Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Scroll to top

Top

domingo 10 de marzo de 2013

Cuidado: ¡Estado controlando!

Inútil es cuestionar la realidad: el gobierno tiene la suma del poder público, y en su trance de «ir por todo» va también por la suma del poder privado

 

 

Inútil es cuestionar la realidad: el gobierno tiene la suma del poder público, y en su trance de «ir por todo» va también por la suma del poder privado. Aunque reste, aunque se noten demasiado los manotazos de ahogado, aunque en el trayecto vayan matando paradójicamente a quienes podrían salvarlo, avanzan sin percibir que lo hacen por el camino equivocado.

La porfía supera la razón, y los ampara la especulación: «la oposición está perdida». En rigor, más que perdida, desorientada, absorta frente al régimen del «vale todo» y ensimismada en redencillas de pacotilla.

Claudio Lozano viajó a Venezuela para demostrar quien sabe qué a Hermes Binner, un díscolo – a su entender – que baraja naipes bajo la mesa. Elisa Carrió erigió públicamente a Pino Solanas como el político de «buena intención». Francisco de Narváez firmó solicitadas y protagoniza spots para definirnos entre «ella o vos», sin un sello siquiera que lo identifique a la par, al costado, o al frente de tal o cual fuerza…

Mauricio Macri lidiando con las cuentas, y aún sin aprender cuán importante es hablar o callar en el momento adecuado. Un segundo antes o uno después puede limitarlo a la ciudad unos cuantos años más.

A su favor está la inconsciente gestión de la juventud militante oficialista: esa que hace la pegatina de carteles agradeciendo los vagones del subte a Cristina, de modo que dos desperfectos en los dos primeros días anulan perfectamente una acusación al Jefe de Gobierno. Lo liberan de culpa y cargo: ¡Gracias camporistas!

Daniel Scioli jaqueado por sindicatos y detrás de estos, el gobierno nacional presionando. Y Sergio Massa detenido en la duda cartesiana: subsisto luego de pensar si romper hoy o mañana. Este es, a grandes rasgos, el panorama que observa el oficialismo. No hay error: es todo tan ‘bizarro’ que hasta el gobernador del conurbano y el intendente de Tigre aparecen en el mapa de los no aliados.

Bajo esa perspectiva, creen en los despachos de Balcarce 50, que pueden redoblar la apuesta. ¿Qué apuesta? La única que moviliza a las huestes de Cristina: la permanencia. Van ciertamente por ella.

Lo que no se plantean en la Casa Rosada es que hay una corriente opositora que viene operando sin pausa desde hace unos cuantos años. A saber se trata de:

– una inflación incontrolable

– un déficit presupuestario grandioso

– una inseguridad avasallante

– una institucionalidad decadente

– un gasto público cuantioso

– una infraestructura ausente

– una inversión privada inexistente

– una ignorancia creciente

Entre otras ramificaciones como casos de corrupción indisimulables, maltrato permanente, y una perceptible falsificación de la realidad que deja en evidencia al relato oficial. Para no estar siendo acaparado por nadie, es mucho el poder de desgaste que ejercen.

Mientras el gobierno agradece que no haya quien esté sacando rédito politico de todo lo dicho, el único modo que parecen tener para contrarrestar esta caterva de amenazas viene por el lado del control. No precisamente del control de la administración para equiparar ingresos de gastos, ni para eyectar funcionarios corruptos, sino para ejercer diversas presiones mediante un detallado informe de datos y observación.

En este contexto nace la idea de la tarjeta de crédito única para comprar en supermercados, esbozada recientemente por el Secretario de Comercio, Guillermo Moreno. En otras palabras puede decirse que es una suerte de Gestapo la única política de Estado que contempla la Presidente para inclinar la balanza de su lado.

No se trata de solucionar nada sino de contar con las herramientas necesarias que habiliten la metodología del apriete. Y guste o no, se quiera admitir o distraerse, se ha llegado hasta aquí gracias a la parálisis que ejerce la extorsión y el miedo a ser apretado.

¿Cuál otro es sino el éxito del gobierno kirchnerista? ¿Puede por sí sola la adquisición de un plasma, un LCD o cualquier otro electrodoméstico, pagado en cuotas, avalar en las urnas tanto descaro? ¿Amerita la creación de fines de semanas largos, recitales gratuitos y dólar barato, un 54% de sufragios?

Mejor que atinar una respuesta que deje a muchos en complicidad manifiesta, es creer que todo ello no es suficiente para estar cumpliendo una década con el mismo gobierno. El ingrediente que se suma es precisamente, el Estado controlando. De ahí a regular todos y cada uno de los pasos de los ciudadanos se llega volando. Y hacia allí vamos.

Es inconcebible que en la sociedad esté tan devaluada la libertad. Posiblemente el no haberla perdido durante unos cuantos años, la haya quitado de la lista de prioridades y cuidados.

Pretender que se vea en una tarjeta que limita la opción de pagar como al consumidor le plazca, una política económica anti-inflacionaria es de una ingenuidad no admisible tras 10 años de trampas. Si a ello sumamos el Proyecto X, los planes para «disciplinar» la Justicia y la macabra «democratización» de canales, radios y diarios, esta clara en demasía la intención perseguida.

Únicamente a través de un asistencialismo estratégico y de mecanismos de control precisos puede llegarse a dominar lo que en definitiva se quiere dominar: el comicio.

Es trabajando e interfiriendo en la voluntad dirigida de la ciudadanía como el gobierno busca su objetivo.

No hay improvisación en esto, se vale de casos concretos: el empresariado marcado de cerca obedece las reglas arbitrarias del Ejecutivo. ¿Desde cuándo no hay avisos y promociones en los periódicos? ¿Qué legislación avala tamaña medida? Ninguna, alcanza el burdo grito y la amenaza sin titubeos de Moreno. ¡Qué sencillo le está resultando al gobierno!

Vergüenza es poco. Ahora bien, el «éxito» de esta política del apriete y del control ya no depende en exclusiva de la Presidente. El poder de frenar esta disparatada carrera hacia «Cristina eterna» no está en ninguna inoculación extranjera, ni siquiera en la buena intención y reacción de opositores a una gestión.

Lo que está faltando en Argentina es la voz de las aparentes minorías. O se sale de la espiral de silencio que amplifica sólo las voces de supuestas mayorías, o la libertad individual quedará reducida a una mísera libertad colectiva.