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jueves 25 de septiembre de 2008

El “efecto jazz” y otras enseñanzas

El discurso de Cristina Fernández en las Naciones Unidas volvió a evidenciar la confusión de ideas y los razonamientos erróneos que son moneda corriente en el pensamiento kirchnerista.

La presidente Cristina de Kirchner lució sus mejores galas en el atril de las Naciones Unidas, al pronunciar un discurso rigurosamente de memoria y sin ninguna ayuda por escrito, lo cual no deja de ser un mérito de su parte.

En su debut ante la 63ª Asamblea Anual de la ONU, no pudo evitar una ironía hiriente y mordaz, como las que habitualmente matiza en todas sus disertaciones. Esta vez la mofa fue impiadosamente dirigida al país anfitrión que la hospedaba.

Con voz circunspecta señaló que así como las crisis financieras iberoamericanas del pasado habían sido apodadas como el "efecto caipirinha" o el "efecto tequila", la actual debiera calificarse como el "efecto jazz". La señora Cristina continuó su sermón diciendo que “la actual crisis en las finanzas norteamericanas señala la falacia de la tesis de que el Estado no era necesario, que el intervencionismo era nostálgico. Sin embargo se produce la intervención estatal más formidable de la que se tenga memoria precisamente desde el lugar donde nos habían dicho que el Estado no era necesario". Luego cuestionó la “economía de casino” en evidente alusión al sistema financiero norteamericano y volvió a atacar a quienes pretenden construir un capitalismo basado en el dinero afirmando que “el dinero sólo no produce más dinero” y remedando, quizás sin saberlo, una vieja frase de Aristóteles (384-322 a.JC) “pecunia non parit pecuniam”.

Podríamos bautizar esta tesis como el “axioma de Cristina”, que ciertamente nunca podrá ser demostrado, porque está basado en supuestos muy atractivos pero que son sustancialmente erróneos.

Tales confusiones quizás deban atribuirse a una formación científica basada en la dialéctica y no en la constatación rigurosa de los hechos. Pero merecen señalarse para que en el futuro no vuelva a reincidir en los mismos disparates.

El Estado siempre es necesario

Hace tiempo que el Estado no goza de gran estima. Sobre todo cuando está gobernado por personajes venales y mentirosos -con mentalidad populista- que esgrimen un estilo de odio o resentimiento y carecen de escrúpulos para facilitar la vida armónica al conjunto de los ciudadanos.

A pesar de este descrédito, ningún intelectual –y mucho menos un economista– ha afirmado nunca que el Estado no era necesario. Por la simple razón de que sin un poder de dominio sería imposible vivir en paz y en orden. A lo que se añade la convicción de que es una obligación moral obedecer al gobernante, siempre que lo que mande sea justo, legítimo y ordenado al bien común de la sociedad.

Habría que explicarle a la señora Cristina que el intervencionismo constituye un modelo fatal cuando se hace sin ton ni son, contrariando los principios naturales e impidiendo el pleno desarrollo de las personas porque la paz social resulta del respeto a los derechos y garantías individuales establecidas en la constitución. No hay ningún economista de origen liberal que no justifique las intervenciones del Estado si se hacen conforme con las reglas del mercado, para restaurar el orden, garantizar la seguridad jurídica, proteger los derechos de propiedad y facilitar la libertad de elección.

Las crisis del capitalismo no son terminales

El capitalismo ha sobrevivido a través del tiempo porque es el único sistema que se depura a sí mismo mediante crisis recurrentes, que Joseph Alois Schumpeter (1883-1950) popularizó con el concepto de destrucción creativa, como forma de describir el proceso de transformación que acompaña a las innovaciones en un sistema de libre concurrencia.

Los otros sistemas que se le comparan: socialismo, populismo, planificación centralizada, comunismo o planeamiento indicativo a la francesa, pueden postergar las crisis pero cuando se desatan adquieren irremediablemente un carácter terminal y definitivo.

En cambio, en el capitalismo, las crisis son depuradoras porque eliminan todas las impurezas y liquidan las desviaciones dañinas que impedían el funcionamiento correcto.

Llama la atención, que la presidente Cristina haya ignorado anteriores crisis del capitalismo que no sólo no lo sepultaron, sino que le permitieron seguir funcionando rejuvenecido. Vale la pena hacer una breve reseña para que en el futuro su privilegiada memoria registre esos hechos del pasado.

Reseña de crisis anteriores

Una de las más importantes crisis financieras del capitalismo ocurrió en 1890 cuando Londres era el mayor centro financiero del mundo. La casa Baring Brothers sufrió pérdidas inmensas cuando Argentina declaró su primer default y dejó de pagar sus deudas. No solamente este banco se venía abajo sino también el sistema bancario británico, arrastrando al crack de toda la economía inglesa. Los banqueros trataron de organizar un comité para renegociar la deuda pero la insolvencia argentina no lo hizo posible. Finalmente el Banco de Inglaterra estableció un fondo de rescate y pudieron resolver el problema, pero durante diez años Argentina permaneció fuera de las finanzas internacionales.

La segunda crisis del capitalismo fue el gran colapso de 1929 que derrumbó a la economía estadounidense y precipitó a la economía global en la gran depresión de los años 30. Cuando en 1932 la crisis tocó fondo, en EE.UU. habían perdido el 90 % de todos los capitales, la economía americana se redujo a la mitad y un tercio de la fuerza laboral quedó sin trabajo. El índice bursátil tardó 25 años en recuperar el nivel de 1929. Una de las consecuencias de esta enorme crisis fue la Glass-Steagall Act que separó las operaciones de los bancos comerciales y los bancos de inversión, precisamente la causa que originó la actual crisis financiera.

