Como es su costumbre, desde el atril, Cristina Fernández de Kirchner salió a retarnos a todos aquellos que no coincidimos con su pensamiento y forma de gobernar. Habló de una cadena nacional del miedo y el desánimo.

En primer lugar, si alguien usa el aparato del Estado para meter miedo a quienes no piensan igual es su gobierno. En segundo lugar, sigue negando la realidad. ¿Quiere que digamos que está todo perfecto cuando el famoso modelo hace agua por todos lados?

Tenemos 6 meses consecutivos de caída en las escrituras en la Capital Federal, el déficit fiscal de junio llegó a los $ 10.800 millones, la inflación se dispara, el Central tiene patrimonio neto negativo de $ 80.000 millones, el mismísimo INDEC acaba de anunciar que las exportaciones cayeron en junio por tercer mes consecutivo. La construcción cayó el 7,6% en abril y el 5,4% en mayo en forma interanual también según el INDEC. La pobreza llega al 25%. Según el INDEC, la producción industrial cayó el 4,7% en junio de este año respecto a junio del año pasado. De acuerdo a los datos del INDEC, cayeron las ventas de los supermercados y de los centros de compra.

¿Qué quiere, que a pesar del desastre que están haciendo vendamos el relato oficial?

Pensándolo mejor, todo parece indicar que Cristina Fernández nos echa la culpa a los economistas que contamos lo que pasa, pero en el fondo ella parece estar enojada con la realidad que no está coincidiendo con su relato del país artificial y maravilloso que nos cuenta desde el atril y ve que se le viene la noche de tantos disparates económicos que han y siguen cometiendo.