Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Scroll to top

Top

lunes 10 de octubre de 2016

El problema no es solo el déficit fiscal. Es el gasto público

El problema no es solo el déficit fiscal. Es el gasto público

Prefiero un déficit fiscal del 3% del PBI con un gasto público del 25% del PBI, que equilibrio fiscal con un gasto público del 48% del PBI

A esta altura del partido todo parece indicar que el gobierno no tiene ninguna intención de bajar el gasto público. Tanto las declaraciones  de Prat Gay como de Francisco Cabrera al respecto, reflejan una clara decisión de mantener un estado sobredimensionado, aunque ellos consideran que pueden administrar ese sobredimensionamiento en forma eficiente. Puesto en otras palabras, intentar hacer eficiente lo innecesariamente grande no parece tener mucho sentido, sin embargo ese parece ser el objetivo.

Evidentemente Cambiemos no se ha planteado seriamente cuál es la función que tiene que tener el estado. ¿Tiene que ser un estado que deje desarrollar la capacidad de innovación de la gente o esa capacidad de innovación solo queda reservada a unos pocos burócratas iluminados que decidirán por el resto de los 44 millones de habitantes?

¿Debe el estado cumplir la función de repartir planes sociales a diestra y siniestra o la solidaridad es un acto voluntario de cada persona en forma privada?

¿Tienen los funcionarios un don especial que los hace más solidarios que el resto de la población y por lo tanto es necesario un estado que supla el egoísmo que supuestamente tendría cada uno de los habitantes con la benevolencia que solo tendrían los burócratas solo por estar en el estado?

¿Debe el gobierno financiar películas de cine o esa actividad es privada y, en consecuencia, hacer una película de cine es un negocio como cualquier otro que tiene que ser financiado con los recursos de quienes desarrollan esa actividad como ocurre con el resto de las actividades?

¿Tiene el gobierno que encargarse del transporte aéreo de pasajeros o esa es función del sector privado?

Si la idea es seguir con un estado sobredimensionado repartiendo subsidios, siendo empresario, regulando la economía y dando proteccionismo, entonces tiene lógica intentar hacer eficiente lo que está sobredimensionado y sobra. Aunque dudo que vayan a obtener resultados diferentes a todos los que tuvimos en décadas de un estado elefantiásico. Y dudo que vaya a haber resultados diferentes porque no hay argumentos que puedan explicar porque el burócrata va a gastar más eficientemente los recursos que genera el sector privado. Si yo genero una riqueza de 100, ¿qué razón hay para pensar que el burócrata va a gastar mis 100 mejor que yo? ¿Qué información tiene el burócrata que yo no tengo para saber qué me conviene comprar o dejar de comprar? ¿Acaso conoce el valor que yo le otorgo a las cosas? ¿No se enteraron los funcionarios públicos que el valor que la gente le otorga a los bienes y servicios, es subjetivo?

Un estado sobredimensionado es sinónimo de un estado autoritario, saqueador y con bolsones de corrupción.

Pero hay otro punto a debatir. ¿El problema es el déficit fiscal o el nivele gasto público? Personalmente prefiero un déficit fiscal del 3% del PBI con un gasto público del 25% del PBI, que equilibrio fiscal con un gasto público del 48% del PBI. La razón es que no interesa solamente el nivel del déficit sino la cantidad de recursos que el estado le quita al sector privado para gastar. La contracara del gasto público es, en el largo plazo, la presión tributaria.

Si los ministros del gobierno dicen que no hay que bajar el gasto público, lo que hay que mirar es la contracara del gasto. ¿Cómo se financia el gasto?

En primer lugar con impuestos. Si el gobierno no quiere bajar el gasto, la presión impositiva seguirá asfixiando al sector privado, quitándole capacidad de consumo y ahuyentando las inversiones. Con esta carga tributaria no luce probable que vaya a haber el tsunami de inversiones como espera el gobierno.

En segundo lugar el gobierno puede financiarse con deuda interna. Es decir colocando deuda en el mercado doméstico. Con esa medida lo que logra es desplazar al sector privado del mercado crediticio, ya sea para consumo o para inversión, y por lo tanto contrae la actividad económica. La expande por el gasto y la contrae por el menor acceso del sector privado al mercado crediticio. Pero además acentúa el problema fiscal porque a mayor nivel de deuda más intereses a pagar y más gasto público.

En tercer lugar puede recurrir a la colocación de deuda externa, es decir, pedir prestado en el exterior. En el corto plazo el gasto público financiado con deuda externa puede reactivar la economía porque el estado consume sin quitarles recursos a los contribuyentes. En el largo plazo, cuando hay que pagar los intereses, nuevamente aumenta la carga tributaria o se termina en un default como ya es tradicional en Argentina.

En cuarto lugar puede financiarse el gasto con emisión monetaria, lo que significa acelerar el proceso inflacionario y conducir a una crisis social y económica. Con la experiencia inflacionaria que tenemos creo que no hace falta que me explaye en el tema.

En cualquiera de los cuatro casos, siempre se termina en una crisis económica, por lo tanto, decir que quieren hacer eficiente un gasto público sobredimensionado es no haber aprendido nada de nuestra historia económica contemporánea repleta de procesos inflacionarios agudos, hiperinflación, defaults y confiscaciones de activos.

Mucho menos lógico luce decir que en este momento de recesión no hay libro que indique bajar el gasto público. Una baja del gasto público tiene como inmediata contrapartida la reducción del impuesto inflacionario, de la carga tributaria o del desplazamiento del sector privado del mercado crediticio. Lo que se contrae de actividad por el menor gasto estatal se expande por el lado de la mayor demanda del sector privado. Es un juego de suma cero pero con una más eficiente asignación de recursos si los burócratas dejan de gastar y le devuelven ese poder de compra al contribuyente. Yo voy a asignar más eficientemente mis recursos que si los asigna un funcionario público.

Obviamente, en el corto plazo siempre cabe la posibilidad de seguir tomando deuda externa y esquivar transitoriamente la baja del gasto. Pero esa es una película mil veces vista que ya sabemos de memoria cómo termina.