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jueves 23 de septiembre de 2004

El mito del Mercosur

La idea —tan de moda hoy en día— que sostiene que la reinserción de la Argentina en el comercio internacional no puede hacerse por fuera del MERCOSUR se basa en premisas falsas que, de tan repetidas, parecen haber pasado a formar parte del sentido común.

La opinión predominante entre los dirigentes y empresarios argentinos, o el “conventional wisdom”, como lo llaman los norteamericanos, es que la reinserción internacional de la Argentina pasa, necesariamente, por el desarrollo y fortalecimiento del MERCOSUR y que éste debería ser nuestra prioridad.

Se trata de una idea que, más a allá de su conveniencia para nuestro país, ha generado un gran consenso que hoy en día muy pocos discuten. Esta idea se ha convertido en una categoría ontológica equiparable al concepto del “ser nacional” y que, siguiendo la línea de pensamiento iniciada por Bolívar y continuadas años después por Yrigoyen y Perón, se basa en cuestiones como la “hermandad sudamericana” o “hermandad latinoamericana”, pero que poco tienen que ver con el verdadero interés del país, con el comercio o la economía.

Cómo veremos, este mito se basa en varias premisas falsas que a fuerza de ser repetidas muchas personas inteligentes han tomado por verdaderas:

– “La negociación en bloque traerá mayores beneficios”

La teoría detrás de esta falacia es que al ser el MERCOSUR un mercado más grande, el interés de los otros países en comerciar con él será mayor —argumento que no tiene asidero en la realidad porque Chile ha firmado tratados con los grandes bloques sin ser un mercados grande— y que al estar los países miembros unidos detrás de una sola posición se conseguirán mayores ventajas al negociar con esos otros países.

La verdad es que dentro de las negociaciones que está llevando a cabo nuestro país este argumento no tiene ningún sentido. La famosa posición común sólo es más beneficiosa para nuestro país siempre y cuando ésta se encuentre de acuerdo a nuestros intereses, lo que no ocurre todo el tiempo.

Frente a la dinámica de las dos negociaciones más importantes que está llevando a cabo la Argentina —la ronda de negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)– resulta totalmente inconveniente la adopción de una posición común, dado que se discute tema por tema generando un consenso particular para cada uno de ellos. Al tener que negociar primero con nuestros socios una posición menos óptima que la ideal para después defender esa misma posición en la mesa multilateral ante otros países que proponen lo que sería la posición más conveniente para el nuestro, nos encontramos en una situación ridícula que de ninguna manera beneficia nuestros intereses y prioridades.

El tema de presión más importante para la Argentina en todas las negociaciones continúa siendo el tema de los subsidios agrícolas, que es algo que transciende por completo al MERCORSUR y que se está tratando en grupos de presión mayores como es el Grupo Cairns, donde se encuentran países como Australia, Canadá y Nueva Zelanda.

– “La unión aduanera crea más comercio y por lo tanto es beneficiosa para nuestro país”

Anteriormente al famoso trabajo de Jacob Viner, The Customs Unions Issue (1950), se pensaba que la formación de una unión aduanera en sí constituía un avance en materia de comercio ya que todos sus miembros saldrían beneficiados. A partir de allí, se comprendió que la unión aduanera no es necesariamente beneficiosa para los todos países considerados individualmente, ya que depende que los efectos de unión creen o desvíen el comercio (trade cretation and trade divertion).

