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domingo 7 de agosto de 2011

Crisis internacional, santa soja y modelo populista

La crisis internacional se resuelve con más oferta y no con más demanda artificial. Aquí el modelo k estimula la demanda en forma más torpe y con financiamiento más arbitrario. ¿Por qué esperar un resultado diferente al resto del mundo?

Era cantado que la crisis internacional no había tocado fondo y que en algún momento tenía que volver a estallar (tema tratado en el Documento de Trabajo 3 – Dólar o Euro: ¿sobrevivirá alguno?). El problema que estamos viendo en el mundo es que casi nadie se anima a reconocer que la distorsión de precios relativos generada en la artificial baja de la tasa de interés indujo a una ineficiente asignación de recursos y auge de consumo que hoy pocos se animan a aceptar que hay que corregir. Es más, el debate entre Obama y los republicanos por el tema de la deuda, los impuestos y el gasto refleja claramente que tanto la administración americana como buena parte de la europea creen que el problema se resuelve incrementando la demanda, cuando en realidad hay un problema de oferta. La explicación que voy a dar a continuación sirve también para el caso argentino, porque el tan mentado modelo parte del supuesto que el kirchnerismo inventó la pólvora estimulando artificialmente la demanda y por eso “crece” la economía.
Si uno observa la evolución de la tasa de interés en el exterior puede advertir rápidamente la arbitrariedad con que fue manejada por la Reserva Federal y por el Banco Central Europeo. A principios del 2001 la tasa de la FED estaba en 5,5%. Luego la bajan hasta niveles del 1% en el 2003 y, cuando la inflación se les iba de las manos, la vuelven a subir hasta llegar al 5,25% y con la crisis del 2008 la bajan nuevamente al 0,25%.
Cuando tanto EE.UU. como Europa bajaron la tasa de interés, generando una política de crédito barato, crearon la sensación artificial de crédito abundante y accesible que llevó a endeudamientos que luego, cuando la tasa aumentó, se transformaron en créditos incobrables. Las hipotecas subprimes solo fueron el detonante de una estructura de precios relativos distorsionada y de un auge de consumo artificialmente creado por la política monetaria de crédito fácil. En el momento que hay que corregir la tasa de interés para evitar mayores presiones inflacionarias queda en evidencia la ineficiente asignación de recursos y llega el momento de asumir las pérdidas que nadie quiere asumir y mucho menos la gente está dispuesta a bajar el nivel de consumo que venía teniendo bajo el auge artificial. Por eso se producen los disturbios en Europa. Porque la gente no quiere aceptar que estuvo consumiendo por encima de las posibilidades que la economía real les permitía. En su momento pasará algo igual con el famoso modelo k.
Una vez desatada la crisis, los gobierno suelen creer que el problema hay que resolverlo por el lado del consumo. Es decir, cuando se produce la crisis, bajan los activos financieros y, por lo tanto, la gente pierde parte de sus ahorros. Hay un efecto de pérdida de riqueza que lleva a la gente a consumir menos. Por otro lado, aumenta la desocupación y esta situación también genera miedo en la gente que, aún teniendo trabajo, reduce el consumo y ahorra más por miedo a quedarse sin trabajo. Frente a este panorama el gobierno dice: si el sector privado no consume, entonces consumo yo para reactivar la economía. Ese fue en parte el debate en EE.UU. con el tema de la deuda. El gobierno de Obama consideraba que una rebaja del gasto público en el momento de recesión profundizaría el problema. Algunos republicanos sostenían que más endeudamiento estatal y más gasto público llevarían a una crisis más profunda en el largo plazo. ¿Quién tenía razón?
En realidad el problema no es de demanda, sino de oferta. Me explico, la baja artificial de las tasas de interés generó inversiones ineficientes que quedan en evidencia cuando se aumentan los tipos de interés. Corregir el problema implica reasignar los recursos produciendo nuevas inversiones. El punto es que los que ven el tema desde el lado de la demanda consideran que si el Estado no aumenta el gasto para incrementar la demanda, no habrá inversiones. Por el contrario, quienes ven el problema desde el lado de la oferta sostienen que los empresarios no invierten porque esperan que aumente la demanda, sino que invierten porque esperan tener utilidades. Son dos cosas diferentes. Por eso la teoría keynesiana no funciona. Keynes no pudo rebatir la ley de Say que dice que la oferta crea su propia demanda. Es decir, para que alguien pueda demandar primero tiene que producir y ofrecer algo que la gente necesita. Es ese ingreso generado por la oferta el que permite demandar. Los gobiernos, para no asumir el costo político de permitir el cambio de precios relativos, creen que pueden sustituir ese reacomodamiento con expansión monetaria y gasto público.
