Metafóricamente, podría considerarse que las relaciones interpersonales se parecen a una obra de arte. Tratándose de un arte, pues, nos obligan a poner manos a la obra.

En la apuesta por consolidar buenas relaciones, la comunicación juega un papel fundamental. La misma no se limita al plano verbal, sino que abarca el lenguaje corporal y gestual, porque nos comunicamos a través de todo nuestro ser.

Siendo así, recordemos el concepto de empatía. ¿Cómo podríamos definirlo? Se trata de la habilidad de saber leer y comprender el estado de ánimo y los sentimientos del otro, mediante la mirada, los gestos y hasta cierto punto las actitudes. Implica ser capaz de “ponerse en la piel de la otra persona”. Por eso, el uso satisfactorio de la empatía requiere de la capacidad de observación, así como de ciertos atributos, tanto de la paciencia como la concentración. Ligado a esto, resulta clave para poder desarrollarla tomar conciencia de la alteridad de todos los seres humanos, es decir, que cada uno tiene su propio marco de referencia, pensamientos y estilo de vida basado en decisiones personales. De allí la importancia del respeto a la singularidad.

Vivimos inmersos en una sociedad altamente individualista, que no contribuye en este sentido. De la misma forma, ésta exalta el ideal del consumismo, del tener sobre el ser, lo que nos lleva a cubrirnos de responsabilidades laborales u otras que nos quitan tiempo para poder cultivar nuestros vínculos.

En cuanto al tiempo, quiero enfatizar la calidad sobre la cantidad, el poder compartir con el otro no meramente a través de una presencia física, sino por sobre todo personal, que implica que durante ese período el resto queda excluido, ya que nuestra atención se centra en esa persona.

Pero, así como se tiene que ejercitar la habilidad de la empatía y poder estar accesible y presente para el otro, es primordial hacer el esfuerzo por salir de uno mismo y olvidar un poco las preocupaciones personales.

Desde lo personal, el encuentro humano, basado en el diálogo sincero, es lo más gratificante. Asimismo, en las relaciones cotidianas, poder estar accesibles para los otros es terapéutico.

Actualmente, me desempeño en un jardín de infantes y mi experiencia me confirma el valor de esta atención personalizada para cada chico, dentro del contexto grupal. Del mismo modo, es en la familia donde los padres, al estar dispuestos para compartir con cada uno de sus hijos, habrán de ir favoreciendo el desarrollo de las habilidades mediante su ejemplo. Así, los ayudarán en su desarrollo personal para poder ir madurando.

Porque, en definitiva, somos seres en proceso y es el ámbito familiar el que ayudará, en mayor o menor medida, a poder desarrollar ciertas habilidades básicas de comunicación que favorecerán el contacto con el mundo real y el establecimiento de buenos vínculos interpersonales. © www.economiaparatodos.com.ar

La licenciada Florencia Pretel es miembro del equipo de profesionales de la Fundación Proyecto Padres.