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jueves 9 de enero de 2014

Curly, Larry, Moe y la inclusión que excluye

Curly, Larry, Moe y la inclusión que excluye

El gobierno dura, la que se cae es la gente

Hay tres tipos que comandan las decisiones económicas de la Argentina, y ni siquiera se ponen de acuerdo entre ellos para mentir del mismo modo. Eso muestra una improvisación supina y una absoluta carencia de norte alguno. Pero ellos, de un modo u otro, permanecerán, o se retirarán a caballo de una relocalización. La que no se sabe bien si podrá permanecer, es la gente.

Curly, Larry y Moe

El 6 de enero, por la mañana, el jefe de gabinete Jorge Capitanich dijo que el gobierno enviará un proyecto de ley «antievasión «para ser tratado durante las sesiones extraordinarias del Congreso, pero que el texto no contempla modificaciones en el impuesto a las Ganancias ni en Bienes Personales.

Capitanich dijo que no se tocaban bienes personales.

El mismo 6 de Enero, por la tarde, Ricardo Echegaray, director de la AFIP, dijo que se barajaba la posibilidad de que la próxima reforma del Impuesto a los Bienes Personales contemple una revaluación del mínimo imponible de 305.000 pesos

Echegaray, dijo que se tocaban bienes personales.

En la mañana del 7 de Enero, Jorge Capitanich dijo que no había habido una contradicción entre sus afirmaciones, y las de Echegaray. Dijo que «Han surgido algunas supuestas contradicciones entre la jefatura de ministros y el titular de la Administrador Federal de Ingresos Públicos, pero no hay ninguna contradicción»

«Ese proyecto no fue elevado, va a ser elevado para su tratamiento en sesiones extraordinarias y, en consecuencia, no hay ninguna contradicción»

Capitanich, dijo que se tocaban bienes personales.

Y el mismo 7 de Enero, en horas de la tarde, el ministro de economía, Axel Kicillof, expresó que «Hablé con la Presidenta y no hay ninguna medida de bienes personales en curso».

Kicillof dijo que no se tocan bienes personales.

Con un día de diferencia, hablaron los tres referentes más importantes de la economía de este país, para desmentir una versión, luego darla por cierta, luego ratificar esa certidumbre, y , finalmente, volver a desmentirla.

Todo en 24 horas. Una payasada impropia de una sociedad de fomento. Ni hablemos de un país.

Uno se pregunta si el tal Kicillof realmente ejerce como ministro de economía en la Argentina. Porque si para conocer una medida de carácter impositivo / económico, se la tiene que preguntar a Cristina Kirchner, da la impresión de que no confía ni en lo dicho por Echegaray, ni en lo dicho por Capitanich.

A ver; es el ministro de economía, cobra sueldo como ministro de economía, y se asegura un futuro de jubilación de privilegio como ex ministro de economía, pero le tiene que preguntar a la presidente qué van a hacer con la economía, se entiende? 

Uno piensa que hay que estar muy loco para creer que esta gente, manejándose con semejante amateurismo y sin siquiera tomarse la molestia de coordinar entre 3 (tres) tipos un mensaje unificado, no tiene manera de solucionar los problemas de la economía de la Argentina. Tantísimo menos cuando han sido su propio gobierno y alguno de ellos mismos, los que los han generado.

Kiciloff anuncia que no hay que devaluar, mientras desde el banco central se devalúa de manera cotidiana. 20% se devaluó el peso argentino, frente al dolar, desde la primera jornada cambiaria posterior a las PASO. Si cuando usted fue a votar aquél domingo de Agosto, tenía 100 pesos en su bolsillo, sepa que, hoy, valen 80.

Acaso todavía Kicillof no haya llamado a CFK para enterarse que están devaluando por encima del 40% anual.

Precios, Inflación y línea de pobreza

Mientras tanto el dolar blue (el dolar, bah), toca los 11 (once) pesos, por cuestiones de demanda vacacional, y por desconfianza en el gobierno. Y la brecha con el dolar testimonial se clava en un 65% que impide cualquier estimativo de costos y proyectos medianamente racional.

El gobierno lanza un acuerdo de precios que nadie entiende bien en qué consiste, pero que lo único que muestra como seguro es haber aplicado un aumento que llega hasta más de un 60% en alimentos y artículos de primera necesidad.

Diciembre ha cerrado con un estimativo de 4% de inflación y de 6% en alimentos. Eso habla de una proyección anual de 60% de inflación, y del 100% en alimentos.

