Dígalo con mímica
Levantan la mano, se miran, se resignan.
“ No queda otra muchachos, es bancarlo o empezar a pasear todos por el Palacio de Justicia “, palabras más, palabras menos esa era la única frase que se oía el pasado jueves en el Congreso.
A nadie debería sorprender que el intento de plantear un juicio político a Amado Boudou fracasara cuando la mayoría es kirchnerista.
El kirchnerismo no se caracterizó nunca por hacer prevalecer la lógica por sobre la conveniencia.
Y un año y medio a la deriva, con tiburones hambrientos dando vuelta, no parece ser una alternativa atractiva.
Es posible que el gobierno haya perdido fuerza, decisión, manejo de agenda pero hay algo que no perdió : su habilidad para la perversión.
Nadie dentro del Legislativo se olvida de ello.
Si intentase hacerlo se lo recordarían enseguida.
Hay más de una secretaría de inteligencia trabajando, peleando internas y observando de cerca los movimientos.
Ese “Gran Hermano” literario es hoy real y más grande todavía.
Hay que impedir el salto.
El de la tripulación pero también el de Cristina que mandó esconder los botes salvavidas para el resto pero no para sí misma.
El que estuvo en la fiesta todos estos años tendrá que quedarse hasta el final para pagar la misiva.
Quien más sabe de esto es el Ministro de Economía.
Axel Kicillof anda por el mundo jugando también a “ dígalo con mímica ”.
Nadie ha logrado aún descifrar cuál es su película.
Para él, el mundo sigue dividido por la cortina de hierro y en sus diatribas nos sitúa, no negociando una deuda, sino peleando la Guerra Fría.
Y ya sabemos cómo terminó la misma…
Sin embargo, la trascendencia que se le da al ministro en esta geografía es totalmente distinta a la de afuera.
Hay argentinos creídos que todo depende de las respuestas que este consiga, pero a esta altura de las circunstancias, todo depende de las no respuestas que estamos consiguiendo aquí adentro.
El país salió del planisferio hace tiempo.
Creer que el mundo nos determina es quizás un vestigio suelto de la idiosincrasia nacional que nos lleva a creer que somos el ombligo del universo.
Pero Argentina ya no es el país de las vacas gordas, ni el granero del mundo, ni el sueño de los europeos.
La magia no existe más que en el relato oficialista.
El verdadero default es un hecho y no de estos últimos días.
La credibilidad es utopía, de allí que aunque se pague a los fondos buitre y demás acreedores mucho no variaría.
Supongamos se dé el milagro y se salva la economía.
Volveremos a comprar autos subsidiados, a escaparnos los fines de semana largo, a pagar en cuotas el smart TV para ver a la Selección Argentina…
Pero estamos planteando un escenario de fantasía.
Porque suceda o no esa salida, adentro esta declarado hace rato el default de la educación que es el único del que no se sale con reservas o con Boudou dándole a la maquinita.
Ese es el default que nos sepulta y asfixia.
Lo demás es coyuntura, es historia conocida, es más de lo mismo : otra consecuencia del populismo.
Ya estuvimos en ese agujero, ya salimos, supimos “pasar el invierno” y también las trampas de los veranitos…
El problema de la Argentina es mucho más profundo y entreverado que un pago a buitres o jilgueros.
La crisis que atravesamos es social más que económica, o en todo caso política.
Es verdad que cae el consumo, que se resiente la economía, que la oferta laboral es mínima pero en la calle no hay aún percepción absoluta de colapso.
Hay sí, hastío y hartazgo.
Un hartazgo que nos lleva a movilizarnos y nos llevará seguramente a no votar al candidato oficialista.
Pero eso no implica tampoco que el voto vaya a estar bien orientado.
Este destape de corrupción y escándalos que se superponen o se descalifican no es obra exclusiva del kirchnerismo.
Hoy se habla de la herencia que éste ha de dejar, pero no de la que recibieron.
Decían que la economía estaba “normalizada” … ¿entonces qué pasó?
Pasó lo mismo que pasa hoy y pasará mañana : nadie se ocupó del verdadero default.
Nos entretuvimos jugando al “dígalo con mímica” y recién ahora parece que estamos descubriendo cual es la película.
Parecía “El Padrino” pero quizás con estos triunfos de la Selección se oyó a la orquesta tocando y nos orientamos mejor.
Hoy todos sabemos que los gestos de la mandataria conducían a Titanic.
Esa es la película.
Lo que desconcierta es que la música cesó, y la directora de orquesta para no hundirse se ató a un salvavidas de plomo como lo es Boudou.
La opción es desprenderse del mismo pero nada varía en demasía, a no ser que haya alguien extendiéndole la mano para ayudarla a llegar a alguna orilla.
Algo de eso está ocurriendo aunque no se perciba a simple vista.
Alguien está impidiendo ahogarse – no a Cristina – sino a toda la sociedad, tratando que la mandataria llegue al final y no termine convertida en víctima.
El Papa no es kirchnerista por haber recibido a la Jefe de Estado o mandarle cartas y saludos con funcionarios.
El “dígalo con mímica” de Francisco es sensato y claro aunque muchos no entiendan qué implica.
Y no está apenas en el travesaño que evita el gol de Suiza.
Es muy nuestro ver apenas lo que nos conviene o queremos.
El Sumo Pontífice antes de llegar al Vaticano fue un hombre que, no en vano, vivió 77 años en Argentina y no fue espectador sino protagonista.
Protagonista de la ficticia “década ganada”, y aunque no parezca está evitando que se repita.
Quienes están en el pozo ciego, rara vez pueden ver con claridad, quién les tira la soga que los rescata de la oscuridad…