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jueves 16 de octubre de 2008

El cielo y el infierno latinoamericano

Mientras Brasil y Perú miran con tranquilidad el futuro cercano, Venezuela se acerca a un abismo tenebroso.

En esta nota intentaremos anticipar qué es lo que puede suceder políticamente, en el mediano plazo, en el Brasil y en Perú, que son dos de los países de la región que -con Chile- muestran un andar político sereno, despojado de decibeles populistas y acompañado de crecimiento económico pujante. Esto atrae a los inversores locales y foráneos. Países, los tres, cuyas sociedades parecen estar convencidas de que transitan una senda que, paso a paso, puede conducirlas a un futuro mejor, aunque con una convicción -sobre esto- que todavía luce algo más extendida en Brasil y Chile que en el dinámico Perú.

Por ello creemos de interés explorar, aunque sea brevemente, como luce el futuro político cercano en los dos países. Porque hacerlo nos ayuda a proyectar con algún grado de realismo el futuro esperado para ambas naciones.

El tranquilo mañana político de Brasil

Luiz Inacio “Lula” da Silva es ya el presidente más popular de toda la historia del Brasil. Este es un hecho merecido, por encabezar un gobierno con liderazgo, que tiene una visión clara de lo que quiere que su país sea en el futuro y que adopta (sin caer, como otros, en el populismo fácil) las estrategias del caso, siempre sensatas.

No obstante esto, mirando a las elecciones presidenciales del 2010 -que se acercan a toda marcha- lo cierto es que “Lula” no tiene reelección, ni heredero aparente, ni “delfín” alguno. Y que ya no hay demasiado tiempo para que aparezca un “número puesto” con posibilidades de seguir el sendero abierto por el presidente “Lula”, desde el Partido de los Trabajadores.

Según los sondeos más recientes, la popularidad personal del Presidente “Lula” alcanza a un realmente astronómico 77,7% y la de su gobierno al 68,8%. Lo que es notable.

Sin embargo, si las elecciones presidenciales fueran hoy, los potenciales candidatos del Partido de los Trabajadores quedarían en el último lugar y no llegarían a una eventual segunda vuelta. Lo que también es llamativo.

En rigor, los posibles herederos de “Lula” eran, hasta ahora, dos mujeres. Muy diferentes. Marta Suplicy (de 63 años, la misma edad de “Lula”) que fuera alcalde de San Pablo (y sexóloga en la televisión) pero que, luego de una gestión municipal mediocre, no logró ser reelecta. Suplicy estaba -no obstante- intentando regresar; pero perdió (en primera vuelta) con el actual alcalde (un hombre sólido y popular) Gilberto Kassal, que presumiblemente la derrotará -una vez más- en segunda vuelta. Suplicy es muy parecida a nuestra Cristina: arrogante, populista, “maestra ciruela” (“sabelotodo”), resentida y suficiente. Poco atractiva, entonces. De allí sus penurias y escasas posibilidades.

La otra mujer es diferente: Dilma Rousseff, de 61 años, economista, seria, equilibrada, afable, de sonrisa fácil. Por sobre todo: mujer. Integra el gabinete de “Lula”, en Brasilia, y hoy es ya la ungida candidata por el Partido de los Trabajadores, el de “Lula”. Es una buena opción.

Las encuestas sugieren que el ganador de las elecciones presidenciales del 2010 sería probablemente el Partido de la Social Democracia Brasileña, encabezado por el actual Gobernador de Sao Paulo, José Serra, que obtendría la primera vuelta con el 38,1% de los sufragios a su favor y superaría a cualquiera en una segunda vuelta, por un margen confortable.

Brasil tiene, queda visto, instituciones políticas que aseguran la continuidad de la democracia en la alternancia, así como las líneas estratégicas centrales de su modelo de desarrollo. Por esto, no hay en los observadores mayor preocupación respecto del futuro político inmediato brasileño.

El muy peculiar escenario peruano

El crecimiento económico del Perú sigue adelante, a toda máquina. Todavía con algunos desajustes desde que la zona limeña y el norte del país avanzan mucho más rápido que las zonas ubicadas al sur del país.

No obstante el fuerte crecimiento del Perú, la caída de popularidad de un eficiente y reconvertido Alan García es un hecho político preocupante, de cara al futuro. Esa caída parece ahora haberse frenado y el escuálido porcentaje de aprobación de su gestión que estaba apenas en el 19% hace sólo algunas semanas ha crecido, trepando al 21%, en lo que puede eventualmente generar una inversión de la tendencia. En el universo de la oposición, la veterana líder conservadora, Lourdes Flores, siempre desde el respeto, no ahorra críticas.

