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jueves 16 de noviembre de 2006

De San Vicente a la UBA

La elección de las autoridades de la Universidad Nacional de Buenos Aires continúa sin poder llevarse a cabo por las violentas protestas de la FUBA. Sin embargo, el Estado no parece estar preocupado por el asunto y tampoco ha tomado cartas en el asunto.

El martes pasado, nuevamente los “estudiantes” de la FUBA –como vienen haciendo religiosamente desde el mes de abril– volvieron a impedir que se reuniera el Consejo Académico para elegir las autoridades de la Universidad de Buenos Aires.

Al principio, el reclamo era que determinada persona “se bajara” de la candidatura –cosa que esa persona hizo- y ahora lo que reclaman en realidad no tiene absolutamente nada que ver con quién será el futuro rector de la universidad más grande de la Argentina (cosas como que se determine quiénes fueron los responsables de la violencia en la Facultad de Medicina en una de las oportunidades en que impidieron la realización de la Asamblea, o que se rechace a la CONEAU, que es como impedir la elección del presidente porque se está en contra del Código Civil).

Que exista gente que piense que la manera de conseguir las cosas es a través de la violencia o que no sea democrática (tengo mis serias dudas sobre la representatividad de las autoridades de la FUBA) es algo que va suceder siempre y de lo que podemos ver claros ejemplos a través de la historia de la humanidad.

Lo que no podemos permitir es que quien debe hacer algo no haga nada para impedir estos desbordes. Y de allí el título. Así como ocurrió en San Vicente durante el traslado de los restos del general Perón, en el rectorado de la UBA el Estado debería estar presente.

Y el Estado no estuvo.

La verdad es que no puedo creer que, en mis comentarios sobre la realidad educativa de nuestra patria, tenga que seguir escribiendo sobre algo tan elemental como que el Estado de una vez por todas actúe y ponga todos los medios necesarios para que puedan elegirse autoridades en la UBA. Si mal no recuerdo, para aburrimiento de los lectores, es la tercera vez que escribo sobre este tema, y he dejado pasar otras tantas. Espero de todo corazón que sea la última vez que los apabulle con un tema tan pedestre, tan elemental, pero a la vez tan importante. Reconozco con vergüenza que cuando chateo con profesores universitarios de otros países que me preguntan por el tema ya no sé qué explicarles para que entiendan lo que para ellos es inentendible.

Algunas veces he tratado de hacer el ejercicio intelectual de imaginarme cuáles serían las declaraciones de los miembros de la FUBA si, por ejemplo, los empleados afiliados a ATE que trabajan en la universidad les impidieran realizar sus elecciones de representantes del alumnado, o los profesores les sacaran las urnas y salieran corriendo. ¿No reclamarían a las autoridades que hicieran algo? ¿No se autodefinirían como víctimas, por las mismas causas por las que hoy son claramente los victimarios?

Otra posibilidad para terminar con este tema, que quizá estaría más de acuerdo con el pensamiento de las autoridades nacionales, sería hacer algo más sencillo: convoquemos a los representantes de la FUBA, preguntémosles quiénes deben ser las autoridades con las que estarían contentos y nombrémoslas por decreto. También reformemos el estatuto de la UBA y propongamos que el primer artículo enuncie que de ahora en adelante todas las decisiones inherentes al gobierno de la Universidad de Buenos Aires las toma la FUBA. Nos guste o nos guste, esto es lo que está pasando por la inacción de quienes deberían impedirlo. © www.economiaparatodos.com.ar

Federico Johansen es licenciado en Ciencias de la Educación (UBA) y miembro del equipo de profesionales de la Fundación Proyecto Padres.

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