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lunes 3 de agosto de 2009

El campo en el escenario que ayer ocuparon los uniformados

El kirchnerismo no puede vivir sin un contrincante en la vereda de enfrente. Hoy, es el turno de los productores agropecuarios, que vinieron a relevar a los militares en el podio de los demonios de turno.

Plantear que la situación no es óptima en la Argentina, a esta altura, resulta una redundancia mayúscula. Desde la asunción misma de Cristina Fernández de Kirchner, y aún antes -aunque muchos hablen del viento de cola que favoreció el gobierno de su marido-, el país se halla sumido en una crisis de envergadura. Aquellos que se detuvieron o detienen en la panacea que resultó la primer ‘gestión K’, no consideran el todo sino las partes.

Es posible que la economía no haya mostrado, durante esos primeros años, las grietas que ahora evidencia. Sin embargo, no todo pasa por el INDEC o las boletas de servicios que empiezan a mostrar desfasajes jamás vistos. Hubo siempre, y hay todavía, un desequilibrio en materia institucional que es el mismo que ha habido desde la asunción del kirchnerismo allá por el 2003.

De idéntica forma como se diezmaron las Fuerzas Armadas, se continuó en ese proceso destructivo, sin prisa y sin pausa. Así es cómo hoy, aunque los números sonrieran de veras, el país continuaría mostrando un escenario harto complicado, y la condena al aislamiento no hallaría reversa.

Todas las batallas que ha librado Néstor Kirchner contra enemigos recreados, consecuentemente inexistentes antes de que asumiera, han puesto de manifiesto una constante en el comportamiento oficial. La constancia K es indiscutida, y el dar marcha atrás o reflexionar fue y es pura utopía. No cabe el “arrepentimiento” en la cerrazón mental del ex jefe de Estado. Ese artilugio del “darse cuenta” tardío que hoy ‘ataca’ cual virus a muchos ex funcionarios, no ha afectado al futuro diputado. No hay cambio alguno en el mítico “estilo K”.

Obsérvese que, si acaso se ha sido “revanchista” y vengativo con los uniformes, sin que medie causa real para justificar el desglose que se ha hecho con una de las instituciones madres de la República, no hay por qué asombrarse que idéntica conducta se tenga con otros sectores.

El campo, sin ir más lejos, está hoy en idéntico escenario que años atrás, ocupara la Fuerza Aérea, la Marina o el Ejército. Se lo erigió enemigo sin que haya una explicación coherente para ello. Y se lo ataca y seguirá atacando sin contemplaciones ni beneplácito.

Ahora bien, el sector agropecuario posee una ventaja por sobre los uniformados: ha podido unificar el discurso, y contó con un aparato comunicacional propio o afín, en los primeros meses de conflicto, que le facilitó sumar a su ‘causa’, a las clases medias e incluso a bastos conglomerados de clases bajas. Ello explica las numerosas movilizaciones del sector que tuvieran su apogeo en la ciudad de Rosario, y posteriormente permitieran el mentado triunfo en la votación por la llamada “125” en el Congreso de la Nación.

El campo quiere ahora capitalizar la derrota de Néstor Kirchner en la última elección. No cabe duda que la lucha que viene librando contra la ceguera del gobierno ha facilitado desenmascarar el fracaso de lo actuado por el kirchnerismo, incluso en aquella mal proclamada, etapa de “éxito”. Si realmente el gobierno de los Kirchner hubiera tenido éxito en algún momento, hoy, el “cómo” y el “cuándo” se sale de este laberinto no sería un enigma. Habría margen de acción para torcer el rumbo. Pero no, no hay forma de girar el timón porque la porfía desde el comienzo ha hecho que los beneficios que se presentarán en el camino sean dilapidados por el afán del corto placismo.

La ausencia, desde el vamos, de políticas de Estado fue reemplazada por el uso de parches como metodología política. En ese trance, las bienaventuranzas de antaño (que sólo se reducían a precios internacionales favorables) quedaron sepultadas en una estructura que ya vislumbraba el “pan para hoy, hambre para mañana”. Y el mañana ha llegado.

