El insufrible ego de los políticos
Zygmunt Bauman señala que vivimos una época de incertidumbre en la que “los modelos de comportamiento aceptables ya no pueden (ni se espera que puedan) mantener su forma por más tiempo, porque se descomponen y se derriten antes de que se cuente con el tiempo necesario para asumirlos y ocupar el lugar que se les ha asignado”.
Como consecuencia, la falta de poder de las instituciones políticas existentes hace que éstas sean cada vez menos capaces de resolver los problemas elementales de ciudadanos que se ven abandonados de tal manera a su propia suerte.
Cuando se habla de “comunidad” se apela a una palabra que hoy está totalmente vacía de contenido, porque la sociedad se ha convertido en una telaraña de intereses individuales sin fin que reducen la vida de todos los días a una serie de proyectos personalísimos que carecen del menor sentido solidario.
En la política, la rapidez con que los individuos cambian de tácticas y de estilos abandonando compromisos y lealtades asumidas, para guiarse por las “disponibilidades del momento”, nos aleja cada día más de una sociedad que pueda encontrar un cauce ordenado que permita vivir de acuerdo con ciertas normas estables, alejándonos de la falsa “flexibilidad” conceptual pregonada como pretexto para reafirmar un individualismo que está hiriendo de muerte la vida colectiva.
De este modo, cualquier comportamiento parece resultar válido para que cada quien pueda “salirse con la suya” cuando de pujas por el poder se trata.
Un buen ejemplo de estos días es la decisión de Loustau de presentarse para una segunda vuelta electoral contra quien lo arrasó en la primera, invocando el hecho de que “hay que cumplir con la ley” (¿y los códigos de la “rosca” política?). Un eufemismo usado para disimular su inocultable afán protagónico. Si a ello agregamos la mezquindad del senador Sanz respecto de la eventual conveniencia que dicha contienda acarrearía para “sus” intereses personales para la próxima compulsa electoral a celebrar con su aliado (¿) Macri en las PASO nacionales, está todo dicho.
Esta actitud bastante alejada del sentido común del enrulado aspirante a estrella mediática, le costará seguramente mucho tiempo valioso y millones de pesos al erario público, dinero que podría tener con seguridad un mucho mejor destino.
En otras épocas, privó en nuestra sociedad una red solidaria donde los vínculos entre las personas -que requieren siempre una considerable inversión de tiempo y esfuerzo-, llevaban a desalentar de cuajo cualquier interés individual “inmediato”, promoviendo ante todo el bien común y desechando actitudes que respondiesen al capricho de quienes solo velan por su vanidad personal.
Karl Popper ha señalado los vicios de ciertas sociedades, como la nuestra, que aparecen como incompletas y solo ansían ocuparse del mundo de “lo posible”, hallándose totalmente impotentes para decidir su curso normal privilegiando el interés colectivo.
Podríamos agregar algo más: “mientras la elite viaja hacia su destino imaginario, situado en algún lugar cercano a la cima del mundo, los pobres han quedado atrapados en una espiral de delincuencia y caos” (Arundhati Roy).
Algo de eso estarán pensando muchos ciudadanos sumergidos por sus necesidades económicas insatisfechas, cuando presencian lo frágil de su destino en manos de quienes solo se miran el ombligo, invocando con pedantería razones que responden única y exclusivamente a su orgullo personal. Aunque traten de disfrazarlo con frases supuestamente académicas.
Podemos comprobar entonces que el progreso de aquellos ciudadanos que componen la denominada mayoría silenciosa “se ha convertido en algo así como un persistente juego de las sillas en el que un segundo de distracción puede comportar una derrota irreversible y una exclusión inapelable” (Bauman).
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