En realidad esta vez me había propuesto escribir de otro tema, pero he recibido una gran cantidad de correos electrónicos pidiéndome que amplíe los conceptos vertidos en el artículo homónimo de hace dos semanas, así que opté por seguir las sugerencias de nuestros lectores.
Por unos minutos, pensemos que los niños y jóvenes no son humanos, sino simplemente “cachorros” de otra especie. Y consideremos, a su vez, que integramos una sociedad protectora de animales, o más concretamente, protectora de la especie de esos cachorros.
Y miremos qué estamos haciendo “los humanos” para con esos cachorritos. Por ejemplo, muchas de las propagandas de cigarrillos están orientadas a que los adolescentes comiencen a consumir. Cualquier especialista en publicidad puede aseverar esto. ¿Qué hacemos como “sociedad protectora”? ¿Nos ponemos delante de las tabacaleras portando pancartas que digan “Salven al cachorro humano” o no nos metemos? ¿Cómo actuarían las sociedades protectoras de animales si le diéramos de fumar a nuestro perro?
También las propagandas de cerveza están orientadas a los pre-adolescentes. La cifra que nos muestra el enorme aumento de consumo de cerveza nos marca que el mayor incremento se registró gracias a que cada vez son más chicos los consumidores. ¿Y no hacemos nada? ¿Permitimos que en nuestros hogares, a través de los medios de comunicación, convenzan a los cachorros humanos de que hay que consumir alcohol (eso sí, con moderación, como si en la propia naturaleza del cachorro existiera la capacidad de ser moderado)? ¿Qué haríamos si en una veterinaria vendieran bebidas alcohólicas para gatos? Y no hacemos nada cuando sabemos que en tal o cual kiosco le venden alcohol a los cachorros humanos. ¿Tranquiliza nuestra conciencia que haya una ley que impide vender alcohol a menores de 18 años, cuando todos sabemos que son muy pocos los que la cumplen, o que muchas veces compra “el mayor de 18” y se lo da –o revende– a los menores?
¿Hay alguien que niegue que los niveles de sonido a los que los cachorros humanos escuchan walkmans, discmansx, I-pods o reproductores de MP3 son nocivos para el aparato auditivo? ¿Qué le haríamos a un vecino que le pone auriculares al perro y nosotros podemos escuchar claramente la música desde 4 ó 5 metros de distancia? ¿Habrá que esperar una generación de sordos para que se ponga límite a la potencia de los reproductores de sonidos, los decibeles de los recitales o de los interiores de los boliches bailables?
¿Cómo actuaría la sociedad protectora de lechuzas si yo me propongo mantenerlas despiertas de día para que duerman de noche, contrariamente a sus hábitos naturales? Sin embargo, no hacemos nada cuando los cachorros humanos no duermen las noches de viernes o sábados, o se acuestan a cualquier hora los días de semana pues los medios ponen en el aire programas para cachorros en horarios nocturnos, y los adultos les permitimos verlos sin ningún inconveniente. O pueden “chatear” hasta cualquier hora sin que nadie vea –o quiera ver– que eso afecta su capacidad de atención. Y estos cachorros deben levantarse temprano para ir a la escuela, a donde algunos van a recuperar sueño en vez de aprender.
Está claro que detrás de esta incoherencia entre cómo tratamos a los cachorros de la especie humana y a los de otras especies hay una gran cantidad de intereses económicos. Pero estos deberían estar subordinados a la conservación de la especie humana. No he hablado de las drogas pues son ilegales y no creo que un narcotraficante esté muy preocupado por la ecología. Estoy hablando de intereses de muchas personas o empresas que a veces subvencionan a ONGs dedicadas al cuidado de la naturaleza. (En este sentido es contradictorio, pero confirmatorio de lo que escribo, cómo marcas de cigarrillos o bebidas alcohólicas auspician diversos deportes.)
Me encantaría que los humanos pusiéramos al menos el mismo empeño en cuidar a los niños y jóvenes que el que ponemos en cuidar a los delfines, ballenas u osos panda. O al menos seamos coherentes, y no digamos que nuestra generación es la que rescató el valor de la ecología. © www.economiaparatodos.com.ar
Federico Johansen es Licenciado en Ciencias de la Educación (UBA). |