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jueves 4 de julio de 2013

De holgazanes, sumisos y crédulos del relato

De holgazanes, sumisos y crédulos del relato

Por supuesto que no toda persona que defiende un dogma es un completo tonto. Pero es innegable que un gran número de tontos creen en los discursos que pretenden sostener dogmas porque son idiotas, y ello por la sencilla razón de que creer es –holgadamente- mucho más fácil que pensar.

Es claro que adquirir conocimiento requiere tiempo y demanda esfuerzo; mientras que cualquier tonto puede suscribir y adquirir creencia instantáneamente, y lo mejor, sin ningún esfuerzo. Si demandara un esfuerzo, a la mayoría de las personas no le interesaría, es por ello que en mucho se trata de pereza, holgazanería y sumisión, de rendirse sin esforzarse, de no hacer preguntas para entregarse a que alguien les entregue su ración de valores morales y éticos en biberón; tanto igual como se alimenta a un bebe.
Pero no es, ni será nunca una buena idea dejar que la ignorancia y la negación sea la principal virtud aferrándose a un dogma porque si. No resistirse efectuándose preguntas no es lo más virtuoso precisamente que un ser humano pueda exhibir. No preguntarse y buscar las respuestas sobre porque se cree en tal o cual ideología no es tranquilizador, al menos para mí. Sostener una ideología como dogma pétreo es pura y dura estupidez.
Cuando la ideología que se adopta se convierte en el equivalente a someterse a una operación para disminuir el propio coeficiente intelectual, algo no está funcionando bien en la sociedad. Esta situación es bastante común entre los progresistas del champagne y los iluminados de políticas ‘‘nacionales y populares’’ siempre acostumbrados a inaugurar cinco veces la misma obra pública para las cámaras de los canales oficiales.
Tales manipulaciones, llevadas al paroxismo en los discursos de la clase política, se articulan en expresiones que se oyen asiduamente de parte del oficialismo en la Argentina. Debo confesar en esta materia, que mi capacidad de asombro se ha multiplicado al infinito ante el agravio intelectual y la estupidez de quien emite como por quienes receptan tales discursos. Pero confieso que hasta esta semana, el shock que me genero la forma en que esta endemia se manifiesta a través de políticos oficialistas en su ataque a las instituciones y la Justicia de la República ha sido mayor. Es muy penoso y patético percibir que la gente deja de pensar.
El punto es que si quien lo dice es ‘’ella’’, una gran cantidad de personas le cree y eso lo explica todo. Para ser justo, diría que es una obra maestra de precisión. Hectáreas de estiércol ideológico han sido excavadas desde 1945 hasta hoy en la Argentina, ellas han dado la simple y expresiva definición de lo que es la ideología. Pero cuando se remueve toda la bazofia ideológica y discursiva de ‘’ella’’ y sus espadachines, eso es todo lo que queda, bazofia y lodo, estiércol y relato. Nada más, solo eso.
Las palabras ‘nacional y popular’ marcan el paso más allá de la razón y la lógica, ello sin que se permita la menor duda o contraste sobre el relato oficial. Si esas dos palabras son pronunciadas, todos los ciudadanos deben declararla en voz alta y repetidamente, aun con los dedos en los oídos, Al final, para muchos solo se trata de no ser declarado cipayo y de no perder migajas de asistencialismo. Eso lleva a muchas personas al intento de escapar del repetido ‘’de qué lado estas’’, dicho por ‘’ella’’ en sus poco diáfanas cadenas nacionales televisadas. Esas cuatro palabras me recuerdan ‘’al neocon’’ de George W. Bush cuando decía: ‘’se está con nosotros o contra nosotros’’, en clara alusión de respaldo a su mal ejecutada campaña en Irak.
Pero volviendo a la Argentina, lo que no han reparado los kirchneristas, es que tales declaraciones están diseñadas para ser llevadas como una placa en sus frentes que anuncia: ‘’Esta mente está cerrada. Gracias por su interés, no aceptamos nuevas ideas que no vayan en consonancia con las nuestras y con lo que ‘ella’ dice en sus coreografiados discursos’’. Nosotros lo creemos y eso lo resuelve todo’’.
También es una realidad que mucha gente escogió andar por la vida con un balde en su cabeza. Eso es concreto. ¿Pero de allí a que busquen que otros les golpeen el balde a diario con un martillo?, Algo no les debe estar funcionando bien, o eso parece. Da la sensación que no pocos ciudadanos han renunciado al estatus de tales para convertirse en habitantes de un territorio poblado.
Nadie debería ofenderse. Pero continuar creyendo en ‘’la década ganada’’, y que en verdad se gano, nos deja una opción bien clara. Si no le importa que lo diga, e incluso si le importa, yo me inclinaría por el hecho bien concreto de que estamos ante una masa importante de tontos, pues lo concreto es que la realidad está cayendo sobre sus cabezas a ritmo vertiginoso.