domingo 4 de septiembre de 2011
Cuando el pueblo teme al gobierno hay tiranía
Randazzo habló de ataque a la democracia. La democracia republicana también puede ser atacada desde el mismo gobierno cuando utiliza el monopolio de la fuerza para intimidar al pueblo.
En su embestida contra La Nación y Clarín, el ministro Randazzo afirmó, entre otras cosas, que estaba “indignado” frente a la "mentira, la omisión y la tergiversación de la información", en referencia a si había habido irregularidades en las elecciones del pasado 14 de agosto. En rigor Randazzo no debería sentirse tan “indignado” por lo que él llama mentira, omisión y tergiversación de la información, porque si este gobierno controla el INDEC que nos dice que la inflación es del 10% anual, ya de movida está dando argumentos para dudar de cualquier cifra que proporcione el gobierno kirchnerista. Dicho de otra manera: si truchan la inflación, al punto que el INDEC no publica los precios que utiliza para determinar el IPC, ¿por qué no pueden llegar a truchar los números de una elección? Como dice el refrán: hazte la fama y échate a dormir.
¿Por qué no dudar de un gobierno que nos dice que en julio pasado, con 5 pesos por día una persona podía desayunar, almorzar, merendar y cenar sin desnutrirse?
El kirchnerismo ha hecho grandes esfuerzos para no ser creíble en su palabra y, por lo tanto, se ha ganado el derecho a dudar de la transparencia de un acto electoral controlado, justamente, por el mismo kirchnerismo.
Muy posiblemente Cristina Fernández haya obtenido una buena cantidad de votos el 14 de agosto pasado, pero el tema es si los datos que surgieron de las urnas son confiables o tienen una calidad INDEC.
Pero más allá de los datos, Randazzo habló de ataque a la democracia por dudar de los números oficiales del escrutinio. Es más, Randazzo afirmó que “nosotros estamos convencidos que estos medios han condicionado a los gobiernos democráticos de los últimos 30 años, que tuvieron legitimidad en el origen, pero no en el ejercicio y así terminaron". Justamente, el tema que debería estar sobre la mesa es la legitimidad en el ejercicio del poder, porque el simple acto de votar no implica que el que es elegido pueda utilizar el monopolio de la fuerza a su antojo. El monopolio de la fuerza le es otorgado a un determinado gobierno para que haga respetar el derecho a la vida, a la propiedad y a la libertad de las personas. Cuando ese monopolio de la fuerza se usa contra la población para expoliarla impositivamente, perseguirla con el ente recaudador o ignorar los fallos de la justicia, haciendo que ésta quede en una simple declamación, ese gobierno pierde legitimidad de ejercicio porque viola los derechos individuales y avasalla las instituciones. Se puede atentar contra la democracia y la república tanto desde fuera del gobierno como desde el mismo gobierno. ¿Acaso Hitler no usó la democracia para llegar al poder y luego destruyó todos los derechos humanos y sumergió al mundo una guerra que costó millones de vidas? Tener votos no otorga la razón y mucho menos legitimidad para hacer lo que le venga en gana al gobernante con una mayoría circunstancial. Cuando un gobernante, usando el monopolio de la fuerza intimida a quienes piensan diferente, se transforma en déspota. Por eso siempre hay que tener presente aquella frase que dice: “cuando el pueblo teme al gobierno hay tiranía. Cuando el gobierno teme al pueblo hay libertad”.
Basta ver como con el resultado del 14 de agosto dirigentes empresarios y sindicales se acercan nuevamente al gobierno, para advertir que aquí hay un problema. ¿Por qué? Porque si tienen miedo de no quedar bien con el gobierno de turno y sufrir alguna represalia, quiere decir que no hay libertad. Significa que el gobierno puede abusar del monopolio de la fuerza para quebrar a una empresa o cualquier otra cosa. En una democracia republicana el gobernante no tiene ese poder y, por lo tanto, el empresario, el dirigente sindical o el periodista ven al gobernante como alguien que transitoriamente ocupará un cargo para administrar la cosa pública. Ahora, si el dirigente empresarial, sindical o el periodista adulan al gobernante de turno es porque no estamos en una democracia republicana, sino que el gobierno de turno abusa del monopolio de la fuerza para someter a los ciudadanos.
Por supuesto que puede estar la otra parte que consiste en que el empresario adula al gobernante de turno para que este le otorgue algún privilegio para conseguir una renta que no podría obtener compitiendo, que es lo mismo que decir: ganándose el favor del consumidor. En este caso estaríamos en presencia de un falso empresario y de un gobernante corrupto que usa el monopolio de la fuerza para definir arbitrariamente ganadores y perdedores.
Cuando uno ve que los empresarios se acercan adulando al gobernante de turno, que los sindicalistas hacen lo mismo, que intendentes y gobernadores se arrodillan y humillan ante el poder central y que mucha gente vive temerosa de perder su subsidio, me pregunto si la gente le teme al gobierno o el gobierno le teme a la gente.
Dependiendo de la respuesta, uno puede saber si vivimos en libertad.