Implica que la Argentina ya está teniendo, mensualmente, valores de inflación que, en el mundo serio, encenderían alertas, si fueran anuales.

La presidente anunciará con bombos y platillos un incremento en la asignación universal por hijo. $ 460 que, aún ajustados por inflación, representarían lo que una familia tipo necesita para poder comer una semana. Unos $ 4.75 diarios por persona, o sea, un paquete de sal <> dos panes, y eso hoy; la semana que viene ya
representará menos.

Hay que entender que este ajuste trata de compensar toda la depreciación que la AUH sufrió desde el pasado mes de Junio, (cuendo la aumentaron con fines electorales), y servirá para afrontar la inflación que ya se padece y se padecerá a lo largo del año 14.

Pero ojalá las malas noticias fueran tan sólo éstas.

Hay que decir que, a estos valores de inflación, se comienzan a establecer las curvas exponenciales. Porque los formadores de precios y comerciantes comienzan a intentar formar su colchón, ya que no saben cuánto les costará la reposición de la mercadería que venden. Y si usted toma en cuenta que los precios de los combustibles están ya liberados, a oferta y demanda según lo consideren las petroleras, que en los primeros meses del año se dirimen las convenciones paritarias (aumentos de salarios que son inmediatamente trasladados a precios), y que esos salarios serán ajustados por debajo de la inflación del año anterior y
extremadamente por debajo de la inflación del año en curso, la realidad indica que, si hoy los argentinos tenemos serios problemas económicos, hacia el mes de Marzo, con la reanudación de clases, esto será un auténtico aquelarre.

Hace 5 meses que el gobierno perdió las elecciones primarias, cambió a varias figuras de sus ministerios y secretarías, pero continúa sin atinar una sola medida eficáz contra el flagelo de la inflación y el empobrecimiento.

Cuando el INDEC proporcionaba estadísticas medianamente creíbles, se decía que cada punto de inflación creaba 100.000 nuevos pobres. Si esto es real, entonces la Argentina kirchnerista, que tiene un 30% de pobreza, terminará el 2014 con, en el mejor de los casos, 3 millones de nuevos y flamantes pobres. Es decir, 15 millones de personas.

Es la inclusión inversa. El modelo nacional y popular de inclusión social consistió en incluirnos a todos, paulatinamente, en la pobreza.

Ahora, usted puede leer esto y pensar «bueno, no me preocupo porque yo no estoy debajo de la línea de pobreza» y, le pregunto: ¿Por cuánto tiempo más? ¿Dónde le aplicaron la vacuna contra la impericia de estos funcionarios absurdos?

Cuando los costos se disparan, invariablemente, terminan haciéndolo por encima de la actualización de ingresos. La línea de pobreza es una soga que se eleva de forma cotidiana, empujada por la devaluación y la inflación. Hay mucha gente que está bastante por encima de ella, pero ya hay más de 12 millones de argentinos que están por debajo, y varios millones más que se tratan de colgar para ascender en consonancia. Malas noticias: De cada 100 que se cuelgan, se caen 90.

Y los que hoy están apenas por encima de ella, verán recortados sus escapes tangenciales a la coyuntura, para pasar a sostenerse apenas en los requerimientos indispensables.

No es que el único problema sea caer bajo la línea de la pobreza. Tener que recortar drásticamente su estilo de vida a causa del impuesto inflacionario y de todos los demás impuestos, también es un problema.

Así como el asalariado de menores recursos opta por trabajar en negro, y quedarse fuera del sistema, en un determinado momento usted optará por no pagar sus impuestos, para poder pagar su tarjeta de crédito. Y también se estará saliendo del sistema. Llámele rebelión fiscal, si quiere; desde aquí nos parece, apenas, una lógica medida de subsistencia.

Conclusión

Se concluye que nos gobiernan personajes que no exhiben capacidades mínimas para afrontar el desafío. Pero ellos ya han superado la barrera del absurdo y de la caraduréz. Ir por todo es correr hacia adelante rumbo al vacío, como el Coyote.

Se entiende que no existe un sólo motivo que nos pueda hacer sentir optimistas para el corto y mediano plazo, y que lo mejor que le puede pasar a un argentino durante el 2014, es no perder demasiado.

Se desprende que, en estos términos, aunque el gobierno esté decidido a llegar contra viento y marea hasta diciembre del 15, nadie puede afirmar que los argentinos lleguemos medianamente indemnes hasta esa cota. Corremos por andariveles demasiado dispares.

Fuente: elopinadorporteño.com.ar