En 1985, se produjo la crisis de los Bancos de Ahorro y Préstamos para la vivienda o “Savings & Loans banks” que ofrecían hipotecas después de un ahorro previo del 30 %. Alrededor de esa fecha muchos de estos bancos populares estaban cerca de la bancarrota cuando se produjo el pánico de las S&L en Ohio y Maryland. El gobierno norteamericano ofreció una garantía para que los títulos hipotecarios no se vinieran abajo y el rescate representó la cifra de u$s 150.000 millones. Todos los bancos S&L fueron liquidados.

En 1987, por obra y gracia de los sistemas de interconexión, las bolsas de valores comenzaron a funcionar 24 horas. Cuando una terminaba empezaba la otra y así siguiendo. Los inversores descubrían otras monedas y el dólar comenzó a perder valor en los mercados mundiales. Entonces Alemania convirtió al Deutsche-mark en la moneda más fuerte del mundo, subiendo la tasa de interés. Como todas las bolsas estaban interconectadas por sistemas computarizados la compraventa de acciones se hacía en forma automática sin que mediara orden expresa de los operadores. Esta globalización permitió a George Soros especular contra la libra esterlina ganando la apuesta pero ocasionando un colapso mundial en las bolsas de valores, que requirieron un rescate de u$s 200.000 millones. El súbito enriquecimiento de Soros se hizo a costa de la crisis mundial.

En 1998, dos famosos economistas que obtuvieron el premio Nóbel, Robert Merton y Myron Acholes descubrieron que las tasas de interés de los bonos gubernamentales comenzaban a converger y entonces ellos podrían aprovechar las pequeñas diferencias haciendo operaciones de arbitraje. Crearon los famosos fondos de bonos a largo plazo. El más importante de ellos LTCM, Long Term Capital Market, colapsó cuando la crisis de los tigres asiáticos se propagó a Rusia y luego a Brasil en 1998. Nuevamente hubo que hacer un rescate entre los bancos estadounidenses para salvar a los fondos vendiendo bonos del Tesoro americano. Este rescate obligó a incrementar la tasa de interés en EE,.UU. pero los mercados recién se estabilizaron a los dos años.

A principios del 2000, se produjo otra crisis financiera como consecuencia de la burbuja inflada por las famosas compañías punto.com (dot.com). Los portales de Internet aparecían como un gran negocio que alteraba los criterios tradicionales de evaluación de empresas. Así aparecieron gigantes como Amazon.com, AOL.com y las compañías de medios como Time Warner.com, que fue comprada en u$s en 200.000 millones. Esas compañías gestaron el surgimiento del mercado electrónico de acciones de alta tecnología, NASDAQ para diferenciarse de las viejas empresas que fabricaban bienes reales. Las compañías punto.com consideraban que sus gastos eran inversiones y que los flujos de fondos esperados podían medirse por los clicks registrados por clientes mundiales. La burbuja estalló y la Reserva Federal tuvo que hacer un rescate bajando la tasa de interés de 6,25 % al 1 % para estimular el crecimiento económico. Muchas punto.com desaparecieron de escena.

Ahora, finalmente en 2008, se presenta en forma recurrente otra crisis financiera, mucho más formidable que las anteriores, obligando al Gobierno de Estados Unidos a solicitar un rescate astronómico de u$s 700.000 millones al Congreso Americano. Como en todos los casos anteriores, el contribuyente que no especuló tiene que ayudar a salir del paso, pero los bancos responsables van a ser liquidados y además investigados por el FBI acusados de fraude. De manera que el salvataje en marcha representará en definitiva un rescate del capital invertido por los ahorristas y de las imposiciones de los depositantes en bancos, a costa de los Taxpayers.

Lección definitiva

A través de esta reseña, la presidente Cristina podrá advertir la naturaleza de las crisis financieras dentro del capitalismo. Pero al mismo tiempo tendrá que darse cuenta de que lo que se hace en EE.UU. es exactamente la inversa de lo que hicieron en Argentina, tanto la gestión Eduardo Duhalde-Jorge Remes Lenicov como la administración de su esposo Néstor Kirchner-Roberto Lavagna.

Aquí, en Argentina fueron esquilmados los inversores y depositantes y luego, saqueados los contribuyentes. Los bancos estatales que estaban en grado de insolvencia fueron salvados. Los bancos públicos o privados que integraban el sistema bancario recibieron bonos de compensación para mantener la integridad de sus activos. Ninguno de ellos fue liquidado, pero los depositantes nunca pudieron rescatar la integridad de sus ahorros en moneda convertible. El despojo sucedido en nuestro país no puede asimilarse de ninguna manera a la operación de salvataje del gobierno americano, aun cuando esta última deja el gusto amargo de una laxitud de supervisión verdaderamente criminal y de una desfachatez absoluta por parte de los grandes CEOs que acumularon fortunas personales a costa de un estrago sin antecedentes. Como dicen los letrados al final de sus escritos judiciales, proveer de conformidad será justicia. © www.economiaparatodos.com.ar

Antonio I. Margariti es economista y autor del libro “Impuestos y pobreza. Un cambio copernicano en el sistema impositivo para que todos podamos vivir dignamente”, editado por la Fundación Libertad de Rosario.

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