La temporada de elecciones presidenciales en nuestra región es tan interesante, como larga y diversa.

Las de Chile y Costa Rica quedaron ya atrás. La izquierda y el centro se impusieron en ellas, respectivamente.

Ahora se acercan las elecciones peruanas, en las que las cosas están bastante cambiantes, con un ascendente Ollanta Humala amenazando a los políticos de corte tradicional desde el conocido “que se vayan todos”. Pero nada está todavía enteramente dicho.

A comienzos de julio próximo será el turno de los mexicanos. De aquí a sólo tres meses, entonces. Veamos dónde parecen estar las cosas en el país de los aztecas.

Andrés Manuel López Obrador -el populista líder de la izquierda mexicana (del Partido Revolucionario Democrático, PRD) que fuera intendente de la Ciudad de México y que, más cuidadoso y ético que nuestros Bielsas locales, renunciara a su cargo para hacer la campaña electoral en busca de la presidencia de su país- lidera las encuestas con claridad y hasta con alguna amplitud. Esto es, con diez puntos de ventaja sobre el candidato de centro -o sea, del Partido de Acción Nacional (PAN) del actual Presidente Fox-, Felipe Calderón. El candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), un verdadero “dinosaurio” político salpicado por sospechas de corrupción, Roberto Madrazo, no ha conseguido salir del tercer (y último) lugar en las preferencias de la gente. Si esto no cambia, su esfuerzo por tratar de recuperar para el PRI el poder político que ese partido mantuvo por espacio de siete largas décadas terminará en un previsible fracaso. Hay, no obstante, algunos triunfos de menor cuantía, como los de Nuevo León, Nayarit y Tijuana, que todavía permiten que el PRI pueda soñar. Estos son los datos que se desprenden de una encuesta reciente del diario El Universal, de México.

Es posible que esa ventaja actual de López Obrador se achique un poco después del debate entre los candidatos presidenciales, que está previsto para el próximo 28 de marzo. Felipe Calderón –es sabido- es un gran polemista y un hombre particularmente claro. Estaba, por ello, abiertamente ansioso por concretar el debate, que él pretendía fuera uno de “tres ruedas”. López Obrador, todo lo contrario, lo rehuía. Y finalmente “transó” en un ejercicio de una sola vez, que ahora se avecina.

Una victoria de López Obrador en México podría tener efectos imprevisibles. Y hasta amenazar a la continuidad de su país en el NAFTA. Aunque algunos no lo crean así.

Si se impusiera, en cambio, Felipe Calderón, las cosas para México -en el próximo sexenio- no se modificarían demasiado y seguramente se mantendría, en lo general, el rumbo económico actual. Sin demasiado riesgo, en el caso de Calderón, para la acelerada modernización que México ha protagonizado todo a lo largo de las últimas dos décadas. Pero que, al no controlar el Congreso, lo cierto es que el PAN se ha visto forzado a tener que dejar algunos proyectos importantes “en carpeta”. Lamentable, pero ha sido así.

Como Néstor Kirchner, López Obrador proyecta -en torno a sí- una cuota de autoritarismo “caudillista”, presuntamente “moralista”, que entusiasma a algunos. A la manera de Ollanta Humala, en Perú. O Evo Morales, en Bolivia. O del ínclito Hugo Chávez.

Pero su posible triunfo esconde una eventual sensación de fragilidad que se apoderaría fácilmente de México si los mercados, de pronto, descubrieran que las cosas, desde el gobierno, van a cambiar dramáticamente de signo. Lo que es ciertamente una posibilidad real. No la única, seguramente. Pero -hoy- la más probable. Volveremos sobre este tema, lector. Porque se las trae. © www.economiaparatodos.com.ar



Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).