El ataque de pánico del gobierno
Los temores “fuera de lugar” son una plaga en la vida cotidiana y provocan preocupación, angustia y diversas fobias que atraviesan nuestros sentimientos hasta convertirlos muchas veces en ataques de pánico.
En ese estado, se desatan ciertos circuitos neurológicos del cerebro que transforman su “lenguaje” y nos ponen en alerta sin saber qué actitud tomar frente a un problema que debemos resolver. Si el mismo asciende paulatinamente en el nivel de temor interno, aumenta la inseguridad y nos mueve a cometer más errores que lo habitual, hasta hacernos perder totalmente el control de nosotros mismos.
Observando las caras y los gestos de los “soldados de Cristina” en sus “conferencias de prensa” de estos días, ante el embate de una realidad que insisten en desconocer, puede percibirse claramente que la urgencia emocional con que emiten disposiciones a tontas y a locas, responde a la patología descripta.
Estamos en manos de individuos cuya “reactividad cerebral” no está en condiciones de coordinar sus actos y se advierte en ellos una ansiedad nociva de amplio espectro que los lleva a cometer continuas tonterías.
La falta de temor es fundamental para una supervivencia normal, porque el mismo afecta como un estrépito a quienes lo sufren y abre una ventana peligrosa hacia ciertas conductas esquizofrénicas.
Por el momento, aparece con más fuerza cada vez la evidencia de una ira contenida dificultosamente, por la que advertimos que los funcionarios K demuestran no entender qué tornillo habría que apretar para ajustar políticas que son inoportunas y delirantes.
Nuestro consejo sería: bajarse de la soberbia y organizar un programa INTEGRAL que reordene “académicamente” todas las variables económicas que están completamente dislocadas en este momento pagando los costos políticos que fueren necesarios.
La forma en que se están comportando al estar furiosos y desalentados, les ha abierto un nocivo “repertorio” de sentimientos personales negativos que los mueve a acelerar cada vez más sus decisiones inadecuadas.
Es bien sabido que en ese estado psicológico no se pueden resolver cuestiones cruciales, porque una mente temerosa conmovida emocionalmente, se vuelve infantil e indescifrable para los demás, en un momento en que sería necesario restablecer la confianza de inmediato.
Lo descripto explica por qué Kicilloff, Capitanich y Echegaray -que encabezan hoy la administración económica de la presidente-, causan la impresión de navegar en una góndola de madera balsa mientras se acercan a un torrente que amenaza con “darlos vuelta”.
Siempre hemos creído que los rasgos psicológicos de los protagonistas de una historia definen –para bien o para mal-, EL DESTINO DE LA MISMA.
En este escenario, sería inteligente que el gobierno se planteara quizá la alternativa de abandonar el barco en los términos legales y jurídicos que contempla la Constitución Nacional, dejando de lado sus “balbuceos” retóricos, ineficientes y cargados de rencor, para no dejarnos “colgados del pincel” en 2015.
Quizá Cristina lo esté evaluando en el subconsciente. Su estado de salud podría ser una buena excusa. Decidirse por la afirmativa, evitaría el peligro de que le estalle entre las manos la realidad onírica que ayudó a modelar pertinazmente con la complicidad de su marido.
Los últimos “comunicados” iracundos del Jefe de Gabinete tras los micrófonos de su atril mañanero y los tweets destemplados de su “jefa espiritual”, confirman todo lo que aquí expresamos.
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