En consecuencia, nada hay sorprendente en el escenario. Resulta sí asombroso observar cómo algunos mentores de esas políticas de corto plazo, hoy resurgen como analistas críticos en los primeros planos. Pero así es la Argentina, y más aún cuando se trata de política. Hasta el absurdo tiene retorno. De lo contrario, ¿cómo explicar que se hable de ciertos personajes como presidenciables?

Las contradicciones son demasiadas pero, es dable admitir que éstas no alcanzan al oficialismo en tanto, el mismo, se mueve tal como se ha movido. No hay atisbo de cambio como nunca lo ha habido por más declamaciones voluntaristas de “puntos de inflexión”, etapas de bisagra o cómo quiera llamársele a esos acontecimientos que parecieron precipitar otras formas de reacción frente a imponderables.

Sin ir más lejos, la inseguridad que se revelara con masivas marchas, como aquellas encabezadas por Juan Carlos Blumberg, sigue siendo unos de los problemas más acuciantes. No hubo siquiera parches para hacer frente a la demanda. Ante dichos acontecimientos, los Kirchner no hicieron más que refugiarse en El Calafate. ¿Por qué el ex mandatario iba a obrar diferente en este caso?

La derrota electoral no condujo a ninguna reflexión. La lectura no ha sido errada ni acertada porque no se ha leído el resultado de las urnas. Kirchner sigue siendo Kirchner, y en ese aspecto debe reconocérsele un tesón pocas veces visto, porque hasta la convivencia consigo mismo se le ha transformado en un escollo grave y peligroso.

Los argentinos no saben hoy cuál es su destino, pero tampoco sabe Néstor Kirchner cuál ha de ser su paradero, ni su suerte en lo sucesivo. Ello explica que no haya ningún repliegue en su conducta, y siga operando como lo viene haciendo desde el primer día, delante o tras bambalinas.

Asimismo, lo dicho hace abdicar a la figura de Guillermo Moreno. Este puede irse o quedarse que nada alteraría el actual estado de cosas. La “política económica” -valgan las comillas porque no hay ningún manual que medianamente mencione como teoría económica, a estos manotazos de ahogado y seguidilla de aberraciones que presenciamos-, es obra de Néstor Kirchner sin siquiera mesa chica. En la medida que se discutan funcionarios secundarios, el ejecutor del daño estará a resguardo.

Está claro que los “gestos” por sí solos no dan resultado por más buena voluntad que se busque para analizarlos. Y el “diálogo” no es más que un eufemismo vendido como “gesto” político para retrasar un final que se puede vislumbrar sin siquiera necesidad de hilar fino.

Ahora bien, amerita rescatarse la astucia de la mesa de enlace que, tentada y hasta justificada para lanzar agresiones calificadas, ha bajado decibeles en un discurso que puede tildarse de “moderado”, para no aparecer mañana como los artífices del caos, los intolerantes, o aquellos capaces de negarle leche a los infantes, y demás calificativos que los voceros oficiales deben haber ensayado hasta el hartazgo.

La moderación del discurso de Hugo Biolcati es, para el kirchnerismo, más duro de digerir que las silbatinas o agresiones explícitas que muchos soñaron escuchar en los palcos de la Sociedad Rural el sábado pasado.

El oficialismo quedó desacomodado y enfrentado a un nuevo fracaso. Si la oratoria en la inauguración de la exposición agrícola-ganadera, hubiese apuntado en forma directa al Secretario de Comercio o a la Presidente, el kirhnerismo hubiese devuelto la estocada con un agravio mayor, logrando continuar con el juego que ellos mismos desean sea el que se juegue en este escenario.

Obsérvese que eso sucedió, como dijimos antes, con las FFAA y en particular con el Ejército, razón por la cual se lo mantuvo bajo las “órdenes” de Roberto Bendini mucho más tiempo de lo razonable pese a los reclamos y críticas fundadas, que mostraban la impericia y desfachatez del ahora ex jefe de la Institución. Solamente se lo sacó de su cargo cuando las voces de reclamo menguaron.

Esa es la “lógica” de Kirchner: mientras algo o alguien moleste al enemigo recreado, permanecerá en ese estado. De allí, la permanencia de Nilda Garré o de Guillermo Moreno, sin ir más lejos; de allí la constante depredación de la defensa en la Argentina, o de las retenciones para el sector agrícola. No hay otra explicación. © www.economiaparatodos.com.ar

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