Las últimas encuestas realizadas en las principales ciudades del Perú revelan una novedad interesante: el fuerte ascenso en la popularidad y aprobación de la gestión del alcalde de Lima, Luis Castañeda, un político conservador de 63 años, que hace mucho y habla poco. Por ahora al menos. Su gestión municipal (llena de obras) tiene una aprobación muy elevada, del 64%, lo que luce inusual en el Perú de hoy, enviando una temprana señal de cara al 2011, cuando sea el momento del recambio presidencial. Si Castañeda mantiene su imagen positiva, puede transformarse en el sucesor de Alan García.

Castañeda es ciertamente la única figura política que, respecto de las elecciones del 2011, recibe del público peruano más votos de aprobación que de desaprobación, lo que habla a las claras de la inmensa complejidad del escenario político peruano y de la densa nube de resentimientos que, por una razón u otra, parece flotar sobre la mayoría de sus actores, incluidos Alejandro Toledo, que busca reaparecer, Keiko Fujimori, que mantiene su popularidad, Lourdes Flores, más activa que nunca, y Ollanta Humala, que sigue siendo el candidato de la izquierda radical, apoyado por el chavismo.

Los sondeos recientes sugieren que existe un gran fraccionamiento en las opciones desde que, a estar a los mismos, si las elecciones presidenciales fueran hoy, Ollanata Humala y Keiko Fujimori obtendrían un 17% de los votos; Luis Castañeda el 15%, Alejandro Toledo el 10% y Lourdes Flores, el 9%.

Lo destacable es que entre Fujimori, Castañeda, Flores y Toledo, candidatos que son fáciles de sumar sólo en los papeles, pero difíciles de congeniar en el plano de la realidad, suman un interesante 51%, lo que parecería sugerir que el “atractivo” de la izquierda radical es hoy bastante más bajo que cuando se realizara la última elección presidencial, en la que se impusiera el Presidente Alan García sobre el el ex militar chavista Ollanta Humala.

Venezuela: cada vez más cerca del infierno

El final de la ya insufrible gestión de Hugo Chávez está aún lejano pero -cada vez más- promete ser sumamente complejo. Porque Venezuela está hundida en la violencia. En todas partes.

No solamente en Caracas, que según “Foreign Policy” es ya la ciudad más violenta del mundo. También en otras ciudades. Ciertamente en Maracaibo, a 700 kilómetros de Caracas, donde fuera asesinado -por acción precisa de sicarios- el conocido dirigente estudiantil, opositor a Chávez, Julio Soto. En el atentado también fue herido de gravedad otro dirigente estudiantil que lo acompañaba mientras ambos transitaban en una camioneta, Hernán Chirinos.

En un país que se acerca a elecciones nacionales esto es particularmente grave. El responsable, está claro, es uno solo. Por acción u omisión. Es Hugo Chávez.

Si los sicarios responden al poder, lo que prima facie es difícil de descartar, lo sucedido es sumamente grave. Es un paso más en dirección al autoritarismo y al desprecio de los derechos humanos y libertades civiles y políticas de los venezolanos, ya desvencijados.

Si los sicarios -en cambio- responden a otros, la situación es igualmente muy seria, gravísima, porque Hugo Chávez, más allá de su soberbia, es absolutamente incapaz de asegurar en su propio país y a su propia gente, el primero de los derechos humanos, el derecho a la vida.

La ola seria de violencia que se extiende ya sobre toda Venezuela coincide con el llamativo auge del narcotráfico; la corrupción generalizada; el absoluto desprecio por las instituciones democráticas; las “valijas viajeras”, repletas hasta el borde de petrodólares que son expresión de exportación de corrupción y de un intervensionismo tan notorio como creciente en los asuntos internos de otros países; el desprecio a la ley; la demonización constante de la oposición; la siembra permanente de odios y resentimientos desde el poder, que ha lastimado -hasta el tuétano- al plexo social de Venezuela; la falta de respeto a la libertad de expresión; el sometimiento ostensible de la justicia al poder político, anulando dramáticamente su imparcialidad e independencia; y un autoritarismo que ya es dictadura. Todos estos elementos, y no otros, conforman (admitámoslo) la columna vertebral del proyecto denominado eufemísticamente: “socialismo del siglo XXI”, que (conducido desde La Habana y Caracas) azota -y crispa- a algunos rincones de nuestra región. © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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