El juicio político. (O basta de hipocresías)
El juicio político es una institución típicamente republicana que nuestros políticos son reacios a utilizar
El juicio político es un medio que la constitución establece para juzgar la responsabilidad política del Presidente, vicepresidente, jefe de gabinete, ministros y miembros de la Corte suprema por mal desempeño, amén de otros supuestos referidos a delitos cometidos durante la función o crímenes.
Para esta nota nos interesa la causa de “mal desempeño” que tienen que ver con el requisito de “idoneidad” como única condición para ser admitido en el empleo público, establecido por el art 16 de la C.N.
La condición de la “idoneidad” se pone de manifiesto durante el ejercicio de la función por parte del funcionario y si se acredita en el respectivo juicio político un mal desempeño de la función, el Senado de la nación tiene la facultad para destituirlo y lo más importante “…declararlo incapaz de ocupar ningún empleo de honor, de confianza o a sueldo en la Nación…”
El juicio político es una institución típicamente republicana que nuestros políticos son reacios a utilizar, sin advertir que al no ponderarse la idoneidad se desvaloriza la función pública y la calidad política de la República.
Hay también una notable hipocresía general que se esconde bajo este sofisma que nos dice que este “gobierno debe terminar su mandato del mejor modo posible” sin explicar que significa esa expresión que ahora el PAPA FRANCISCO había re potenciado cuando se le atribuye esa otra equivoca frase de “cuiden a Kristina”, porque también podría entenderse que necesita un curador para que no se convierta en una pródiga de errores y desaciertos.
Personalmente junto con mucha gente, estoy convencido que hay funcionarios de este gobierno que debieron haber sido sometidos a su juicio político porque han dado muestras cabales de “mal desempeño” y creo que no es necesario profundizar en demasía.
El Ministro Julio de Vido nos ha sumido en el desabastecimiento energético, los servicios públicos están en un estado calamitoso, las rutas no son suficientes para el transito existente, obras de construcción de autovías o autopistas están demoradas sin causa y el servicio ferroviario es casi inexistente y el que existe es un agravio a la dignidad como demorar casi cinco horas para llegar a Bragado o Junín o 10 horas para ir desde Once a Realicó, solo por dar unos pocos ejemplos.
Ningún ministro de economía fue juzgado políticamente por la alteración y falsificación de algunas de las estadísticas elaboradas por el INDEC y ahora por la carencia de idoneidad que ha quedado demostrado en la conducción de la restructuración de la deuda defolteada el 23 de diciembre de 2001 por Rodriguez Saa y la algarabía de la mayoría de diputados y senadores, un verdadero papelón de nuestra historia.
El comunicado emitido por el Ministerio de Economía sobre la imposibilidad de pagar a los bonistas reestructurados es suficiente, por la falsedad de su contenido, para someter al Ministro Alex Kicilloff a su juicio político. Máxime cuando el propio gobernador de la Provincia de Buenos aires, dijo que la sentencia condenatoria dictada por la Justicia de los EE.UU. debe ser cumplida y en igual sintonía se pronuncio el gobernador Jose Manuel de la Sota.
Un ministro no puede bajo ninguna excusa decir que trampeará una decisión judicial cambiando por si el lugar de cumplimiento y la jurisdicción aplicable o que una sentencia le impide ejercer un derecho, el de pagar una obligación contraída legítimamente (sic).
Claro está, esta responsabilidad llega a la Presidente Kristina Fernández de Kirchner, pero, me pregunto: ¿porque nadie dice lo que piensa, cual es el temor de los políticos y de la sociedad?
Además no solo por esta cuestión de pretender convertir a una sentencia judicial en acto “extorsivo” debería ser sometida a juicio político hay muchos otros hechos de su gestión que un tribunal político podría calificar como muestras de “mal desempeño”.
En el trámite de un juicio político veremos realmente quienes están del lado de la República y quienes viven a costo de la República.
La honestidad, la decencia la ejemplaridad y la autoridad no se predican, se ejercen y de “la carta” de políticos que se nos están ofreciendo para las próximas elecciones, son muy pocos los que no confunden “tolerancia” con impunidad”.
El pedido de juicio político no es destituyente, no es conspirativo, todo lo contrario será “constituyente” de esa República pendiente que estamos reclamando y sin la cual nuestra decadencia no tendrá fin.
La república está a prueba y su calidad depende de nosotros.
El primer paso es dejar de lado la hipocresía y asumir la responsabilidad de las propias acciones.
Todo lo que viene ocurriendo y nos escandaliza, cuando nadie nos escucha, lo hemos tolerado antes en Santa Cruz y ahora en la nación.
Hoy nuestras instituciones son exasperantes, véase sus acepciones en la RAE y repito con Ortega: “…la democracia exasperada y fuera de sí, la democracia en religión o en arte, la democracia en el pensamiento y en el gesto, la democracia en el corazón y en la costumbre, es el más peligroso morbo que puede padecer una sociedad…”
El discurso de Kristina del día de la bandera fue otra prueba de mentira e hipocresía sobre una gestión de gobierno que nos deja un país devastado que como decía José Luis Espert asignó pesimamente el gasto público. Nos deja las rutas destrozadas, la salud pública para el pobre es una vergüenza, la educación igual, la seguridad no existe, en la justicia Oyarbide sigue como juez y Campagnoli es perseguido como un delincuente, el servicio exterior es gerenciado por un inestable desbocado como Héctor Timerman y la corrupción nos golpea en la cara como el sol de cada día.
La política es el medio para evitar que ese tipo de democracia populista, generalice nuestra infelicidad y por el contrario sirva para que nuestra vida pueda ser cada día un poco mejor que el día anterior.
¿Seremos capases…?