En un reciente reportaje, el presidente de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi, dijo que el presidente Kirchner respeta en forma absoluta la libertad económica, que los acuerdos de precios no son reclamados por el gobierno sino “ofrecidos” por los empresarios y que la aplicación en otras épocas de la “libertad total” nos llevó al desastre.
¿De qué habla este señor? ¿Resulta que lo que rige en la Argentina es un sistema económico de mercado? ¿Desde cuando una economía con precios acordados, con contratos de servicios caídos y sin horizonte de renegociación, con una intencionalidad ideológica del gobierno que lo inclina a crear entes públicos de regulación en prácticamente toda área económica de sensibilidad, puede calificarse como una economía libre?
¿Tiene alguna idea este señor de cómo funciona una economía libre? Evidentemente no, si pensamos que en el mismo reportaje aseguró que “el imperio de una libertad absoluta en el pasado nos llevó al desastre”. ¿De qué libertad absoluta habla? ¿Se referirá a los 90?, ¿a la década de las concesiones en condiciones de no competencia?, ¿a la década de las concesiones temporales y no a la de las ventas definitivas en donde los dueños finales vinieran a jugar aquí por su futuro?
¿Confundirá este señor un sistema económico libre, competitivo e insertado en el mundo con unas condiciones del mercado cambiario que hacían posibles los viajes y las importaciones baratas? ¿El hombre creerá que eso es suficiente para calificar a una economía como de mercado?
Tengamos en cuenta que se trata del presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Pero esas referencias no le fueron suficientes.
Cuando se le sugirió que gran parte del crecimiento del producto estaba apoyado en un cierre de las fronteras y en un proceso de sustitución de importaciones cuya sustentabilidad era dudosa, no se le movió un pelo contestando con el caso brasileño, en el que las ventas de ese país a la Argentina son mayores que sus compras, como dando a entender que no le disgustaría una regulación que enmendara la situación o que veía con buenos ojos el reciente acuerdo de “autoimpedimento” para exportar que la Argentina sugirió y terminó firmando con su socio del MERCOSUR hace un mes.
El señor Gabbi se definió en ese reportaje como un defensor a ultranza de la libertad económica y, en ese marco, sostuvo que son los empresarios los que le ofrecen al gobierno firmar acuerdos de precios para bajar la inflación.
Es tal la sandez que semejante afirmación implica que uno no sabe bien a qué atribuirla. El señor Gabbi no debe leer los diarios cuando éstos dan a conocer las convocatorias de la ministra de Economía Felisa Miceli a los empresarios de distintos sectores para firmar acuerdos. ¿De donde sacó Gabbi que los empresarios hacen fila para ofrecerle al gobierno firmar acuerdos de precios? Por lo demás, los acuerdos se firman sin contraprestación alguna por parte del gobierno, con lo cual, si un empresario quisiera mantener sus precios o incluso bajarlos, no tendría que firmar ningún acuerdo para ello, simplemente lo haría, porque firmándolos no obtiene nada a cambio. ¿Para qué los firmaría?, ¿para salir en los diarios?
Los empresarios presentan los acuerdos de precios como “esfuerzos” de sus sectores para controlar la inflación. Si no necesitaran esforzarse porque la situación de sus precios fuera tal que les permitiera ofrecerle al gobierno acuerdos de mantenimiento, ¿para que firmar acuerdos? Mantendrían los precios y se acabó.
Es posible que, por más que sea el presidente de la Bolsa de Comercio, el señor Gabbi desconozca que los precios no dependen de acuerdos con burócratas; ni siquiera de la voluntad antojadiza de los empresarios. Los precios dependen de la oferta y la demanda de los productos. Es también muy posible que no sepa que la inflación no consiste en el aumento de los precios sino en la pérdida del valor de la moneda que empieza a necesitar de más unidades monetarias para medir lo mismo que antes medía con menos.
Pero todas estas ignorancias resultan sugestivas. ¿Dónde ha vivido Gabbi todos estos años? En el mismo reportaje aclaró que él tiene 62. ¿Recordará alguna época en donde los “acuerdos de precios” aquí o en Mongolia hayan dado resultado?
Si gente como Gabbi ha decidido resignar toda aspiración a vivir en un país donde los individuos, con su inventiva, con su creatividad y también con su responsabilidad, sean la parte preeminente de la sociedad en lugar de que ese lugar lo ocupe el Estado y sus burócratas, que por lo menos lo hagas de un modo más elegante…
La mentira flagrante se les nota, muchachos. Y no les queda bien. © www.economiaparatodos.com.ar |