El estado polémiko que nos dejará el Kirchnerismo
Nuestra tarea será la de desarmar este estado “polémiko” para transformarlo en un estado amigable
“….El sentido último de la política es transformar la lucha indiscriminada en combate reglamentado….Dicho de otro modo, el estado polémico, además de conflictos francos y directamente calificables, contiene provocaciones e intimidaciones que pueden desencadenarlos según la evolución de los factores circunstanciales…En el estado polémico, lo que cuenta es la intención hostil…” Julien Freund “Sociología del conflicto” pag. 71, 73 y 74.
Cada tanto vuelo a leer esta fenomenal obra de Julien Freund, editada por la fundación Cerien en el año 1987 cuya lectura debería ser obligatoria para todos los políticos o mejor dicho para toda persona que aspire a convertirse en “dirigente”.
Precisamente el legado más pernicioso que nos dejará el “Kirchnerismo”, más allá de la corrupción, de su falta de idoneidad y de las deudas que quedarán para las próximas e inmediatas generaciones, es que nos deja no solo un estado polémiko, como lo describe Freund, “provocador, intimidatorio” y agregaría inútil, sino asimismo una cultura de la hostilidad lo que es más grave.
Como prueba de esta afirmación transcribimos la grave denuncia formulada por Marcelo Bonelli en “Clarín” el pasado viernes 7 con relación a una presunta represalia contra el Presidente de la Unión Industrial Hector Mendez.
“Roberto Baratta, el viceministro de Planificación, instrumentó hace unas semanas la persecución política: perjudicar a compañías que son propiedad del líder fabril y que participan de licitaciones públicas. Baratta le comunicó a los socios de Méndez: “A la empresa de Méndez no la vamos a elegir más.”
Entre otros casos mas no debemos olvidar las ofensivas contra LAN por parte de INTERCARGO y el ORSNA, las denuncias contra Shell por mencionar, sólo, los casos más notorios.
El gobierno “K” convirtió al estado en un ente hostil, intimidatorio y antipático, además de darle un rol protagónico de carácter faccioso una de cuyas acepciones referida a la “facción” es “Bando, pandilla, parcialidad o partido violentos o desaforados en sus procederes o sus designios”.
Como lo señalábamos en nuestra anterior “La dinastía K”, Mákximo Kirchner decía, quizás sin darse cuenta el tenor de su grosería y violencia que “Sabemos que hay sectores con los que no es posible ningún acuerdo porque si no te cagan a la entrada te cagan a la salida”.
La confesión no proviene de un opositor, como soy aunque preferiría llamarme “adversario”, sino del hijo de Kristina que con toda sinceridad se define como patotero o pandillero violento y desaforado, es decir como “fackioso” que no es ni más ni menos que un perturbador del orden que debe imperar en cualquier sociedad.
En otras palabras el Kirchnerismo nos deja un estado en el que todo y cualquier cosa puede suceder o dicho de otro modo de un estado de cosas en el que no se sabe si las reglas serán respetadas que no es ni más ni menos que lo que la sociedad considera como “inseguridad”.
Algunos relacionan la “inseguridad” con la posibilidad que lo imprevisible se convierta en probabilidad real, pero no a la manera del “cisne negro”.
En mi opinión la “inseguridad” tiene que ver con un estado que no garantiza la aplicación de las reglas o las garantiza de modo selectivo en beneficio propio que es lo mismo que no aplicarlas.
Este tipo de estado representado por un gobierno que se considera “infalible” es generador de un estado de “violencia latente” ya que quien se considera infalible, considera que la “negociación” lo llevaría a reconocer en algún momento de su trámite aunque mas no fuere un “mínimo de falibilidad. Esa cualidad de infalible es un modo muy perverso de limitar o impedir lo que llamaría “poder de negociación” del otro.
Esta ha sido una de las características de los “K” que no solo toleró sino promovió actos de violencia de todo tipo, como lo fueron determinados escraches, incluso por la propia Kristina a personas determinadas, bloqueos y piquetes como lo fue el largo corte del Puente San Martín, o el despojo del que fue víctima Repsol YPF o la ocupación de un avión del gobierno de los EEUU en el aeropuerto de Ezeiza protagonizado por el propio canciller, hechos realmente insólitos o el incumplimiento de fallos judiciales o el uso de fuerzas gremiales para provocar el alejamiento del grupo Marsans de Aerolíneas Argentinas, cuando paradójicamente existieron hechos que hubieran justificado el procesamiento y condena de sus ex administradores como bastante a destiempo lo hizo recientemente el propio gobierno español.
Este estado de naturaleza en el que diez personas, como lo dijo Kristina, cortan una calle o lo que es mas grave, desafían una decisión judicial; un delegado interrumpe un servicio público; un estado incapaz de garantizar los 180 días de clase; un estado faccioso, un estado de desconfianza generalizado en el seno de la sociedad, es la herencia que sin beneficio de inventario recibiremos “todos y todas”.
En definitiva nuestra tarea será la de desarmar este estado “polémiko” para transformarlo en un estado amigable.
En esta tarea dignificante deberá ponerse todo nuestro afán desde ahora.