para los adultos, hemos logrado que los niños y adolescentes pongan en los primeros lugares dos valores apetecibles pero no del todo fundamentales: “comodidad” y “divertimento”.

También estoy absolutamente convencido de que el valor “comodidad” era una aspiración de las generaciones anteriores. Pero tengo claro que no ocupaba uno de los primeros lugares en las escalas de valores como lo hace para los niños y adolescentes actuales. Así, uno ve que los adolescentes en general no le ceden el lugar a una persona mayor (valor “respeto por el adulto”) en el colectivo porque es “incómodo”, o que no almuerza con la familia el domingo (valor “familia”) porque es aburrido.

Insisto en que los valores no han cambiado: las sociedades no dicen hoy “no respeten a los adultos” o “la familia no sirve para nada”. Del mismo modo, las generaciones anteriores no postulaban como ideales a alcanzar (que en el fondo los valores no son nada más y nada menos que eso) la “incomodidad” y el “aburrimiento”. Lo que ha sucedido es que las posiciones relativas de los valores en la escala han cambiado.

La manera de enseñar a las generaciones jóvenes a “reordenar” su escala es someterlos continuamente a “conflictos de valores”. Un conflicto de valores es sencillamente que tengan que definir cuál valor está primero en su propia escala. Permítanme que ilustre este tema con un ejemplo de algo que me sucedió hace muchos años. Vino en el mes de agosto un padre de un alumno a consultarme si era conveniente que se fuera de vacaciones a un conocido lugar de esquí en esa época: en su trabajo le habían dado vacaciones y un pariente le prestaba un alojamiento. Hacía tres años que no tomaba vacaciones con su familia y su hijo era un buen alumno. Le dije que, de acuerdo a mi escala de valores, “familia” estaba por encima de “instrucción” y que hiciera lo que quisiera. Poco después vino otro padre a “avisarme” (no ya a consultarme) que se iba en agosto a esquiar con su hijo, que tenía bastantes dificultades académicas. Cuando le pregunté por qué en esa época, me dijo que en vacaciones de invierno estaba lleno de gente y que era “incómodo”. Le señalé que en mi propia escala de valores “instrucción” estaba por encima de “comodidad” pero que hiciera lo que quisiera. Graciosamente, en el centro de esquí se encontraron ambos padres: el segundo nunca entendió por qué mi opinión fue contraria en un asunto similar.

Es bueno someter a los chicos, ante consultas concretas, a estos “conflictos de valores” para que los podamos ayudar a formar una escala acorde a lo que como sociedad decimos defender. © www.economiaparatodos.com.ar



Federico Johansen es docente, director general del Colegio Los Robles Pilar y profesor de Política Educativa en la Escuela de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UCA (Universidad Católica Argentina).




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