Tomemos el caso de EE.UU., actualmente tiene un endeudamiento del 100% de su PIB y un déficit fiscal del orden del 10% del PIB. ¿Quién puede invertir en un país con esas condiciones macroeconómicas? Es más, si uno observa la fuerte suba de las commodities de los últimos años, de las cuales hemos salido beneficiados, puede advertir que se explica por la huída del dólar a commodities. El dólar se depreció y por eso los precios de las commodities. Ese precio fue el que le permitió al kirchnerismo financiar su política populista, pero así como le permitió financiar la fiesta de consumo, la crisis internacional puede tirar hacia abajo las commodities y desfinanciar la fiesta de consumo. Dicho en otras palabras, frente a la crisis internacional, los kirchneristas deberían empezar a poner las barbas en remojo y la afirmación de Feletti de que ahora el populismo es financiable queda en evidencia la ignorancia en que se mueve esta gente a la hora de tomar decisiones macro.
Ahora bien, volviendo a la crisis internacional, es evidente que los comentarios que salen en medios especializados no terminan de explicar el problema. Ejemplo, cuando se debatía si el Congreso americano autorizaba más deuda, se sostenía que si no se aprobaba dicha autorización el default americano generaría una gran crisis. Finalmente se autorizó ese mayor endeudamiento y la crisis se produjo igual. ¿De qué se disfrazan ahora esos comentaristas?
En Europa había que salvar a Grecia para que no contagiara a otros países más grandes como España e Italia. Salvaron a Grecia y el problema de España e Italia está cada vez peor. ¿De qué se disfrazan ahora esos comentaristas?
El dilema que enfrenta el mundo desarrollado es que incentivó artificialmente la demanda bajando la tasa de interés y ahora pretende resolver este incendio echando más nafta al fuego con más gasto público, deuda estatal y bajas tasas de interés, cuando lo que clama el sistema económico es por orden fiscal, disciplina monetaria y seguridad jurídica. La seguridad jurídica la tienen. Lo que no tienen es orden fiscal ni disciplina monetaria. Los déficits fiscales se dispararon y encima quieren aumentar el gasto para financiar más consumo cuando, en realidad, deberían poner orden fiscal y disciplina monetaria para recuperar la confianza, la inversión, el ingreso, el empleo y el consumo. Esa es la secuencia, la cual, obviamente, tiene muchos costos políticos. Pero, como diría mi abuelita, la vida es dura.
Justamente el viernes pasado Obama informaba que se habían creado 150.000 puestos de trabajo pero que se requerían muchos más para recuperar los 8 millones de puestos de trabajo que trajo la crisis. Esos puestos de trabajo no se recuperarán con más gasto público, sino con inversiones y las inversiones se producirán en el momento que los potenciales inversores vean firmes señales de orden fiscal y monetario.
¿Qué puede pasar con Argentina en este contexto internacional? Si bien es complicado adivinar el futuro, todo parece indicar que por este camino vamos a una mayor caída de los activos financieros. Como los fondos de inversión también han colocado dinero en commodities, no debería sorprender una nueva caída de sus precios como ocurrió con la crisis del 2008. Y ahí sí que la quiero ver a doña Cristina, en este contexto de fuga de capitales, déficit fiscal y caída del saldo de la cuenta corriente, lidiar con el populismo con precios de la soja en baja. Y ni pensar qué puede pasar si en Brasil sube el dólar como ocurrió en la anterior crisis. ¡La agarraría justo en el momento de las elecciones!
En síntesis, el mundo entró en crisis por el manejo artificial de la tasa de interés que llevó a niveles de consumo artificialmente altos e ineficientes asignaciones de recursos en materia de inversiones. Este problema habrá que corregirlo más tarde o más temprano. Por el lado de Argentina, el kirchnerismo hizo lo mismo pero en menor escala en comparación mundial, pero a una escala gigantesca en comparación con lo que puede generar la economía argentina de ingresos. El consumo artificial ha sido mayor a la oferta real de la economía. O, si se prefiere, el consumo no aumentó porque creció la productividad de la economía vía inversiones, sino que creció, entre otros motivos, por el famoso viento de cola de afuera que, en buena medida es artificial. Artificialidad que se observó en los precios de los commodities, aunque debo reconocer que parte de los mayores precios tienen una parte importante de factores estructurales.
Habiendo deteriorado el patrimonio del BCRA, consumido stock de capital público y privado y con una alta tasa de inflación, al famoso modelo de inclusión social justo se le puede mancar el precio de la soja en el momento menos oportuno.
En definitiva, el mundo encaró el “crecimiento” por el lado de la demanda en vez de ir por el lado de la oferta y hoy tiene que pagar los costos del error. ¿Por qué en Argentina el resultado va a ser diferente si el estimulo artificial del consumo ha sido mucho más grosero y patético en su forma e financiamiento?