En el caso que nos ocupa, está claro que la Argentina duplicó sus exportaciones durante los años noventa y que gran parte de ese comercio fue con Brasil, obteniendo un superávit comercial con ese país. Sin embargo, esas exportaciones fueron en su mayoría commodities (petróleo, granos y aceites) que cotizan en dólares y que, de no haber existido la unión aduanera, podrían haber sido colocados en cualquier otra parte del mundo, dado que no requieren de un mercado cautivo, o incluso en el mismo Brasil por cuestiones de cercanía geográfica y costos del transporte. En lo que respecta a la balanza comercial de productos industriales, ésta nunca nos fue favorable a pesar de que gran parte de ese comercio está constituido por la industria automotriz, que está muy lejos del ideal del libre comercio por ser comercio compensado y altamente protegido en ambos países (menciono solamente el comercio entre Argentina y Brasil porque el Arancel Externo Común (AEC) para Uruguay y Paraguay tiene demasiadas excepciones a la regla como para ser tenidos en cuenta). Recientemente, por primera vez, la balanza comercial total fue deficitaria para la Argentina a pesar de la devaluación del peso. Pero el punto importante de este problema es que el arancel externo común tuvo un costo extra para nuestras empresas porque estaban obligadas a pagar altos aranceles para importar productos que no se fabrican en nuestro país —aunque no tendría sentido proteger ningún producto, menos aún en este caso—, y que podrían conseguir a mejor precio y calidad fuera del bloque (por ejemplo, computadoras, otros bienes de capital e insumos para la industria).

Todos sabemos que para exportar más hay que poder importar más, los altos aranceles del MERCORSUR más que crear comercio lo han desviado.

– “El bloque regional atraerá más inversiones a nuestro país”

Se suponía que la unión aduanera, además de los efectos estáticos derivados del incremento del comercio, produciría efectos dinámicos como el incremento de las inversiones, lo que traería aparejado un aumento de la competencia, ganancias en eficiencia, mayor productividad y economías de escala que elevarían el bienestar de los miembros del bloque. Esto último, como en el caso anterior, no ha sucedido. Por el contrario, muchas empresas argentinas terminaron instalándose en el país vecino con el mercado de mayor tamaño (Brasil) dado que no sólo no tienen ninguna ventaja por seguir produciendo en el mercado más pequeño, sino que, además, han tenido todo tipo de trabas para exportar desde el mercado argentino y se les han ofrecido incentivos impositivos y subsidios de todo tipo para que se instalaran en Brasil. El AEC también ha influenciado fuertemente en la decisión de muchos inversores extranjeros a la hora de decidir en qué mercado instalarse, dado que muchas empresas multinacionales tienen en cuenta los aranceles de importación para equipos e insumos de otras partes del mundo y no sólo los costos laborales como se piensa comúnmente.

Más allá de estas falacias, creo que para insertarnos nuevamente en el mundo no hace falta resguardase dentro de ningún bloque regional con altos aranceles, sino que, por el contrario deberíamos abrirnos lo más posible al comercio mundial, como lo están haciendo nuestros otros vecinos del otro lado de la cordillera. De esa manera, contrariamente al “conventional wisdom” imperante, recuperaríamos algo de nuestra soberanía a la hora de negociar y tomaríamos decisiones de acuerdo a nuestro interés económico para el bienestar de nuestros ciudadanos.

Para concluir, me gustaría citar parte de un famoso discurso de Roque Sáenz Peña (El Zollverien Americano), expuesto el 15 de marzo de 1890 en Washington DC ante la Comisión encargada estudiar el pensamiento de una unión aduanera entre las naciones de América y que refleja mejor que nadie el porqué el MERCOSUR no funciona:

“…Desgraciadamente, señores Delegados, los sentimientos serían en este caso, perturbadores de nuestras decisiones; al comercio lo inspira el interés y lo mantienen los provechos; acaba donde comienza el desprendimiento, y vive desconcertado bajo la acción de los afectos; no basta, pues, que nosotros nos saludemos como amigos, y nos estrechemos como hermanos, para desviar o comunicar corrientes que no está en nuestra mano dirigir… la producción obedece a los decretos de la naturaleza, como el intercambio es obra de la necesidad, de la conveniencia y del provecho; cuando la acción del Estado ha querido violentar la resultante de estas fuerzas, se ha hecho sentir generalmente como un síntoma de perturbación, y los gobiernos coaligados para conjurarla, no han sido más acertados en sus medios y en sus éxitos…”. © www.economiaparatodos.com.ar




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